Para 2
1.50€/pers.
320kcal/100g
Ingredientes
- 250 ml. de café expreso (puedes usar café de filtro, pero el expreso es lo ideal)
- 200 ml. de nata liquida para montar
- 2 cucharadas de azúcar glas
- Cacao en polvo o canela para decorar
- Chocolate rallado (opcional, pero muy recomendable)
El café vienés es uno de esos placeres que, una vez lo pruebas, no hay vuelta atrás. Esa mezcla perfecta entre el sabor intenso del café, la dulzura de la nata montada y el toque de chocolate o canela, te transporta a una época más elegante, como si estuvieras en uno de esos antiguos cafés de Viena, rodeado de historia y arte.
Pero, como todo en la vida, detrás de este delicioso manjar hay una historia, un origen y, por supuesto, una receta que, con un poquito de cariño, podemos replicar en casa. Así que prepárate, porque hoy nos vamos a sumergir en el mundo del café vienés. Eso sí, os recordamos los cafés clásicos como el café expreso, el café bombón, el café capuchino o el café con leche, que todos están de rechupete.

Un viaje al pasado: el origen del café vienés
Para entender el origen del café vienés, tenemos que remontarnos al siglo XVII. Según cuentan las leyendas, el café llegó a Viena tras el fallido asedio de los otomanos en 1683. Cuando los turcos se retiraron, dejaron atrás sacos y sacos de granos de café, que al principio los vieneses no supieron muy bien qué hacer con ellos. Pero entonces, un valiente polaco llamado Georg Franz Kolschitzky, que había aprendido sobre el café durante sus viajes por el Oriente Medio, se ofreció a preparar la bebida para la ciudad. Este hombre no solo popularizó el café en Viena, sino que también abrió una de las primeras cafeterías de la ciudad, llamada «La Casa Azul».
Poco a poco, el café se fue adaptando al gusto local, y fue en Viena donde nació la idea de combinarlo con nata montada. Esto no solo hacía el café más suave, sino que también añadía ese toque decadente y elegante que hoy en día asociamos con la cultura del café vienés. Y es que, en aquellos tiempos, tomar café no era solo una cuestión de energía, sino también un acto social. Los cafés vieneses se convirtieron en lugares donde la gente se reunía para charlar, debatir sobre política, leer el periódico o, simplemente, disfrutar de la vida. ¡Qué envidia!
El café en Viena es más que una simple bebida: es una institución. Desde el siglo XVIII, los cafés de Viena han sido el epicentro de la vida cultural y social. Tanto es así que en 2011 la «Cultura de los cafés vieneses» fue declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO. Estos lugares se caracterizan por sus muebles elegantes, sus lámparas de araña, el ruido de las tazas de porcelana y, cómo no, el aroma del café recién hecho que lo inunda todo.
Receta de café vienés

Elaboración paso a paso
- Podemos usar una máquina de café expreso, una cafetera italiana o incluso una cafetera de filtro si es lo que tienes a mano. Lo importante es que el café sea fuerte, ya que debe contrastar con la nata montada. Mientras preparamos el café, dejamos enfriar un poco la nata líquida en la nevera para que esté bien fría cuando la vayamos a montar.
- Sacamos la nata de la nevera y, con una batidora de varillas (o a mano, si te sientes con fuerzas), empezamos a montarla. A medio camino, añadimos el azúcar glas y seguimos batiendo hasta que la nata esté bien firme. No queremos que quede líquido, sino más bien espesa, para que aguante sobre el café.
- Una vez hecho el café, lo servimos calientes en tazas bonitas, porque vamos a darle un toque especial con la nata montada.
- Con una cuchara o una manga pastelera, ponemos un buen copete de nata montado sobre el café. No te cortes, cuanto más nata, mejor. Al fin y al cabo, estamos haciendo café vienés, no un cortado.
- Aquí puedes dejar volar tu imaginación. Espolvoreamos un poco de cacao en polvo o canela por encima de la nata. Si quieres darle un toque más indulgente, ralla un poco de chocolate y échalo por encima. ¡Una delicia!
- Ya está, nuestro café vienés está listo para ser disfrutado. Ahora solo nos falta un buen libro o una conversación interesante para sentirnos como en un auténtico café vienés.

Variantes del café vienés
Aunque el café vienés clásico lleva nata montada, hay algunas variantes que puedes probar si quieres darle un toque diferente:
- Café vienés con licor: Si te apetece algo un poco más fuerte, puedes añadir un chorrito de licor de avellana, amaretto o incluso whisky al café antes de poner la nata montada. Esto le da un sabor extra y es perfecto para las tardes frías de invierno.
- Café vienés helado: En verano, si no quieres tomar una bebida caliente, puedes hacer una versión helada. Simplemente prepare el café, déjelo enfriar y sírvelo con nata montada y hielo. Es refrescante y delicioso.
- Café vienés con especias: Si te gusta experimentar con sabores, prueba a agregar una pizca de especias como cardamomo, clavo o incluso un toque de jengibre al café antes de montarlo. Esto le dará un sabor diferente y muy aromático.

El café vienés no es solo una bebida, es una experiencia. Tiene una historia fascinante que nos transporta a los tiempos de la Viena imperial, donde los cafés eran lugares de encuentro y debate. Pero más allá de su historia, el café vienés es un auténtico placer para los sentidos. Su combinación de café fuerte con nata montada lo convierte en una opción perfecta para aquellos momentos en los que quieres darte un capricho.
Así que, la próxima vez que quieras preparar algo especial en casa, no dudes en hacer un café vienés. Con su toque de dulzura y su cremosidad, te aseguramos que te conquistará. ¡Y quién sabe! A lo mejor acabas convirtiendo tu salón en un pequeño café vienés. Ahora que ya sabes cómo hacerlo, ¡manos a la obra! Y si alguien te pregunta por qué ha tardado tanto en hacerte un café, simplemente dile que la perfección lleva su tiempo.
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10 min. cocinando, 30 min. para hacer y editar las fotos, 45 min. para redactar y 35 min. para organizar y publicar todo en la web y en redes sociales.
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