El calor causó más de 47.000 muertes en Europa en 2023, el segundo peor verano de la última década

De las 47.690 muertes estimadas en 2023 en el conjunto de los 35 países, 47.312 se habrían producido en el periodo más caluroso del año (entre el 29 de mayo y el 1 de octubre). Los países con mayores tasas de mortalidad relacionada con el calor, teniendo en cuenta el número de habitantes, se encontraban en el sur de Europa, concretamente Grecia (393 muertes por millón), Bulgaria (229 muertes por millón), Italia (209 muertes por millón), España (175 muertes por millón), Chipre (167 muertes por millón) y Portugal (136 muertes por millón).

Esta cifra solo es superada por la mortalidad del verano de 2022, cuando otro trabajo publicado en 'Nature Medicine' estimó que el calor causó más de 60.000 muertes, lo que representa la mayor carga de mortalidad relacionada con el calor de la última década.

Pero ¿cómo se determina que una muerte se ha producido por el exceso de calor? «El calor no es una causa directa de mortalidad. Las muertes se dan en personas con comorbilidades previas porque el calor acentúa estas afecciones. Para calcularlo usamos modelos estadísticos en los que vemos la asociación entre temperaturas diarias y mortalidad totales. Ahí comprobamos cómo con ciertos cambios de temperatura aumenta la mortalidad total. Cuando analizamos los veranos, la mortalidad extra viene asociada a más calor de lo normal«, explica a ABC Marcos Quijal-Zamorano, investigador del ISGlobal y uno de los autores del estudio.

A diferencia del verano de 2022, que se caracterizó por temperaturas extremas persistentes en la parte central de la estación, desde mediados de julio hasta mediados de agosto, en 2023 no se registraron grandes anomalías térmicas durante las mismas semanas. Sin embargo, dos episodios de altas temperaturas a mediados de julio y finales de agosto habrían sido responsables de más del 57% de la mortalidad global estimada, con más de 27.000 muertes.

Los datos muestran además una mayor vulnerabilidad de las mujeres y las personas mayores. La tasa de mortalidad relacionada con el calor fue un 55% más alta en ellas que en ellos, y un 768% más alta en personas mayores de 80 años que en personas de entre 65 y 79 años. «Las personas mayores son las más vulnerables porque tienen más comorbilidades previas que se acentúan con el calor», explica Marcos Quijal-Zamorano. En el caso de las mujeres, no está del todo clara la causa, aunque la mayoría de hipótesis apuntan a que tiene que ver con su mayor esperanza de vida.

A pesar de que las cifras de muertes por calor son altas, los autores del estudio aseguran que la vulnerabilidad a las temperaturas elevadas de las sociedades europeas ha disminuido progresivamente a lo largo de este siglo. Si hubiéramos tenido estas temperaturas actuales a principios de siglo, la mortalidad habría sido mayor. Para comprobarlo, el equipo ajustó el mismo tipo de modelo a los datos de temperatura y mortalidad de los periodos 2000-2004, 2005-2009, 2010-2014 y 2015-2019. Después, introdujeron las temperaturas y las cifras de mortalidad de 2023 en cada uno de los cuatro modelos para estimar el número de muertes que se habrían producido en cada periodo si las temperaturas hubieran sido tan altas como en 2023.

Utilizando este método, se calculó que si las temperaturas registradas en 2023 se hubieran producido en el periodo 2000-2004, la mortalidad estimada relacionada con el calor habría superado la cifra de 85.000 muertes, es decir, un 80% superior a la vulnerabilidad al calor en el periodo 2015-2019. En el caso de las personas mayores de 80 años, el número de decesos se habría más que duplicado, pasando de 1.102 a más de 2.200.

Esta adaptación al aumento de las temperaturas responde, según el investigador, a que la población es ahora más consciente de los riesgos y se toman medidas. «Tenemos más cuidado con la gente mayor, somos más conscientes de qué podemos hacer y qué no, se están haciendo planes urbanos con más espacios verdes y los sistemas de prevención temprana mediante alerta por olas de calor son más precisos», apunta Marcos Quijal-Zamorano.

Pero la realidad es que, a pesar de esa adaptación, las cifras de muertes asociadas al calor siguen siendo elevadas. Esto responde a dos factores. Por un lado, que cada verano tenemos más olas de calor con más días con temperaturas extremas; y por otro, que hay medidas que pueden optimizarse. «En España se deberían mejorar las infraestructuras de los edificios respecto al calor y el frío, diseñar más espacios verdes, así como refugios climáticos públicos que provean de espacios frescos cuando llegan olas de calor porque, aunque hay más acceso al aire acondicionado, es algo caro que no todas las personas pueden permitirse usar. Además, los sistemas de prevención temprana de ola de calor deberían estar más dirigidos a las personas vulnerables», enumera el investigador de ISGlobal.

En el estudio se advierte que estas cifras pueden subestimar la carga real de mortalidad relacionada con el calor. Debido a la falta de disponibilidad de registros de mortalidad diarios y homogéneos durante el año 2023, se tuvo que utilizar recuentos semanales de muertes de Eurostat. En un estudio reciente publicado en Lancet Regional Health - Europe, el mismo equipo mostró que el uso de datos semanales conduciría a una subestimación de la carga de mortalidad relacionada con el calor, y describió una metodología para corregir este sesgo. Teniendo esto en cuenta, los investigadores estiman que la cifra probable de muertes relacionadas con el calor en 2023 podría haber sido en realidad del orden de 58.000 muertes en los 35 países estudiados, aunque sólo podría obtenerse una estimación más precisa si se pusieran a disposición de la comunidad científica bases de datos de mortalidad mejoradas.