Un estadounidense prueba snacks de España y opina: «El sabor...»
Cada vez más creadores de contenido se lanzan a probar los productos locales allá donde van
Una estadounidense que vive en España, sin palabras con las gasolineras de nuestro país: «Parece que lo hizo una abuela»

Cuando viajamos a otro país, todo se convierte en una aventura. Nos deslumbra la arquitectura, nos sorprende la historia, nos intrigan las costumbres y, cómo no, la gastronomía. El paladar, al igual que los ojos, descubre nuevas formas de mirar el mundo. Por eso, no es de extrañar que cada vez más creadores de contenido se lancen a probar los productos locales allá donde van. Y es que una bolsa de snacks puede contener más cultura que cualquier folleto turístico. Este es precisamente el caso de Ryan, un joven estadounidense afincado en Alemania que ha decidido cruzar la frontera para visitar España y compartir con sus seguidores su experiencia probando algunos de los snacks más populares del país.
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«Hoy probamos snacks españoles. Aterricé ayer en España y tenía que comprar algunos snacks», comenta mirando a cámara, como si estuviera a punto de desvelar un secreto nacional. La primera elección son los Cheetos Pelotazos, uno de los aperitivos más icónicos entre los españoles, sobre todo para quienes crecieron en los años 90 y 2000. «Me gusta el concepto, la forma, son como pelotas de fútbol», dice, inspeccionando el contenido de la bolsa. «El sabor… no saben mucho a queso», añade con cierta decepción. Su veredicto es claro: «6 de 10».
Su snack favorito
La siguiente parada en su ruta de sabores es una Fanta de naranja, otro clásico en cualquier refrigerador español. «Es más amarilla, como en Alemania», observa al abrir la lata, aunque lo que realmente le sorprende es el sabor. «Está bueno, auténtico sabor a naranja, sabor irresistible», afirma. «No puedo describirlo, pero realmente sabe a naranja», añade con una sonrisa que deja claro que este snack líquido ha ganado su corazón. Su nota: «9 de 10».
Después llega el turno de un producto que a muchos españoles les genera nostalgia: los Goblins, esas tortitas crujientes de maíz que inundan los pasillos de snacks de los ultramarinos de toda España. El estadounidense los elige sin saber muy bien si son conocidos o no. «Fui al supermercado y cogí cosas que parecieran interesantes. No sé si son conocidas o no», comenta mientras abre la bolsa. Al probarlos, su referencia es inmediata: «Si alguno de vosotros ha probado los Fritos clásicos, los de tipo tortitas de maíz…» Y tras pensarlo unos segundos, sentencia: «7 de 10».
Sin embargo, no todo iba a ser un paseo placentero. El siguiente producto en la lista es el Pandorino, un bollo esponjoso relleno de chocolate. «Es como una pequeña hamburguesa», bromea antes de darle un mordisco. Pero su cara lo dice todo. «El bollo me recuerda a una hamburguesa de pollo», dice con un gesto que revela que no ha sido su favorito. En esta ocasión, su puntuación baja notablemente: «4 de 10».
Para cerrar su degustación, el joven presenta uno de los dulces más reconocibles del lineal español, los Filipinos. «Ya solo el nombre es interesante, así que los tuve que coger», reconoce con humor. Tras probar uno, se encoge de hombros: «Nada muy loco, chocolate cubriendo una galleta». Sin entusiasmo, le pone un aprobado justito: «5 de 10».
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