Un español prueba comida callejera en Marrakech y este es el resultado: «Dice que es de cactus...»
Una de las formas más auténticas de conocer un país es a través de su gastronomía
Una española que viajó a Marruecos señala lo más importante para no perder el vuelo de vuelta de Marrakech
Madrid
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Iniciar sesiónViajar es mucho más que visitar monumentos, perderse en mercados bulliciosos o admirar paisajes únicos. Una de las formas más auténticas de conocer un país es a través de su gastronomía. Cada bocado cuenta una historia, cada sorbo es un reflejo de la ... tradición y la cultura local. Sin embargo, hay lugares donde esa experiencia despierta cierta cautela, ya que las condiciones sanitarias no siempre se asemejan a las que disfrutamos en Occidente y, aun así, la curiosidad y la pasión por descubrir sabores desconocidos empujan a los viajeros a lanzarse a probar la comida callejera. Ese ha sido el caso de Oliver Atlas, un joven español que ha decidido documentar su ruta culinaria por Marrakech.
Con la Medina como telón de fondo, entre especias, olores intensos y vendedores que pregonan sus productos a voz en grito, el joven se lanza a la aventura gastronómica con una confesión que resume perfectamente su espíritu viajero: «Estoy en Marrakech y voy a estar comiendo comida callejera hasta que algo me ponga malo».
Marrakech, un viaje de sabores y contrastes
El joven comienza su particular tour con algo que, según él, es parte esencial de cada visita que realiza a la ciudad: «Empezamos por el 50% de las razones por las que vengo siempre a Marrakech, los zumos». Frente a un puesto callejero donde se exprimen frutas con una rapidez casi mecánica, pide su primer vaso. Lo prueba y, con una sonrisa de satisfacción, sentencia: «Solo sé que está increíble». Levantando el vaso hacia la cámara, añade con entusiasmo: «Esto vale un euro».
@oli.atlas Tenía unas horas libres en Marrakech y acabé probando todo lo que pillé por la calle (y sigo vivo, de momento) 🙆♂️ #surftrip #marruecos2025 #taghazout #erasmus #viajarbarato ♬ Salsa Party 1 - Intermede Music
Pero el recorrido no se queda ahí. Animado, decide adentrarse en el mundo de la repostería local: «Vamos a probar algo de pastelería local», anuncia mientras selecciona algunos. El precio le sorprende por su accesibilidad: «2,50». Primero, se lleva a la boca una empanada de pollo con un ligero toque picante que arranca un gesto de aprobación. Después, prueba un baklava, uno de los postres más reconocibles de la región: «Qué bueno está macho», dice entre risas y bocados.
Con el estómago entonado por los sabores dulces, el creador de contenido se acerca a otro puesto, esta vez de fruta. Escoge una pieza ovalada de aspecto peculiar. Intrigado, pregunta al frutero, que responde que «es un fruto de los cactus». Al probarlo, señala: «Es como si fuera una especie de melón con un poco menos de sabor, me gusta». Su asombro no es solo por el sabor, sino también por el precio: cincuenta céntimos. Una muestra clara de cómo en Marrakech la comida callejera puede ser un lujo accesible para cualquiera.
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Para poner punto final a su experiencia gastronómica, el joven español decide arriesgar un poco más. «Vamos a probar la última cosa de Marrakech», anuncia. Frente a él, un vendedor pasa cañas de azúcar por una máquina que extrae un jugo espeso y translúcido. El viajero español lo prueba sin dudar y ofrece su veredicto: «Es como una especie de zumo que hacen directamente con la caña de azúcar. Está bueno, sabe un poco como a jarabe. Es extraño pero está muy bueno». La cuenta, de nuevo, lo deja satisfecho: «Han sido veinte dirhams», explica, unos dos euros al cambio.
Cabe destacar que, lejos de caer en prejuicios sanitarios, el joven español afronta la experiencia con una naturalidad que invita a otros a hacer lo mismo, siempre con cierta precaución pero sin renunciar al disfrute. Y aunque en tono de broma asegurara que comería «hasta que algo le pusiera malo», lo cierto es que, en su relato, lo único que terminó 'malo' fue la resistencia de su paladar ante tanta tentación.
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