real madrid
Ramos besa a Casillas mejor que Sara y el Madrid hace leyenda
Ancelotti conquista su quinta Champions, récord del mundo, y Cristiano bate la plusmarca de goles, 17 en una edición
tomás gonzález-martín
La fiesta del Real Madrid fue apoteósica porque el sufrimiento había sido cuasi inhumano. Perder la Champions por el error de Casillas era lo que nunca desearías ni a tu peor enemigo. El equipo salió a proteger a su guardameta con una victoria histórica. ... Épica. Ramos, el artífice del triunfo, dio un beso a Íker que superó al dado por el guardameta a Sara Carbonero en Sudáfrica. Y el central toreó en el césped de Lisboa con arte goyesco. Los veinte mil madridistas presentes en las gradas cantaban el “ole, ole” con palmas por sevillanas. Sergio brindaba con el capote, mejor que muchos toreros que dicen serlo.
Cristiano era un hombre feliz. En este estadio había perdido la Eurocopa de 2004, con su país, frente a aquella Grecia espartana. Anoche se quitó la espina de su vida. Deseaba ser profeta en su tierra. El artillero de la Copa de Europa anotó su decimoséptimo gol en esta edición, cifra que es nueva plusmarca de la competición que este club hizo grande.
Ronaldo dialogaba con Bale, que fue el segundo culpable del triunfo. El galés volvió a ser determinante. Firmó la diana de la remontada, el 2-1,la que sentenció al Atlético. Gareth no podía esperar mejor estreno con el Real Madrid . Dos títulos, la Liga de Campeones y la Copa del Rey, y dos goles decisivos. No le puede pedir más a la vida.
Di María , protagonista de la jugada que el británico convirtió en el segundo gol madridista, se hacía fotos con la bandera argentina. Había conquistado su primera Copa de Europa y ahora buscará el Mundial con su país.
Mientras, Casillas aplaudía a la afición, pero se mantenía en un segundo plano: No era un hombre feliz. Es un gran profesional y sabe que en Lisboa fue indultado por sus compañeros.
Ancelotti festejaba su quinta Champions levantando el puño derecho y saludando a los aficionados. Esta vez, el vértigo se decantó a su favor. Ante el Liverpool, dirigiendo al Milán ,sufrió un golpe muy duro cuando vencía por 3-0 y vio como Xabi Alonso llevaba en volandas al conjunto inglés y lograba empatar a tres tantos y vencer en los penaltis. Anoche, Carlo disfrutó del lado amable de esta tensión, aunque lo soportado durante noventa minutos fue muy duro. Di María, caliente tras el triunfo, se mostró ingenuamente auténtico: "Sabíamos que si empatábamos, ellos se cagarían".
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