Una española socorre a una mujer en un bar de Noruega y alucina con la actuación de la gente de este país: «Un poco de humanidad»
La creadora de contenido narró un incidente que presenció frente al restaurante en el que trabaja
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Madrid
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Iniciar sesiónMudarse a otro país puede ser una experiencia enriquecedora y transformadora. Conocer nuevas costumbres, aprender otro idioma, adaptarse a otro ritmo de vida… todo forma parte del proceso. Sin embargo, también implica enfrentarse a una serie de choques culturales que, en ocasiones, pueden dejarnos ... descolocados. Uno de esos choques, ha sido revelado por la creadora de contenido española Dua, que comparte en redes sociales cómo es su día a día trabajando como camarera en Noruega. En uno de sus últimos vídeos, la joven relata con estupor un incidente que presenció frente al restaurante en el que trabaja, y que ha desatado la indignación por la frialdad con la que, según su testimonio, reaccionaron algunos ciudadanos noruegos.
«La verdad es que alucino, acaba de pasar algo que me está dejando con la boca abierta, no lo entiendo, justo delante de mi restaurante, una señora con epilepsia se ha caído al suelo y se ha partido toda la frente», comenzaba su relato la española, visiblemente alterada por lo que acababa de presenciar.
Según cuenta, tanto ella como su jefe vieron a la mujer desplomarse y no dudaron en acudir rápidamente a socorrerla: «Corremos hacia ella para socorrerla y nada, yo, como no tenía el teléfono conmigo, aviso a dos mujeres que estaban sentadas en la terraza, que estaban tomando su traguito». Ante la urgencia, les pidió algo muy lógico: «¿Por favor pueden llamar a la ambulancia que la señora necesita ayuda?».
Una urgencia médica que nadie quiso atender
Sin embargo, lo que sucedió después la dejó aún más atónita. La mujer a la que pidió ayuda se levantó, se acercó a la señora herida y le preguntó si quería que llamaran a una ambulancia. La respuesta de la afectada fue negativa, producto del miedo y la confusión. Pero la realidad era otra: «No estaba bien, tenía esto (la frente) abierto… en fin, estaba fatal».
Y entonces llegó el primer gran desencuentro cultural, ya que, a pesar de que todo indicaba que la mujer necesitaba atención médica urgente, las clientas decidieron no intervenir.
La española pensaba que la situación estaba controlada: «Pensaba que sí, la cogimos, le ayudamos, le secamos la herida, la sentamos en la silla y dijimos: 'Bueno espera que la ambulancia está de camino, porque yo pensaba que las señoras habían llamado a la ambulancia'». Pero al acercarse de nuevo a ellas para preguntar por la ambulancia, se encontró con una respuesta desalentadora: «Me acerco al rato y les digo: '¿Oye sabes cuánto va a tardar la ambulancia en llegar?'». Y entonces llegó la sorpresa: «No, no hemos llamado», le contestaron.
Frialdad y falta de empatía
Su indignación fue inmediata: «¿Cómo que no? Si está la mujer desangrándose». Las mujeres se excusaron diciendo que la herida había rechazado el auxilio: «No porque ella ha dicho que no quiere ambulancia». «Pero es que necesita una ambulancia», les contestó la española. «No quiere, no quiere decir que no necesita», añadió. Y para colmo, le preguntaron: «Sí, pero, ¿por qué no llama ella?».
«Y yo en plan ¿perdona? Porque la señora estaba medio perdida, no entendía qué estaba pasando», argumenta la camarera. Ante la pasividad general, ella y su jefe decidieron actuar por su cuenta: «Llamamos nosotros y la ambulancia igual, '¿ha tomado alcohol o drogas?' No. '¿Cómo está?' Pues no muy bien», señaló momentos antes de revelar que la ambulancia acababa de llegar.
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«La ambulancia está aquí y la están tratando, tienen que coserle la apertura de la frente y todo», continuó visiblemente afectada.
Aunque el peligro había pasado, la creadora de contenido continuó exponiendo lo que había pasado: «Ella tiene teléfono, ella puede llamar», le insistió la clienta. «Y yo en plan: 'No, está en shock, no sabe ni siquiera dónde está'», se lamenta.
«¡Un poco de humanidad! Yo qué sé, eres humana, se quedó ahí tomando su copita, me he quedado en shock, y lo peor de todo es que cuando la señora con epilepsia se cayó, nadie la ayudó… que ya os hablé de cómo es la ayuda aquí en Noruega, pero… yo qué sé, una cosa es que te vean con peso y no quieran ayudarte porque crean que puedes hacerlo tú solo, pero una mujer con epilepsia en el suelo o sea…», reflexiona.
«Tuve que cruzar con mi traje de camarera todo el jardín para llegar a la señora, mi jefe igual. Me daba la sensación de que si me pasaba algo en este país nadie me va a ayudar, estoy preocupada. No sé, estoy en shock de verdad, qué rabia me ha dado…», concluye la creadora de contenido.
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