Estas células cerebrales pueden favorece la enfermedad de Alzheimer
Unas células cerebrales denominadas astrocitos son claves para hacer oscilar el péndulo en la progresión de la enfermedad
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R.I.
Madrid
¿Por qué algunas personas desarrollan la enfermedad de Alzheimer y otras no? Y, lo que es aún más desconcertante, ¿por qué muchos individuos cuyos cerebros están repletos de agregados amiloides tóxicos -un signo revelador de la patología cerebral del Alzheimer- nunca llegan a desarrollar ... demencias asociadas a esta enfermedad?
Investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Pittsburgh (EE.UU.) parecen haber encontrado la respuesta en una tipo de células cerebrales en forma de estrella, denominadas astrocitos. Según su estudio que se publica hoy en «Nature Medicine» son la la clave para hacer oscilar el péndulo en la progresión de la enfermedad de Alzheimer, según revela una nueva investigación que cambia las reglas del juego.
Al analizar la sangre de más de 1.000 ancianos sin deterioro cognitivo, con y sin patología amiloide, este equipo de investigadores descubrió que sólo aquellos que presentaban una combinación de carga amiloide y marcadores sanguíneos de activación anormal de los astrocitos, o reactividad, evolucionarían en el futuro hacia un Alzheimer sintomático, un descubrimiento crítico para el desarrollo de fármacos destinados a detener la progresión.
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«Nuestro estudio sostiene que el análisis de la presencia de amiloide cerebral junto con biomarcadores sanguíneos de la reactividad de los astrocitos es el método de cribado óptimo para identificar a los pacientes con mayor riesgo de progresar a la enfermedad de Alzheimer», afirma Tharick Pascoal, profesor asociado de Psiquiatría y Neurología en Pitt. «Esto sitúa a los astrocitos en el centro como reguladores clave de la progresión de la enfermedad, desafiando la noción de que el amiloide es suficiente para desencadenar la enfermedad de Alzheimer».
La enfermedad de Alzheimer es un trastorno neurodegenerativo que causa pérdida progresiva de memoria y demencia, robando a los pacientes muchos años productivos de vida. A nivel tisular, el sello distintivo de la enfermedad de Alzheimer es la acumulación de placas amiloides -agregados proteínicos alojados entre las células nerviosas del cerebro- y grupos de fibras proteínicas desordenadas, llamados ovillos de tau, que se forman en el interior de las neuronas.
Los astrocitos se sitúan en el centro como reguladores clave de la progresión de la enfermedad
Durante muchas décadas, los neurocientíficos creyeron que la acumulación de placas amiloides y ovillos Tau no sólo era un signo de Alzheimer, sino también su responsable directo. Esta suposición también llevó a los fabricantes de fármacos a invertir fuertemente en moléculas dirigidas al amiloide y la tau, pasando por alto la contribución de otros procesos cerebrales, como el sistema neuroinmune.
Descubrimientos recientes de grupos como el de Pascoal sugieren que la alteración de otros procesos cerebrales, como el aumento de la inflamación cerebral, podría ser tan importante como la propia carga amiloide a la hora de iniciar la cascada patológica de muerte neuronal que causa el rápido deterioro cognitivo.
En una investigación anterior, Pascoal y su grupo descubrieron que la inflamación del tejido cerebral desencadena la propagación de proteínas patológicamente mal plegadas en el cerebro y es una causa directa del deterioro cognitivo final en los pacientes.
Los astrocitos son células especializadas que abundan en el tejido cerebral. Al igual que otros miembros de la glía -las células inmunitarias residentes en el cerebro-, los astrocitos ayudan a las células neuronales suministrándoles nutrientes y oxígeno y protegiéndolas de agentes patógenos. Pero como las células gliales no conducen la electricidad y, al principio, no parecían desempeñar un papel directo en la comunicación entre neuronas, su función en la salud y la enfermedad se había pasado por alto. Las últimas investigaciones de Pitt cambian esta situación.
«Los astrocitos coordinan la relación entre el amiloide cerebral y la proteína tau como un director de orquesta», afirma la autora principal del estudio, la doctora Bruna Bellaver. «Esto puede cambiar las reglas del juego en este campo, ya que los biomarcadores gliales en general no se tienen en cuenta en ningún modelo principal de enfermedad».
Los científicos analizaron muestras de sangre de participantes en tres estudios independientes de ancianos sin deterioro cognitivo en busca de biomarcadores de la reactividad de los astrocitos -proteína ácida fibrilar glial, o GFAP- junto con la presencia de tau patológica. El estudio demostró que sólo aquellos que daban positivo tanto para el amiloide como para la reactividad astrocitaria mostraban indicios de desarrollo progresivo de la patología tau, lo que indicaba predisposición a los síntomas clínicos de la enfermedad de Alzheimer.
Con el objetivo de detener antes la progresión de la enfermedad, los ensayos se están desplazando a fases cada vez más tempranas de la enfermedad presintomática
Los resultados tienen implicaciones directas para futuros ensayos clínicos de candidatos a fármacos contra el Alzheimer. Con el objetivo de detener antes la progresión de la enfermedad, los ensayos se están desplazando a fases cada vez más tempranas de la enfermedad presintomática, lo que hace que el diagnóstico precoz correcto del riesgo de Alzheimer sea fundamental para el éxito. Dado que un porcentaje significativo de individuos con amiloide positivo no progresará a formas clínicas de Alzheimer, la positividad amiloide por sí sola no es suficiente para determinar la elegibilidad de un individuo para una terapia.
La inclusión de marcadores de la reactividad de los astrocitos, como el GFAP, en el panel de pruebas diagnósticas permitirá mejorar la selección de pacientes con probabilidades de progresar a fases posteriores del Alzheimer y, por tanto, ayudar a afinar la selección de candidatos a intervenciones terapéuticas que tengan más probabilidades de beneficiarse.
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