Una ganadora de Euromillones relata cómo es su vida tras ganar la lotería: «No voy a dejar...»
Ceri Roberts, una mujer galesa de 43 años, cuenta con detalle cómo se comporta y qué hace desde que su cuenta corriente tiene muchos más ceros
Condenan a un matrimonio valenciano a devolver once millones de euros de un premio de la Lotería Nacional
¿Cómo cambiaría tu vida si de repente tuvieras un millón de euros? ¿Cambiarías tus restaurantes de picoteo de 20 euros cabeza por algunos más sofisticados o el Primark por Gucci? Como en todo, hay gente para cualquiera de las opciones.
La protagonista de ... esta historia tenía muy claro en qué lado iba a estar una vez que descubrió que había sido agraciada con 'El millón' que cada semana otorga la lotería europea de Euromillones.
Se trata de Ceri Roberts, una mujer natural de Gales, de 43 años que logró el premio hace ahora un año. ¿Su vida doce meses después? Prácticamente la misma.
La mujer y su marido han contado su historia en diversos medios británicos y su día a día ha llamado la atención a propios y extraños.
El único 'capricho', si es que se puede llamar así a una inversión de negocio, que se han dado desde que les tocó la lotería fue comprar una casa de huéspedes.
Una vida sin lujos
Por lo demás, ella tiene claro que no pretende derrochar y ni siquiera a sus hijos les ha comprado regalos más extravagantes de lo normal por Navidad o cumpleaños: «Ser capaces de darles bonitos recuerdos es mucho más importante que comprarles grandes y estrafalarios regalos», ha dicho, en declaraciones que recoge el 'Daily Mail'.
Ahora, claro, no tienen problemas para llegar a fin de mes gracias al dinero ahorrado y a los ingresos de la casa de huéspedes en la que también viven, pero a esa tranquilidad económica también contribuye su estilo de vida:
«Sigo sin ir a comprar a una tienda si sé que lo que quiero es más barato en otra. No creo que eso cambie nunca», comentaba Ceri.
Para ellos, ganar el Euromillón ha supuesto tranquilidad y poder vivir de la satisfacción de regentar una casa que, junto con el trabajo de Paul –gerente de un campo de golf–, les da suficiente: «No voy a dejar de trabajar», insiste. Sin excesivos lujos tienen la vida soñada.
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