Un nutricionista pasa 30 días comiendo únicamente alimentos ultraprocesados para analizar sus efectos: «Si continúas con esta dieta...»
El creador de contenido decidió ir más allá de la teoría y experimentar en sus propias carnes los efectos de este tipo de alimentación
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Iniciar sesiónMantener una alimentación saludable es esencial para garantizar una vida plena y prevenir enfermedades. Sin embargo, en un mundo donde la comida rápida y los alimentos ultraprocesados dominan las mesas de millones de personas, llevar una dieta equilibrada se convierte en ... un desafío diario. Conscientes de sus riesgos, médicos y especialistas advierten sobre los peligros de este tipo de dietas, pero ¿qué ocurre realmente cuando alguien se alimenta exclusivamente de ultraprocesados?
Para responder a esta pregunta, el nutricionista brasileño Samuel Pompeu, de 35 años, decidió ir más allá de la teoría y experimentar en sus propias carnes los efectos de este tipo de alimentación. Durante 30 días, consumió exclusivamente productos ultraprocesados para entender el impacto que tiene en el cuerpo un patrón alimenticio que es la norma para muchas personas en todo el mundo. «Quería experimentar en mi piel lo que muchos de mis pacientes enfrentan a diario», explicó Pompeu, quien lleva más de 15 años manteniendo un estilo de vida saludable.
El plan del nutricionista era reproducir los hábitos de una persona con una rutina ocupada y opciones alimentarias limitadas. Su menú diario incluía pan con margarina, jamón y queso en el desayuno; frituras en el almuerzo; pasteles con batido de chocolate en la merienda y comida rápida en la cena. Entre comidas, añadía bocadillos, alimentos congelados y bebidas azucaradas, alcanzando un consumo de entre 3.000 y 4.000 calorías diarias.
El impacto en su salud
Desde las primeras 24 horas, los efectos comenzaron a notarse. «Tuve constantes dolores de cabeza y acidez de estómago. También experimenté picos de presión arterial alta», señaló Pompeu, confesando que, a medida que avanzaban los días, estos síntomas se intensificaron.
Al final del experimento, los resultados fueron alarmantes. Pompeu ganó 4,5 kilos, principalmente de grasa, y sus niveles de colesterol aumentaron en un 20%. Además, las pruebas indicaron un aumento preocupante de las enzimas hepáticas TGO y TGP, que señalan daños en el hígado. Un endocrinólogo que lo evaluó le confesó: «Si continúas con esta dieta, podrías desarrollar una enfermedad hepática grave».
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Un impacto más allá de su salud
Sin embargo, el experimento no solo afectó a Pompeu. Su entorno también se vio influenciado por sus nuevos hábitos alimenticios. «Mi esposa, que normalmente mantenía una dieta saludable, ocasionalmente terminaba comiendo algo que yo tenía en casa, como pizza o galletas rellenas», comentó. Esto le permitió reflexionar sobre cómo las dinámicas sociales y familiares dificultan el cambio hacia una alimentación más equilibrada. «En el trabajo, por ejemplo, si todo el mundo come mal, la persona acaba cediendo. La practicidad de los ultraprocesados es una trampa difícil de evitar», señaló.
Lecciones aprendidas y estrategias para el cambio
Tras los 30 días, Pompeu regresó a su dieta habitual basada en alimentos frescos y ejercicio físico. Los síntomas desaparecieron y los valores en sus pruebas médicas comenzaron a normalizarse. Ahora planea usar su experiencia para ayudar a sus pacientes a adoptar hábitos más saludables.
«La dieta ultraprocesada es mucho más fácil y realmente práctica, pero sus consecuencias son devastadoras. Ahora he desarrollado estrategias más realistas para quienes quieren cambiar. Lo principal es involucrar a la familia, adaptar el entorno, preparar la propia comida e invertir tiempo en planificación. Es un esfuerzo que, a largo plazo, salva vidas», concluyó.
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