La vida de Pilar Soto, la azafata del 'Grand Prix' que tuvo problemas con las drogas y acabó en un convento como monja
Durante la primera etapa del programa ejerció de ayudante de Ramón García, lo que le valió gran popularidad dado el éxito del concurso del verano por excelencia
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María Carbajo
Los más millenials del lugar seguro recuerdan la primera etapa del Grand Prix, que está haciendo las delicias de todos con su segunda entrega en la actualidad aunque con algunas importantes diferencias.
Una de ellas es que Ramón García, su mítico y eterno ... presentador, no cuenta con la ayuda de Pilar Soto, la que fuera su escudera y azafata durante aquella primera exitosa etapa del concurso del verano por excelencia.
Muchos se han preguntado qué fue de ella y por qué no ha regresado al espacio, como sí lo ha hecho el propio García y otros elementos claves del programa, como los bolos o los padrinos de los pueblos participantes.
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El motivo es que la vida de Soto no siguió el cauce de la fama a la que catapultó su paso por el programa y, en cambio, vivió varias penalidades que le sumieron en una vida obligada a vivirse fuera de los focos.
La gestión del éxito en primera instancia le llevó a sumirse en un estado de inestabilidad emocional que se agravó con la bulimina y la anorexia que padecía.
Soto no sólo había sido la chica del Grand Prix en 1999 sino que también apareció en 'Al salir de clase', lo que elevó su prestigio.
Anorexia, bulimia, drogas y alcohol
Pero ella no supo gestionarlo: «El tipo de vida que llevaba me llevó a vivir hasta en siete países distintos. El hecho de que nunca nadie estuviera esperándome al volver me resultaba durísimo. Siempre estaba sola, estaba vacía. No tenía amigos y no tenía a nadie. Comenzaron a sucederme una serie de circunstancias muy dramáticas y caí en algo terrible que se llama bulimia», contaba ella misma en 'Camino católico', según recoge el diario As.
El trastorno alimenticio se mezcló con una fuerte adicción a diferentes drogas y al alcohol, lo que agravó su estado físico, ya de por sí deterioriado: llegó a pesar apenas 37 kilos.
Los médicos temieron por su vida y, de hecho, así se lo comunicaron. Esa sensación de temor fue la que le condujo a tomar una decisión: entregar su vida a Dios.
Siete años en las Clarisas
«En ese momento, llamé a Cristo y con los ojos de mi alma, vi su rostro. Estaba todavía en la cruz, lloraba. Y pensé: 'Dios mío, ¿qué he hecho? Perdóname, Señor. Así no, Señor. No es mi hora. Ahora entiendo que nada justifica haber atentado contra el cuerpo que me has dado», explicó a la misma publicación religiosa sobre ese punto de inflexión en su vida.
Fue entonces cuando tomó la determinación de unirse al convento de las Clarisas de Madridejos (Toledo), donde vivió los siguientes siete años de su vida.
La última aparición televisiva de la otrora azafata del grand Prix se produjo en 2014, en el 'Deluxe' de 'Sálvame', donde fue entrevistada por Jorge Javier Vázquez.
«Bailé muchas veces con la muerte», confesó en esa ocasión. Desde entonces, casi nada se sabe del rumbo que ha tomado la vida de Soto, que consiguió salvarse gracias a la reclusión y la fe.
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