Un doctor en física explica por qué nunca se volvió a La Luna: «No tenía sentido hacerlo hasta ahora»
Las misiones Apolo fueron uno de los mayores logros tecnológicos del siglo XX, pero costaron cantidades astronómicas de dinero público
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Iniciar sesiónLa llegada del hombre a la Luna en 1969 fue uno de los mayores logros tecnológicos del siglo XX y, al mismo tiempo, el final de una era. Nunca antes se había invertido tanto dinero público, ni tanto esfuerzo científico y político, en una sola ... misión. Desde entonces, al margen de otros viajes menos conocidos que se extendieron durante tres años, ningún ser humano ha vuelto a pisar el satélite terrestre. Por lo que mucha gente se pregunta: si ya llegamos, ¿por qué nunca hemos vuelto?
Sobre este tema ha hablado recientemente el físico y divulgador Javier Santaolalla en el pódcast The Wild Project, conducido por Jordi Wild. Durante la conversación, el creador explicó con detalle las razones por las que el ser humano no ha regresado a la Luna desde 1972, desmontando algunas de las ideas más extendidas sobre el tema.
Según Santaolalla, la clave está en el contexto. La carrera espacial fue, ante todo, una demostración de poder entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Una vez ganada la «batalla simbólica», ya no tenía sentido seguir gastando cantidades astronómicas de dinero en misiones tripuladas. «Fue una sangría económica insostenible», resume.
Enviar robots a la Luna cuesta menos
A diferencia de entonces, hoy la tecnología permite explorar el espacio sin poner vidas en riesgo ni gastar tanto. Enviar un robot a la Luna cuesta una fracción mínima de lo que costaría mandar un ser humano, al que hay que mantener con vida. No necesita oxígeno, comida ni sistemas de retorno. Y, además, puede trabajar más tiempo y con mayor precisión. Por eso, explica Santaolalla, las misiones científicas han seguido llegando a la superficie lunar, aunque sin tripulación.
Durante décadas, los objetivos han sido puramente científicos: obtener muestras, analizar el terreno o estudiar el entorno. Para eso, los robots eran más que suficientes. «¿Qué sentido tenía gastar decenas de miles de millones solo para ver a un astronauta dar unos saltos sobre la Luna? ¿O reducir presupuestos de sanidad y educación para repetir una foto que ya existe?«, asegura el experto.
Nueva Carrera Espacial
Pero el panorama está cambiando. Santaolalla señala que la coyuntura actual es distinta. Estados Unidos y China han iniciado una nueva carrera espacial, esta vez con un componente económico mucho más claro. «Ya no es solo una cuestión de prestigio, sino también de intereses estratégicos», apunta. El control de los recursos espaciales empieza a verse como la nueva frontera del poder global.
De hecho, China ha avanzado a una velocidad asombrosa. En apenas una década ha logrado ponerse a la altura de Estados Unidos, cuenta el divulgador. Ya dispone de su propia estación espacial y ha conseguido aterrizar sondas en la Luna y en Marte. En pocos años, podría convertirse en la única nación con una base estable en el espacio. «Dentro de poco, todos tendrán que pedir permiso a China para hacer experimentos sin gravedad», advierte.
Nueva Dimensión Económica
Al mismo tiempo, el interés por regresar a la Luna se vincula ahora con objetivos mucho más ambiciosos. No se trata de plantar una bandera, sino de aprovechar sus recursos. En la superficie lunar podría extraerse helio-3, un material clave para la futura energía de fusión. También se estudia la posibilidad de construir bases permanentes y usar el satélite como plataforma para futuras misiones a Marte.
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Santaolalla compara este proceso con lo que ocurrió siglos atrás en la Tierra. «Mientras el Imperio Británico dominó los mares y controló las rutas comerciales, ahora el espacio se está convirtiendo en la nueva dimensión económica del mundo», explica. Quien controle las órbitas bajas, los satélites y el acceso al espacio controlará también buena parte de las tecnologías del futuro.
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