Una española que vive en Japón denuncia el racismo que sufre en el trabajo por ser inmigrante: «No ha parado de hacerme la vida imposible»

Angy es una joven sevillana que desde hace unos meses se ha instalado en Japón y ha aprovechado su perfil de TikTok (@la.nieta.de.la.illi) para ir dando pinceladas sobre su vida en una sociedad totalmente distinta a la suya, y viviendo en un minipiso. Sus constantes choques culturales tienen enganchados a muchos.

Ahora acumula más de 644.000 visualizaciones en un vídeo que subió hace escasamente 24 horas y en la que denuncia estar sufriendo racismo en el hotel en el que está trabajando. «En el trabajo me hacen 'bullying' por ser inmigrante», asegura ella en una publicación en la que da los detalles sobre la situación que está viviendo.

«Tengo un compañero de trabajo que desde que llegué no ha parado de hacerme la vida imposible», confiesa ella, que ha notado como la «humilla». «Por haberme equivocado en una gilipollez, me la liaba pardísima y si tú vieras el asco, la rabia, el odio que se le nota en la mirada cada vez que me mira...», remarca ella, que recuerda que siempre se ha llevado bien con todo el mundo.

Angy no entiende que la trate así teniendo en cuenta que apenas la conoce y rememora que «llegó a decir delante mío 'no me gustan los extranjeros porque no hacen nada en el trabajo'». La andaluza insiste en que «solo me dirige la palabra para gritarme» y explica que habitualmente abre las puertas a patadas y que un día le dio un golpe a ella y «ni siquiera se giró a decirme 'perdón, estás bien'». «Nada, la cosa es tratarme con el mayor asco posible», se queja.

Además, la joven expone que no tiene estas actitudes solo con ella, ya que una compañera del trabajo nepalí le dijo un día «tranquila, a mi también me ha hecho llorar». Desde entonces se empezó a fijar en cómo trataba a los japoneses y a los extranjeros «y me di cuenta de que efectivamente este notas era racista».

Angy confiesa que «llegó un momento en el que ya por salud física y mental» habló con su jefe y, aunque «no quería ir de chivata», acabó explicándole la situación, que era «insostenible», y quien era. El responsable habló con esta persona y en principio se iba a ir del trabajo pero al final no fue así. «Pues nada, me lo voy a tener que comer con papa, que me lo tengo que seguir encontrando...», lamenta ella, apuntando, eso sí, que desde ese momento el jefe no los volvió a poner juntos. Pero la historia no acaba aquí.

Y es que Angy ha visto en el horario del próximo mes que los dos están juntos y solos un día y por ello confiesa que, aunque falta un mes, «ya tengo ansiedad de lo que me pueda pasar» ese día o «la paranoia que me pueda decir» porque da por hecho que en algún momento ella puede tener algún fallo y él le va a «montar un pollo» y lo va a pasar mal.

«Siempre que tenía turno con él, no podía dormir y me despertaba con ansiedad y evidentemente yo lo estaba pasando fatal, como la mierda», reconoce la joven española. Con todo, Angy recuerda que, hace dos meses, un día que tuvieron que trabajar juntos a los ocho minutos del inicio de turno él le empezó «a liar un pollo por alguna paranoia» y dijo basta. «Mientras más me gritaba él, más le gritaba yo», remarca ella, que acabó consiguiendo que él se callara.

Desde ese momento, «lleva dos meses sin dirigirme la palabra», añade Angy, teniendo claro que plantarle cara fue «lo mejor que he podido hacer». Con todo acaba su vídeo insistiendo en que «no me esperaba en ningún momento eh sufrir racismo». «Yo no sabía que literalmente me estaba mudando a un país tan racista, esta no es la única vez que yo he sufrido racismo en este país», sentencia la joven, que promete contar otros episodios similares vividos.