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Una azafata enumera las cosas que nunca debes hacer en un avión: «Demuestra un total desprecio por los demás»

Aunque solo compartimos el espacio con otros pasajeros durante unas horas, la cortesía y el respeto marcan la diferencia entre un vuelo agradable o uno insoportable

Una azafata explica el motivo por el que saludan siempre durante el embarque: «No es por ser simpática»

Una azafata enumera las cosas que nunca debes hacer en un avión: «Demuestra un total desprecio por los demás» Pixabay

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Viajar en avión es, para muchos, el inicio de una aventura, el comienzo de unas vacaciones soñadas o el regreso a casa tras una larga ausencia. Aunque la emoción no radica tanto en el vuelo como en el destino, no por ello deberíamos descuidar las normas de convivencia a bordo. Porque, aunque solo compartimos el espacio con otros pasajeros durante unas horas, el avión no deja de ser un entorno cerrado donde la cortesía y el respeto marcan la diferencia entre un vuelo plácido o uno insoportable.

En ese sentido, Jane Hawkes, ex azafata de British Airways, ha querido compartir su experiencia tras años de servicio en los cielos. En una entrevista concedida a 'The Wedding Travel Company', la experta en vuelos ha enumerado una serie de comportamientos que considera inaceptables dentro de una aeronave.

Los gestos más criticados en una aeronave

Uno de los gestos más comunes, y también más criticados, en un avión es subir los pies sobre los asientos. En ese sentido, la ex auxiliar de vuelo no se anda con rodeos al calificar esta actitud: «Es antihigiénico, innecesario, descortés y demuestra un total desprecio por los demás pasajeros». Aunque muchos lo hacen para intentar relajarse o «estirarse» en trayectos largos, lo cierto es que esta práctica vulnera el espacio del prójimo y deteriora el mobiliario del avión.

Y si hablamos de comodidad mal entendida, hay otra costumbre que se repite con demasiada frecuencia: quitarse los zapatos… y los calcetines. «Totalmente prohibido», sentencia la azafata. El interior de un avión no es el salón de casa y, si alguien siente la necesidad de relajarse, «lo adecuado sería llevar pantuflas o chanclas limpias», confiesa. No hay nada más desagradable que un pasajero descalzo paseándose por el pasillo o subiendo los pies en los reposabrazos ajenos.

Pero no todo gira en torno al espacio físico. «Otro comportamiento profundamente molesto es utilizar aparatos o dispositivos sin auriculares». Ver vídeos, escuchar música o jugar en el móvil con el volumen activado puede convertir una experiencia agradable en una auténtica tortura para quienes están cerca. «Estás en un espacio pequeño y todos pueden oírte», recuerda.

Uno de los momentos más importantes de cualquier vuelo es cuando la tripulación da las instrucciones de seguridad. Aunque a algunos les resulte rutinario, interrumpir ese proceso con conversaciones o distracciones no es solo una falta de educación, sino un riesgo para la seguridad. «Hablar durante los anuncios de seguridad puede considerarse de mala educación e irrespetuoso para el personal y otros pasajeros que desean escuchar esta información», advierte la auxiliar de vuelo. «Aunque creas que no es necesario escuchar, es fundamental que sepas qué hacer en caso de emergencia», añade.

Asimismo, hay una escena que se repite en cada aterrizaje: el piloto apenas ha aterrizado y ya hay varios pasajeros de pie, abriendo los compartimentos, deseando salir los primeros, algo que la ex azafata critica con dureza: «Realmente no hay necesidad de prepararse para desembarcar antes de que el avión se detenga por completo en la puerta de llegada». Y recuerda que, si llevas equipaje facturado, «pueden tardar un tiempo en aparecer en la cinta, por lo que no tiene sentido intentar ser el primero en bajar del avión».

Por último, la ex tripulante de cabina pone el foco en una práctica muy extendida, reclinar el asiento sin avisar. Aunque legal y permitida, hacerlo sin tener en cuenta al pasajero de atrás puede generar conflictos innecesarios. «Es una buena etiqueta verificar si estarán de acuerdo con ello», explica. Pedir permiso o, al menos, informar antes de echar el asiento hacia atrás es un gesto mínimo que puede evitar más de un mal rato.

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