Comer bien para vivir más y mejor es uno de esos lemas que todos deberíamos tener colgados en la nevera, y no solo como frase motivacional, sino como una verdadera filosofía de vida. Porque, vamos a ver, ¿Quién no quiere vivir más y, además, mejor? Seguro que ya has escuchado mil veces eso de que “somos lo que comemos”, pero la realidad es que tiene toda la razón. Comer de manera saludable no solo nos ayuda a mantenernos en nuestro peso ideal, sino que también influye directamente en nuestra salud física, mental e incluso emocional como desayunos saludables o estas ensaladas de pulpo.
Así que, si te interesa cuidarte, llenarte de energía y de paso ganar algunos añitos (de calidad, ojo, no se trata de llegar a viejo con achaques), sigue leyendo porque te voy a dar una serie de consejos que te ayudarán a comer. mejor, sin complicaciones ni dietas imposibles. ¡Porque la vida ya tiene suficientes líos como para que la comida sea uno más!

Trucos para una vida más saludable
Comer bien no significa hacer dietas
Lo primero que tenemos que dejar claro es que comer bien no es sinónimo de hacer dieta. Ni de contar calorías como si la vida dependiera de ello. Comer bien es algo más sencillo: se trata de elegir los alimentos adecuados, en las proporciones correctas y, lo más importante, disfrutarlos. Porque sí, el disfrute también es parte esencial de llevar una alimentación equilibrada. De nada te sirve comerte una ensalada perfecta si lo haces sufriendo y mirando con tristeza al plato.
El poder de las frutas y verduras
Vamos a empezar por lo básico: las frutas y las verduras. Lo habrás oído mil veces, lo sé, pero es que son el grupo de alimentos más completo que podemos consumir. Aportan vitaminas, minerales, antioxidantes y fibra, y además son deliciosas (sí, lo son, solo hay que darles una oportunidad). ¿Te cuesta incluirlas en tu dieta? No te preocupes, es más fácil de lo que parece. Un truco es añadir siempre una parte de vegetales a cada comida. ¿Un revuelto de huevos? Echa unas espinacas. ¿Una pizza? Unos champiñones no le vienen mal a nadie.
Y con las frutas, lo mismo: a lo largo del día ve picando una pieza, en el desayuno, entre comidas, cuando te apetezca algo dulce. Cuanto más colorida sea tu dieta, mejor. Es un indicador de que estás consumiendo diferentes tipos de nutrientes.

Las proteínas son fundamentales
Las proteínas son esenciales para nuestro cuerpo, no solo para los músculos, como muchos piensan, sino para el funcionamiento general de todo el organismo. Pero ¡ojo! No todas las proteínas son iguales. Si bien la carne roja es una fuente importante de proteínas, no deberíamos abusar de ella. Las proteínas vegetales, como las que provienen de las legumbres, o las de mejor calidad, como las del pescado y los huevos, deben ocupar un lugar prioritario en tu alimentación. ¿Lo ideal? Variar, probar diferentes fuentes de proteínas y asegurarse de que siempre formen parte de tus comidas. Así que nada de pensar que un buen filete es la única forma de llenar el plato.
Grasas saludables, sí, ¡las hay!
Otro mito que debemos desterrar es que todas las grasas son malas. Las grasas saludables, como las que encontramos en el aceite de oliva virgen extra (el rey de la dieta mediterránea), en los aguacates o en los frutos secos, son fundamentales para mantener una buena salud cardiovascular, para la piel, el cabello y, por supuesto, para el cerebro. Añadir un chorrito de aceite de oliva a tus ensaladas o picar unos frutos secos a media mañana no solo es saludable, sino que además es una delicia. ¡Quién dijo que cuidarse no podía ser también disfrutar de la comida!

Hidratarse, fundamental
Y ahora vamos con una de las grandes olvidadas: el agua. Beber suficiente agua a lo largo del día es clave para el buen funcionamiento de nuestro cuerpo. Ya sabes que el cuerpo humano está formado en su mayor parte por agua, así que no es de extrañar que sea tan necesario. El agua nos ayuda a mantener el metabolismo en marcha, a depurar el organismo y a tener una piel radiante.
Si eres de los que no se acuerda de beber agua, prueba a llevar siempre una botella contigo, o a establecer pequeñas rutinas para asegurarte de que bebes lo suficiente. Y no, las bebidas azucaradas no cuentan. Agua o infusiones naturales, por favor.
Menos ultraprocesados, más naturales
Este es otro de los grandes consejos para vivir más y mejor: reducir al máximo el consumo de alimentos ultraprocesados. Son esos productos que vienen envasados y con una lista interminable de ingredientes que muchas veces ni sabemos lo que son. Esos productos suelen estar cargados de azúcares añadidos, grasas poco saludables y un montón de aditivos que no nos hacen ningún bien.
No te digo que te prohíbas absolutamente todo lo que viene envasado, pero sí que intentes optar por alimentos frescos y lo más naturales posibles. La clave está en volver a lo básico: frutas, verduras, legumbres, pescado, carne magra… ¡Lo natural es lo que más te va a beneficiar!
Carbohidratos integrales, tus amigos
Los carbohidratos son una parte importante de nuestra alimentación, pero no todos son iguales. Los carbohidratos refinados, como el pan blanco o la pasta tradicional, pueden elevar los niveles de azúcar en sangre rápidamente, lo que no es muy recomendable. En cambio, los carbohidratos integrales, como el arroz integral, la quinoa o la avena, se digieren más lentamente, te mantienen saciado por más tiempo y te proporcionan una energía más estable. Así que, si eres fan del pan y la pasta (como muchos), prueba a cambiar por versiones integrales. No te arrepentirás.

Comer con atención, ¡más vale calidad que cantidad!
Uno de los problemas de la vida moderna es que muchas veces comemos sin pensar, mientras estamos distraídos con la tele, el móvil o el ordenador. Y esto es un error. El mindful listening, o comer con atención plena, es una técnica que consiste en prestar atención a lo que viene, disfrutar cada bocado y ser consciente de las señales de tu cuerpo. Comer despacio, saboreando los alimentos y respetando las señales de saciedad es una forma no solo de evitar comer en exceso, sino también de disfrutar más de la comida. Así que, nada de engullir sin pensar. ¡A disfrutar de cada plato!
Comer bien no es un sacrificio, es un placer
Comer bien no debería ser una tortura ni algo que veas como un castigo. Al contrario, es una de las mejores formas de cuidarte y disfrutar de la vida. La clave está en encontrar un equilibrio, en disfrutar de la comida, pero sabiendo elegir los alimentos que te aportarán más beneficios. Experimenta en la cocina, prueba nuevos ingredientes, recetas diferentes y aprende a disfrutar de lo que viene, sin culpas ni restricciones innecesarias. Al final, la mejor forma de vivir más y mejor es cuidando de nuestro cuerpo y, para ello, no hay nada mejor que darle lo mejor en forma de alimentos ricos, nutritivos y, por supuesto, ¡deliciosos!

Recuerda: todo con moderación
Como en todo en la vida, la moderación es la clave. No se trata de prohibirte absolutamente todo lo que te gusta o de comer solo lo «sano». Se trata de encontrar un equilibrio que funcione para ti, que te hagas sentir bien y que, a largo plazo, te ayude a vivir de manera más saludable. Así que, ya sabes, empieza por hacer pequeños cambios en tu día a día y poco a poco verás cómo te sientes mejor, con más energía y con ganas de seguir cuidándote.
¿Y sabes qué? Tu yo del futuro te lo va a agradecer, y mucho.
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