El Real Madrid se da un festín en Estambul

Pero antes de todo aquello había saltado por los aires el plan para Casillas. Bastante antes. Duró poco más de un minuto, hasta el primer salto de Ramos cerca del portero en busca de un balón intrascendente. El defensa aterrizó sobre el costado izquierdo de Casillas , que se llevó allí las manos, movió las caderas, se lamentó, y quiso esperar a que el destrozo se arreglara solo. Mientras aguardaba, aún se lanzó para atajar un potente tiro lejano de Felipe Melo. Terminó pidiendo auxilio. Le vendaron el torso, y quiso esperar otro poco. Pero tuvo que regresar Diego López a la portería. Vuelta al punto de partida. Ya dejó escrito Carlo Ancelotti que Estambul, donde perdió con el Milán una final de Champions que iba ganando 3-0 al descanso, es una ciudad «maldita» .

El Madrid volvía a estremecerse. Por la angustia con la que dejó el campo el capitán, y por los temblores que intuye puede traer ese choque con Ramos. Sin embargo, la sacudida no cambió nada de lo que estaba sucediendo sobre la hierba, que se parecía mucho a lo que se había visto el sábado en El Madrigal. El Galatasaray burlaba la defensa y acribillaba a quemarropa al portero . Nada más entrar, Diego López se vio con un balón a los pies, en un remate de rebote de Melo, que se encontró a solas en el centro del área pequeña. Poco después tuvo que estirarse a por un pelotazo cerca de la base de su palo derecho.

Ancelotti había intentado tapar mejor el centro del campo dejando fuera a Bale e Illarramendi y metiendo a Di María y Khedira, fabuloso barrendero de esa zona. Ellos intentaban ajustarse mientras la zaga emprendía conversaciones para negociar algún orden. Ramos con Carvajal. Ramos con Pepe. Con Arbeloa. No daban con el modo de sellar su línea, del mismo modo que, más adelante, el equipo no veía cómo ordenar los ataques. Sólo funcionaba Benzema, robando, repartiendo, exprimiendo las carreras hasta la línea de fondo, lo que de él echa en falta su propia grada.

Di María, el asistente

Ante el atasco de ese Madrid concentrado en la laboriosidad de las combinaciones para avanzar, la solución la tiene aún Di María . Decidió saltarse el pantano central en el que se enfangaban e imaginó a Isco por detrás de la defensa turca. El malagueño atrapó la pelota con un delicado control con la izquierda y remató con la derecha abajo:al palo y dentro.

El gol funcionó como disolvente del Galatasaray, que empezó a dehacerse. En cuanto regresaron del descanso, Benzema culminó su recital con un tanto después de un error defensivo. A partir de ahí, el Madrid se dedicó a disfrutar de un atracón que pudo haber sido incluso mayor. Cristiano sumó tres goles , el último después de varias cabriolas exquisitas dentro del área, y dejó en bandeja otro a Benzema, que empujó el segundo de su cuenta.

La goleada sacudió varias sombras. La que perseguía a Benzema, y la de las dudas sobre el juego del equipo. Pero volvió a echar otra sobre Casillas, de nuevo en la cola de espera para recibir otra ración de normalidad .