Un farmacéutico aclara por qué nos entra sueño después de comer: «Es una absoluta prioridad»

Según el célebre creador de contenido farmacéutico Fernández, «Nuestro organismo prioriza absolutamente el suministro de oxígeno al cerebro», por lo que esta teoría no tiene fundamento.

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La verdadera razón detrás de la somnolencia postprandial está relacionada con el aumento de los niveles de glucosa en la sangre después de comer.

Fernández explica en un reciente vídeo que «después de comer aumentan los niveles de glucosa y esto hace que se libere insulina». La insulina, una hormona esencial en el metabolismo, se encarga de eliminar de la sangre todos los aminoácidos, excepto el triptófano, el cual es conocido por inducir el sueño. Este proceso ayuda a entender por qué nos sentimos cansados después de una comida rica en carbohidratos.

Pero el triptófano no es el único factor que contribuye a esta sensación: «Además, se libera leptina, la hormona de la saciedad, que inhibe el cortisol», comenta Fernández.

El cortisol es una hormona que nos mantiene activos y alerta, y su inhibición es otro factor que contribuye al cansancio y la somnolencia que sentimos tras comer.

La intensidad de esta somnolencia puede variar según la cantidad y el tipo de alimentos que hayamos ingerido. Fernández señala que «cuanto más copiosa y más rica en glucosa es la comida, pues más se nota». Por lo tanto, si tu almuerzo ha sido especialmente abundante y dulce, es más probable que sientas una necesidad imperiosa de dormir una siesta.

Además de los factores hormonales, el tipo de alimentos que consumimos puede influir en nuestro nivel de energía. Los alimentos ricos en carbohidratos y azúcares tienden a aumentar los niveles de glucosa en la sangre más rápidamente, lo que provoca una liberación de insulina más significativa. Esto explica por qué las comidas pesadas y azucaradas son las que más nos llevan a sentirnos somnolientos.

En contraste, una comida más equilibrada, rica en proteínas y grasas saludables, puede ayudar a mantener niveles de energía más estables. Incluir vegetales, granos enteros y proteínas magras en nuestras comidas podría reducir la sensación de somnolencia después de comer.

La costumbre de echarse una siesta, particularmente en países con climas cálidos, puede tener una base fisiológica en la respuesta natural del cuerpo a las comidas abundantes. La siesta no solo ayuda a recuperar energía, sino que también puede mejorar la productividad y el estado de ánimo para el resto del día.

Por tanto, la próxima vez que sientas esa irresistible necesidad de dormir después de comer, recuerda que es una respuesta natural de tu cuerpo a los procesos digestivos y hormonales en acción. Y si puedes permitírtelo, una breve siesta (15-20 minutos) podría ser justo lo que necesitas para recargar energías y seguir con tu día de manera más eficiente y con mejor ánimo.