Una paramédico acude a un accidente para reanimar a una joven y descubre minutos más tarde que es su hija
La profesional llegó al lugar de los hechos para socorrer a la adolescente, pero finalmente no pudo hacer nada para salvar su vida
Un padre se entera por televisión de la muerte de su hija y su nieta: «Suplicaba que no fueran ellas»
Madrid
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Iniciar sesiónJayme Erickson vivió su «peor pesadilla» el pasado 15 de noviembre. Esta paramédico canadiense recibió una llamada para acudir a un accidente de tráfico que habían tenido dos jóvenes. Minutos más tarde descubrió que una de ellas era su hija.
Ha sido ... la propia mujer la que ha contado a través de su cuenta de Facebook cómo ocurrieron los hechos. La profesional estaba esa noche haciendo su turno junto a un compañero. A las 4:30 horas de la madrugada fueron alertados del incidente. Al parecer, un coche había perdido el control y colisionó contra un camión.
Rápidamente se desplazaron hasta el lugar del suceso. Cuando llegaron, encontraron a dos adolescentes heridas. Una de ellas consiguió salir del vehículo, pero la otra quedó atrapada dentro. «La atendí e hice lo que pude mientras la sacaban», relata. Finalmente, la joven tuvo que ser trasladada por aire a urgencias debido a la gravedad de sus heridas, aunque no pudieron hacer nada para salvarla.
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Sin embargo, lo que Jayme no sabía es que su vida no volvería a ser la misma. «Mi turno terminó y me fui. Minutos más tarde de llegar a casa sonó el timbre. La policía estaba en mi puerta y me informó de que mi hija había tenido un accidente. Me llevaron para verla y me dijeron que sus lesiones no eran compatibles con la vida», cuenta la paramédico.
«Sus heridas eran tan graves que ni siquiera la reconocí»
Fue en ese momento cuando se enteró de que la víctima a la que acababa de socorrer era su hija Montana, de 17 años. «La paciente que acababa de atender era de mi propia sangre. Mi única hija. Sus heridas eran tan horribles que ni siquiera la reconocí», relata en su muro de Facebook.
La paramédico escribió estas palabras para informar a sus familiares y amigos de la repentina pérdida. «Mi peor pesadilla se ha hecho realidad. Estamos abrumados por el dolor y absolutamente destrozados. El dolor que estoy sintiendo es indescriptible. No puedo evitar estar enfadada por el poco tiempo que me han dado con ella. 17 años no han sido suficientes. Me falta un pedazo de mí», concluye.
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