Cómo elegir tu aceite vegetal para cocinar en casa

Cómo elegir tu aceite vegetal para cocinar en casa

Cuando te metes en la cocina, una de las primeras decisiones que tienes que tomar, muchas veces sin darte cuenta, es qué aceite usar. Y no, no todos los aceites son iguales ni sirven para lo mismo. Hoy vamos a sumergirnos en el apasionante (sí, apasionante) mundo de los aceites vegetales para cocinar, esos compañeros fieles que están en todas nuestras recetas y que muchas veces pasamos por alto. Te voy a contar qué son, los diferentes tipos que puedes encontrar y, lo más importante, sus beneficios.

Así que prepárate, porque después de leer esto, vas a querer tener más de una botella de aceite en tu despensa, y no, no vale con solo el de oliva (aunque es un clásico que nunca falla).

¿Qué son?

Para empezar, ¿qué son los aceites vegetales? Básicamente, son grasas que se extraen de diferentes partes de las plantas, ya sean semillas, frutos o incluso raíces. Estos aceites tienen múltiples usos, desde la cocina hasta la cosmética, pero hoy nos vamos a centrar en cómo utilizarlos en nuestras recetas diarias.

La mayoría de los aceites vegetales tienen en común que son ricos en ácidos grasos insaturados, los cuales son beneficiosos para nuestra salud si los consumimos en las cantidades adecuadas. Y, por si fuera poco, muchos de ellos también son una fuente de antioxidantes y vitaminas, como la vitamina E.

La cosa se pone interesante cuando te das cuenta de que no todos los aceites vegetales sirven para todo. Dependiendo del punto de humo (ese momento en el que el aceite empieza a echar humo y se degrada), algunos aceites son más adecuados para freír, mientras que otros se usan mejor en crudo o para saltear ligeramente.

Vamos a desglosar los aceites más comunes y sus beneficios, para que la próxima vez que estés cocinando puedas elegir el que mejor se adapte a lo que estás haciendo.

Tipos de aceites vegetales

Aceite de oliva: el rey indiscutible

Comenzamos con el más famoso de todos y, probablemente, el que tienes en tu cocina ahora mismo. El aceite de oliva es un clásico y no puede faltar en nuestra dieta mediterránea. Rico en ácidos grasos monoinsaturados (de los buenos, de los que cuidan tu corazón), y lleno de antioxidantes y vitamina E, el aceite de oliva tiene una lista de beneficios tan larga como un día sin pan.

Es ideal para usar en crudo, como en ensaladas o para mojar un buen trozo de pan (¿hay algo mejor?), pero también aguanta bien las temperaturas altas, por lo que es perfecto para saltear o incluso freír. Ahora bien, dentro del aceite de oliva hay diferentes tipos: virgen extra, virgen y refinado.

El virgen extra es el más puro y de mayor calidad, porque se extrae solo por procedimientos mecánicos, sin añadidos químicos. Su sabor es más intenso y afrutado, así que es ideal para platos donde quieres que el aceite tenga protagonismo.

El virgen es de buena calidad también, pero tiene un sabor algo menos intenso.

Y el refinado es el que ha pasado por procesos industriales, por lo que su sabor y propiedades se ven reducidas.

Aceite de girasol: el todoterreno

Este aceite es otro de los básicos en muchas cocinas. El aceite de girasol se obtiene de las semillas de la planta de girasol y es más suave y ligero que el de oliva. Es rico en ácidos grasos poliinsaturados, especialmente en omega-6, que es beneficioso para el sistema cardiovascular, pero debe consumirse en equilibrio con el omega-3 (presente en pescados y otros aceites como el de lino).

El aceite de girasol tiene un punto de humo alto, lo que lo convierte en una opción ideal para freír y para cocciones a altas temperaturas. Eso sí, su sabor es bastante neutro, por lo que no añade demasiado a nivel de sabor en crudo. En resumen, perfecto para frituras, pero si buscas algo con más carácter, mejor deja este para las sartenes.

Aceite de coco: el exótico de moda

Este aceite ha ganado mucha popularidad en los últimos años, sobre todo en el mundo del fitness y la cocina saludable. El aceite de coco se extrae de la pulpa del coco y es sólido a temperatura ambiente, lo que lo hace algo diferente de otros aceites. Está compuesto principalmente por grasas saturadas, pero aquí viene la sorpresa: estas grasas saturadas son de cadena media, lo que significa que el cuerpo las utiliza de manera más eficiente como fuente de energía.

El aceite de coco es ideal para recetas de repostería, para saltear verduras o incluso para cocinar platos asiáticos, ya que les da un toque exótico. Además, tiene propiedades antibacterianas y antioxidantes. Eso sí, cuidado con usarlo en exceso porque, aunque tenga beneficios, sigue siendo una grasa saturada.

Aceite de sésamo: un toque oriental

Si alguna vez has comido en un restaurante asiático, seguro que has probado el aceite de sésamo. Este aceite tiene un sabor intenso y característico, con notas tostadas que lo hacen único. Se obtiene de las semillas de sésamo y es rico en ácidos grasos poliinsaturados y antioxidantes.

El aceite de sésamo se utiliza sobre todo en crudo o para añadir al final de la cocción, ya que su punto de humo no es muy alto y podría perder sus propiedades si lo sometemos a altas temperaturas. Es perfecto para dar un toque especial a ensaladas, sopas o salteados. Y si lo mezclas con salsa de soja, tendrás un aderezo espectacular para casi cualquier plato.

Aceite de aguacate: el saludable y versátil

Este aceite, extraído del fruto del aguacate, ha empezado a ganar adeptos por sus impresionantes propiedades nutricionales. Es rico en ácidos grasos monoinsaturados, lo que lo convierte en un aliado para la salud del corazón. Además, tiene un punto de humo muy alto, por lo que es perfecto tanto para cocinar a altas temperaturas como para usar en crudo.

El aceite de aguacate tiene un sabor suave y ligeramente afrutado, lo que lo hace ideal para ensaladas, aderezos o incluso para freír o asar. Y lo mejor de todo es que es súper nutritivo, lleno de vitaminas E y antioxidantes.

Aceite de linaza: el rico en omega-3

El aceite de linaza se obtiene de las semillas de lino y es uno de los aceites vegetales más ricos en omega-3, esos ácidos grasos esenciales que son geniales para la salud cardiovascular y el cerebro. Sin embargo, tiene un punto de humo muy bajo, lo que significa que no debes cocinar con él. Este aceite es perfecto para usar en crudo, añadiéndolo a ensaladas, batidos o incluso en yogures.

Una advertencia: el aceite de linaza se oxida con facilidad, así que asegúrate de guardarlo en la nevera y consumirlo rápidamente una vez abierto.

Aceite de cacahuete: el preferido para freír

Si te gusta la comida asiática o los fritos bien crujientes, el aceite de cacahuete puede convertirse en tu mejor amigo. Tiene un punto de humo altísimo, lo que lo hace perfecto para freír a altas temperaturas sin que se queme o altere el sabor. Además, su sabor es suave, ligeramente dulce, lo que lo convierte en una excelente opción para platos salteados o frituras estilo wok.

Es una buena fuente de grasas monoinsaturadas y poliinsaturadas, pero cuidado si tienes alergia a los frutos secos, ya que puede desencadenar reacciones.

Aceite de maíz: el olvidado

Aunque no es tan popular como otros, el aceite de maíz es otro aceite vegetal que tiene su lugar en la cocina. Se extrae del germen del maíz y es rico en vitamina E y ácidos grasos poliinsaturados. Su sabor es suave y neutro, lo que lo hace adecuado para frituras y cocciones a alta temperatura. Sin embargo, al igual que el de girasol, es más adecuado para cocinar que para consumir en crudo, ya que no aporta mucho sabor.

El mundo de los aceites vegetales es mucho más amplio y variado de lo que podríamos imaginar. No solo está el clásico aceite de oliva (aunque sigue siendo una de las mejores opciones), sino que cada aceite tiene sus particularidades y beneficios. ¿La clave? Utilizarlos según el tipo de cocción y los sabores que quieras potenciar en tu plato. Así que, la próxima vez que te pongas a cocinar, recuerda: no todos los aceites son iguales, y cada uno tiene su momento y lugar. ¡A disfrutar cocinando!

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Categorías: Actualidad gastronómica Aprende a cocinar: técnicas, trucos y consejos Ingredientes y alimentos

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