Un portero de discoteca revela los verdaderos criterios que usan para permitir o denegar la entrada de las personas

Lo primero que cuenta Antonio es que es un empleo muy sacrificado. «Hay que ser muy joven. Es pan para hoy y hambre para mañana. Vives de noche y el ser humano no está preparado para eso. Te levantas enfadado», comenta.

Indica que «los únicos que ganan dinero son los dueños de los negocios» y es complicado no caer vicios. «La mayoría de mis compañeros tenían problemas con el alcohol y las drogas», asegura.

En su caso, como portero, afirma que debe lidiar con otras dificultades y tratar con personas que calaifica de «conflictivas». «La discoteca de Fuengirola en la que trabajé combinaba extranjero rollo guiris con colombianos, africanos, españoles... No puedes juntar a toda esa gente en el mismo sitio. Eso explota. No es racismo, es realidad», señala.

En la charla, el exportero de discoteca ha revelado los criterios que aplican para permitir la entrada en el local o no a los clientes. «Los dueños te piden un filtro y una serie de cosas. Te dicen: 'No queremos este tipo de gente'. Por ejemplo, en Málaga con los marroquíes tienen su cosa», desvela.

El hombre dice que «racistas son» porque «te piden que el típico chico árabe no pase». «Pero solo un perfil concreto, hay otros que sí los permiten», aclara.

¿Y cómo hacen esta clasificación? Antonio lo explica: «Tú sabes si alguien te la puede liar. Lo ves. No por la pinta porque puede ser el mejor vestido». El exportero sostiene que hacen hincapié en lo que ellos llaman como «brillibrilli». «Hay que fijarse en ciertas marcas de ropas que se notan que no son suyas, en aquellos que tienen apariencia de narco. Son los que gastan, pero la imagen que recibe la discoteca...», declara.

El hombre describe exactamente el estereotipo de estos clientes: «Ves a un tío que llega con una gorra de Gucci, la cachimba y con cara de perdonándote la vida... te cagas vivo. A ese perfil se le dice que no, aunque sea una bellísima persona».

El exempleado de discoteca confirma que solo generan conflicto. «El narco te la va a liar, pero no ahí. Irá al día siguiente, a puerta cerrada y con otra otra gente, y te la va a clavar. No puedes hacer bien tu trabajo. Sabes que con la personas equivocada les puede costar un disgusto», reflexiona.