Real madrid
La maldición del número diez blanco que acecha a James Rodríguez
Desde la salida de Luis Figo hace una década, el Real Madrid ha gastado 155 millones de euros en encontrar su número diez. Por momentos, el dorsal parece estar embrujado
S. Anes Galán
El nuevo Real Madrid ganó con relativa comodidad la final de la Supercopa de Europa frente al Sevilla . Ronaldo volvió a creer y fue Cristiano, Kroos hipnotizó a los madridistas con su técnica y visión de juego y Coentrao, se asienta en los ... grandes partidos tras ser acribillado por la palabrería de los vanidosos impacientes.
El resto de jugadores, notables, al menos considerando que era 12 de agosto y que el verdadero potencial de los equipos es en la actualidad un espejismo veraniego que no será tangible hasta llegado el frío enero. Sin embargo, hubo una actuación que se hundió entre los nervios, la incertidumbre y la venta cósmica de camisetas aún en corte y confección . James Rodríguez no fue James. El colombiano, que pasó por el aeropuerto Adolfo Suarez- Barajas hace algunas semanas, aún no ha aterrizado en el Real Madrid .
Es entonces cuando retrocedemos al pasado que tanto duele. Parece que un hechizo ha sido conjurado en Concha Espina. Primero fue Robinho, al que le siguieron Sneijder, Lass, Ozil y, por último, James Rodríguez. Todos han acudido a los hipnóticos cantos de sirena de los históricos dígitos que han llevado serigrafiados a la espalda tantos míticos jugadores. Pero, ¿qué tienen en común los nombres anteriormente mencionados? Haber escogido el número diez para vestir la camiseta del Real Madrid
La sombra de Luis Figo
Desde que el interior Luis Figo jugó su última temporada en el Real Madrid en la 2004-2005, muchos jugadores han recogido el dorsal número diez que portó el portugués con tan buenos resultados. Con él a la espalda, consiguió alzar dos Ligas de España, dos Supercopas, una Champions League, una Copa Intercontinental y una Supercopa de Europa. Sin embargo, tras su salida parece que una maldición portuguesa ha infectado el dorsal provocando el fracaso del que sea su nuevo portador.
Después de Figo el testigo lo recogió Robinho, que llegó al Real Madrid con aires de estrella que se quedaron en un tímido soplo incapaz de hacer volar un diente de león. El brasileño fue fichado por 25 millones de euros cuando aún permanecía en fase embrionaria, pero todos los analistas de la época decían que en el futuro, término abstracto donde los haya, valdría su peso en oro puro, 24 quilates.
Su debut ante el Cádiz fue prometedor. Su final, desastroso. Salió por la puerta de atrás tras tres años de incógnitas y esperanzas pasajeras. Al menos la venta fue fructífera para el Real Madrid : 40 millones pagó el Manchester City creyendo en la verdadera pureza de la joya.
El diez quedó libre y su sucesor fue Sneijder, un joven centrocampista holandés por cuya sangre circulaba la técnica de sus antepasados anaranjados. Su caso fue similar al de su predecesor. 25 millones de euros fue su coste.
Tras una primera temporada notable bajo las órdenes de Bernd Shuster , los rumores extradeportivos nublaron la mente y el juego del futbolista. Abandonó la disciplina blanca en dirección al Inter de Milán de José Mourinho , que pagó 15 millones por él. En tierras italianas recuperó la sonrisa y la sed de títulos.
Un cambio de tendencia se produjo en el Bernabéu. Se pasó de jugadores que no rendían pero que se vendían como portadores del buen fútbol al fichaje de Lassana Diarra, cuya función era puramente destructora y que se convirtió, durante dos años, en una pieza básica del engranaje de aquel rácano Real Madrid que nunca terminó de calibrar. Lass participó en 118 partidos durante tres temporadas. Llegaron jugadores de mayor calidad y sus minutos en juego empezaron a contarse con un cronómetro roto que le permitió disputar solamente los segundos de la basura.
Ozil, el último embrujado
Uno de los jugadores que aumentó la competencia en el equipo fue Mesut Ozil. El alemán fue el último nombre de la «lista del diez» antes de la llegada de James. Su fichaje se acordó en 15 millones de euros. Se consolidó en el equipo. Volvió a traer magia y toque al templo madridista, pero, a la hora de la verdad, cuando los partidos se deciden por pequeños detalles que podían haber cambiado el devenir de la historia, erró sus oportunidades.
Con Ozil como protagonista, una imagen golpea con látigo los sueños madridistas. Su fallo mano a mano ante el portero del Borussia de Dormund en la vuelta de semifinales de la Champions 2013 (en la ida el resultado fue 4-1 favorable a los alemanes ), pudo haber abierto el camino de la gloria y el del recuerdo de las manidas remontadas que el equipo blanco utiliza para conjurarse. Pero no fue así. Pesó más el diez a la espalda. Al término de aquella temporada el alemán compró billetes para Londres. El Arsenal pagó 45 millones de euros por él.
Ahora la maldición acecha a James Rodríguez. El futbolista era conocedor de que la competencia en su nuevo equipo iba a ser dura. Isco, Bale, Ronaldo, Kroos... El Real Madrid ha conformado una plantilla de ensueño para asaltar el libro de la historia durante esta temporada (Ya ha ganado el primero de los seis títulos en juego).
Pero el colombiano no esperaba tener que combatir, además de con sus compañeros, con un elemento intangible que está arraigando en la estructura mental de los jugadores de la plantilla, convirtiéndose en una verdadera leyenda negra que empaña la camiseta blanca del equipo.
Todavía es muy pronto, pero en la final de la Supercopa de Europa el peso del diez a la espalda volvió a adormecer a su portador. Una sombra oscura perturba uno de los dorsales de la plantilla. Un número acecha irremediablemente la decisión de su estandarte. Queda por ver si James Rodríguez contrarrestará el hechizo con su magia futbolística.
La maldición del número diez blanco que acecha a James Rodríguez
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