El pueblo de Italia donde se habla catalán y tienen de postre crema catalana: este es el motivo

Este hecho sorprendente está profundamente arraigado en la historia de la ciudad, ya que Alguer formó parte de la Corona de Aragón durante la Edad Media, y ese legado cultural y lingüístico sigue vivo hasta el día de hoy.

Alguer se diferencia de la mayoría de los pueblos italianos no solo por su idioma, sino también por su singular historia. A partir del siglo XIV, tras la conquista de Cerdeña por la Corona de Aragón, una gran parte de la población originaria de Alguer fue desplazada y sustituida por colonos catalanes. Este proceso de «catalanización» dejó una marca profunda que persiste hasta la actualidad. Aunque hoy en día el catalán que se habla en Alguer, conocido como el «alguerés», ha evolucionado al mezclarse con el sardo (idioma local de Cerdeña) y el italiano, sigue siendo claramente reconocible como catalán.

Curiosamente, fuera de España, el catalán solo se habla de manera oficial en dos lugares: Andorra y Alguer, lo que convierte a esta ciudad italiana en un auténtico tesoro cultural. Al caminar por sus calles, los visitantes pueden encontrarse con rótulos y señales en catalán, como «carrera de Mallorca», en lugar del italiano «via» o «calle», lo que refuerza aún más el carácter único de esta comunidad.

Sin embargo, a pesar de compartir la lengua, el catalán que se habla en Alguer no es exactamente igual al que se habla en Cataluña hoy en día. Los siglos de aislamiento geográfico y la influencia de otros idiomas han hecho que el alguerés tenga particularidades que lo distinguen del catalán estándar. Es común escuchar que este dialecto suena como «un catalán de la Edad Media», ya que ha conservado algunas formas arcaicas que se han perdido en la península. No obstante, esta mezcla lingüística entre el catalán, el sardo y el italiano no hace más que enriquecer la experiencia de visitar Alguer, dándole una atmósfera única donde convergen múltiples culturas.

Pero la herencia catalana no solo se refleja en el idioma. También es visible en la gastronomía de Alguer, donde uno de los postres más queridos es la famosa crema catalana. Este delicioso manjar, que tiene siglos de historia en Cataluña, se ha convertido en una parte integral de los menús locales. La influencer, en su visita a Alguer, relata cómo probó por primera vez la crema catalana en un restaurante local, describiendo su sabor a canela y la textura suave del postre. Aunque pueda parecer insólito disfrutar de un postre tan icónico de Cataluña en un rincón de Italia, es una muestra más de cómo las tradiciones culinarias también han sobrevivido al paso del tiempo y la distancia.

Más allá de su singular herencia cultural, Alguer es un lugar que conquista a quienes lo visitan. Con sus playas de aguas cristalinas, su casco antiguo lleno de calles estrechas y empedradas, y la amabilidad de sus habitantes, no es difícil entender por qué muchos viajeros, como Raquel, se sienten inmediatamente atraídos por este destino. Para quienes buscan una experiencia que combine la riqueza de la historia, la belleza natural y una inmersión en una cultura que fusiona lo mejor de Cataluña e Italia, Alguer es una opción incomparable.

La ciudad italiana es un ejemplo vivo de cómo la historia y la cultura pueden entrelazarse para crear lugares únicos en el mundo. En este pueblo catalán en el corazón de Italia, los visitantes no solo tienen la oportunidad de escuchar el catalán en sus calles, sino también de saborear platos que traen un pedazo de Cataluña a la isla de Cerdeña. El hecho de que los locales sigan hablando catalán y manteniendo tradiciones como la crema catalana demuestra el poder de la identidad cultural y su capacidad de perdurar a lo largo de los siglos.

Para quienes buscan un destino lleno de historia y curiosidades, Alguer ofrece una experiencia única que combina lo mejor de dos mundos. Desde el idioma hasta la gastronomía, este rincón de Cerdeña invita a descubrir una parte inesperada de la historia catalana fuera de España, haciendo que cada visita sea un viaje fascinante al pasado, con un sabor auténtico del presente.