Una peregrina revela la cruda realidad del Camino de Santiago: «Aquí algunos terminan a hostias»
La creadora de contenido explica lo que ocurre cuando se juntan las expectativas de paz y espiritualidad con caminar decenas de kilómetros diarios y convivir con desconocidos
Un refugio entre Francia y España donde emocionan las vistas de los Pirineos

El Camino de Santiago, más allá de su carácter religioso, es una experiencia que millones de personas de todo el mundo emprenden cada año movidas por los motivos más diversos. Algunos buscan reencontrarse consigo mismos, otros escapan del estrés de la vida moderna y no faltan quienes simplemente lo hacen por turismo, deporte o tradición. Sin embargo, lo que rara vez se cuenta es lo que ocurre cuando se juntan las expectativas de paz y espiritualidad con la dura realidad de caminar decenas de kilómetros diarios y convivir con desconocidos en los albergues del camino. Eso es precisamente lo que ha querido mostrar la creadora de contenido conocida como 'Nosomosnadie', una influencer que decidió lanzarse al Camino de Santiago en busca de paz mental, pero que terminó por encontrarse con una verdad que pocos se atreven a contar.
«Me he venido a hacer el Camino de Santiago porque estaba un poco estresada, tenía algo de ansiedad, no dormía bien y me he dicho a mí misma: 'pues tira para el monte y cuando te pongas a andar 20, 30 kilómetros al día verás cómo se te pasan las tonterías, además allí no te vas a encontrar nada más que buena gente, si todos sabemos que los que hacen el camino son seres de luz'», arranca la peregrina en el vídeo. Pero la idealización le duró muy poco. «Llevo un día y yo no sé cómo explicaros esto, pero tengo el convencimiento de que antes de que termine la semana, aquí algunos terminan a hostias», confiesa tras apenas 24 horas de peregrinación.
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El detonante de su revelación fue la lucha encarnizada por conseguir un lugar donde dormir. «Resulta que ayer en el albergue éramos 60 personas, y en el albergue al que tenemos que ir hoy hay 40 plazas. Si no llegas a tiempo para coger tu plaza tienes que seguir unos cuantos kilómetros más hasta otro pueblo», relata. Una situación que convierte la espiritualidad del camino en una especie de 'Pekín Express' a lo salvaje. «Como alguien ha llamado para intentar reservar y le han dicho que ahí no se reserva, que el que llegue pilla cama, pues esto está siendo 'ratas a la carretera', 'Pekín Express', 'El juego del calamar' y el 'adivina quién muere esta noche'», describe.
Sin embargo, uno de los momentos más surrealistas que comparte es el que protagoniza con una peregrina portuguesa: «Casualmente antes de la cena escuché a una portuguesa hablando por teléfono diciendo que ella no se iba a quedar en la calle, que si hacía falta cogía un 'Blablacar' o lo que hiciera falta, pero que en la calle no se iba a quedar. Pues esta mañana en cuanto he visto que se metía al cuarto de baño se lo he atrancado con un palo de una escoba y debe estar todavía intentando salir, pero esa a mí no me va a quitar la cama».
Sálvese quien pueda
Y por si fuera poco el estrés diario por avanzar y llegar antes que los demás, las noches tampoco le ofrecen mucho consuelo. «Si tengo un poco más de suerte y consigo dormir porque esta noche ha sido tremenda, no he pegado ojo. Me he metido en la misma habitación con seis jugadores de fútbol americano, cuatro alemanes y dos francesas. No te puedes imaginar cómo olía aquella habitación». En ese sentido, lo que prometía ser un momento de descanso, se convirtió en una odisea de ronquidos y flatulencias: «A eso de las diez y media ha empezado un concierto de instrumentos de viento… Entre las ventosidades y los ronquidos, pues la verdad no pensaba que fuera a dormir y al final he caído redonda, mira tú, no sé si dormida o anestesiada o gaseada, pero algo he conseguido dormir». «Vamos, que al final esto es un sálvese quien pueda», añade.
Por último, la creadora de contenido revela una situación que ejemplifica claramente este clima tan hostil: «Acabo de rebasar a una italiana que me llevaba ventaja y la veía yo que iba delante de mí y de repente ha pisado mal y se ha resbalado. Menos mal que la mochila le ha hecho un poco de colchoneta. La vi yo ya desde lejos que no se podía levantar, estaba así moviendo las patitas que parecía una cucaracha. Y digo: '¿la ayudo o no la ayudo?' y digo 'no, no la voy a ayudar porque si no es una cama más por la que luchar'. Entonces he pasado por al lado y le digo '¿qué, estirando? Pues ala, buen camino'».
Con este relato, la creadora de contenido ha tratado de desmitificar el Camino de Santiago mostrando que, en ciertas circunstancias, la experiencia puede sacar lo mejor… y lo peor de cada uno. Y aunque no se haya encontrado precisamente con «seres de luz», la peregrina ha revelado una faceta muy humana de esta travesía milenaria: la lucha por sobrevivir, dormir, y llegar.
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