Un experto en conducta canina explica por qué no es bueno saludar a los perros cuando entramos por la puerta: «No es falta de amor»
Víctor Mañero tiene claro que mostrarle afecto al llegar «puede ser mucho más dañino» de lo imaginado
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Un experto en conducta canina explica por qué no es bueno saludar a los perros cuando entramos por la puerta: «No es falta de amor»
España es un país amante de los perros. Se estima que en el país existen más de 9,2 millones de perros, de infinidad de razas, censados, también en viviendas de todo tipo. Y es que los perros son bienvenidos en familias ... urbanas, rurales, numerosas o monoparentales. En todos los casos, eso sí, es crucial instruir a los canes para que tengan buenos comportamientos.
Por este motivo, cada vez se le da más importancia a la figura del adiestrador canino, que ayuda a dar herramientas y trucos, que van mucho más allá de las recomendaciones con los orines o la obediencia básica y que fomentan que perros y humanos tengan relaciones sanas.
De ello habló precisamente hace un par de meses Víctor Mañero, un reconocido adiestrador conocido en parte por su perfil en redes sociales @coachpersonalcanino, que pasó por López & López podcast y habló de la importancia de que los perros tengan, además de amor, muchos límites. De sus reflexiones allí se viralizó un consejo sobre los saludos a los canes que supera ya los 1,4 millones de visualizaciones.
«Su corazón a tope»
«No saludes a los perros a la entrada», defiende el experto, recordando que muchos hayan considerado que esta actitud puede llegar a ser incluso un tipo de maltrato. Él expone que a menudo ocurre que cuando uno llega a casa el perro allí «está a toda pastilla, con su corazón a tope».
Mañero recuerda que le pasó una vez que estaba en casa de una familia que tenía un bulldog francés. Cuando era la hora de que la mujer volviera de trabajar «el bulldog estaba nervioso porque llegaba la dueña» y rememora que iba con el corazón muy acelerado y que al entrar ella lo frio a mimos. «El corazón si va a 180 lo pones a 220», ejemplifica él.
«El bulldog, que es un perro vago, tonto y terco que no sabe ni respirar y que parece que va roncando como un cerdito, infartó», desvela él, confesando que quedó traumado y estuvo dos semanas sin poder adiestrar. Además, esa familia no ha podido volver a tener otro cachorro en casa tras esa pésima experiencia.
Por todo ello, como recuerda la descripción del vídeo, Mañero avisa de que «saludar con euforia a un perro puede ser mucho más dañino de lo que imaginas» y que «lo que para ti es un gesto de cariño, para él puede ser una sobreexcitación que dispara el estrés y afecta directamente a su salud física». Así, remarca que actuar sin mostrar un gran cariño al reencontrarse con un perro «no es falta de amor».
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