Un médico revela las horas que debemos dormir dependiendo de la edad: «El 80% de los adultos...»
Según el experto, no podemos descansar lo mismo a los cinco años que a los cuarenta
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Madrid
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Iniciar sesiónDormir bien no es un lujo, es una necesidad. Así lo afirman cada vez más expertos en salud, que insisten en que el descanso es uno de los pilares fundamentales para llevar una vida sana. Sin embargo, en una sociedad marcada por las ... prisas, los turnos de trabajo variables y los compromisos sociales o familiares, lo habitual es que el sueño sea uno de los primeros sacrificios que hacemos en nuestra rutina. No dormimos lo que necesitamos, y eso tiene consecuencias. En ese sentido, el doctor Eduardo Estivill Sancho, médico neurofisiólogo y referente en trastornos del sueño, ha explicado en el podcast 'Tengo un Plan' cuántas horas necesitamos dormir en función de nuestra edad. Y lo ha hecho con una metáfora muy gráfica, comparando nuestro cuerpo con un taller que necesita tiempo para repararse, aprender y rendir al día siguiente.
Según el experto, no se trata de descansar por descansar, sino de comprender que, igual que un coche necesita una revisión periódica, nuestro cuerpo y nuestra mente precisan de un tiempo mínimo de sueño para mantenerse en forma. Y ese tiempo cambia con la edad. «Esto es muy fácil si entendemos que, en función de la edad, este taller tiene que funcionar un número determinado de horas», explica el especialista.
Las horas necesarias de descanso según la edad
El ciclo vital condiciona el ritmo y la intensidad del aprendizaje, el desgaste físico y la actividad emocional, y todo ello influye directamente en nuestras necesidades de descanso. Por eso, según el médico, no podemos dormir lo mismo a los cinco años que a los cuarenta, ni pretender que las cuatro o cinco horas de sueño a las que muchos adultos se han acostumbrado por exigencias del día a día sean suficientes. No lo son.
El experto lo deja claro con varios ejemplos muy ilustrativos. «Por ejemplo, un niño de cinco años que aprende muchas cosas y que se mueve muchísimo, es decir, que la reparación tanto física como intelectual, necesita que este taller funcione 11 horas. Por esto los bebés, los niños más mayores duermen 11 horas», señala. Es decir, el desarrollo infantil exige un sueño prolongado, no es un capricho ni una imposición de los padres, sino una necesidad biológica. Dormir poco puede afectar al rendimiento escolar, al estado de ánimo e incluso al crecimiento.
Luego vienen los adolescentes, un colectivo que suele acostarse tarde, usar el móvil en la cama y levantarse temprano por la mañana para ir al instituto. El resultado es, muchas veces, una falta de sueño crónica. «Un adolescente necesita nueve, porque todavía se mueve mucho y todavía aprende mucho», aunque «ningún adolescente duerme nueve horas», lamenta el especialista. La adolescencia es un periodo crítico en el desarrollo cerebral y emocional, y no descansar adecuadamente puede provocar problemas de concentración, ansiedad o irritabilidad. Sin embargo, la realidad es que la mayoría de jóvenes duermen bastante menos de lo que deberían.
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En el caso de los adultos, el doctor lanza una advertencia: «Un adulto, estadísticamente, el 80% de los adultos, necesita entre 7 y media y ocho horas, pero las necesita cada día de la semana, cada semana del mes, cada mes de cada año. Esto es muy importante». Es decir, no vale con recuperar el sueño el fin de semana ni pensar que una siesta compensará una mala noche. El cuerpo necesita regularidad y constancia.
Cabe destacar que lo que propone el experto no es una teoría abstracta, es una guía práctica para mejorar nuestra calidad de vida. Dormir las horas necesarias, en función de nuestra edad, no solo nos ayuda a tener más energía, sino que mejora nuestro sistema inmune, favorece el equilibrio emocional, refuerza la memoria y disminuye el riesgo de enfermedades cardiovasculares y metabólicas. En un momento en el que el estrés, la ansiedad y el cansancio parecen formar parte de nuestro día a día, quizás la clave no esté en hacer más, sino en parar. En dormir. Y en hacerlo bien.
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