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Diego Alves entierra muchas de las opciones en Liga del Real Madrid
Empate en el Bernabéu (2-2) en un espléndido partido del portero brasileño. El Madrid notó el cansancio de Champions y se topó contra un muro. El título, muy complicado para los merengues
rubén cañizares
El Madrid soñó durante dos horas con un histórico Triplete. Lo hizo en el espacio que va de las siete a las nueve de la tarde del domingo 4 de mayo de 2014. Fue un efímero anhelo. El pinchazo del Atlético en el campo del Levante ... hacía posible soñar en tan épica hazaña. Ganando a Valencia, Valladolid y Celta, los blancos hubieran llegado a la última jornada con muchas opciones de llevarse la Liga. Ahora un milagro haría posible el título. Eso o una ayuda del Barça, que viene a ser lo mismo. (Narración y estadísticas)
Todo comenzó como un partido más en el Santiago Bernabéu. Avalancha de claras ocasiones del Real Madrid en los primeros minutos, recital de paradas del portero visitante (qué bueno es Diego Alves) y a esperar que más temprano que tarde los blancos abrieran la lata y pusieran la velocidad de crucero para llevarse tres puntos de oro. Pero no, no fue así. Tras unos primeros quince minutos de gran intensidad merengue, los de Ancelotti bajaron el pistón y el Valencia empezó a crecer. Un remate de Parejo al larguero, tocado antes por Diego López, fue el primer aviso de los chés. Si el Madrid pensaba que tras el fiasco de la Europa League los de Pizzi venían de paseo al Bernabéu, se equivocaban.
Tras la clara oportunidad del mediocentro, otrora canterano merengue, los blancos siguieron llevando el peso del partido, pero sin apenas velocidad en su transición del balón ni juego colectivo, justo los dos pilares de su éxito ante el Barça en la final de Copa y el Bayern en semifinales de Champions . Benzema, Bale y Ronaldo hacían la guerra por su cuenta y ponían muy sencillo a Diego Alves cada ataque y remate del Madrid.
Con esta desidia de los de Ancelotti, pasaban y pasaban los minutos hasta que llegó el último de la primera mitad. Ahí, Feghouli disparó desde el pico del área grande con dirección a la escuadra derecha de Diego López. El gallego, en otra gran intervención, despejó el remate a saque de esquina. Un córner que mancharía las dos buenas intervenciones del lucense en esta primera mitad . Parejo lo botó al área pequeña y entre la mala defensa de Varane sobre Mathieu y las dudas de Diego López, timorato en la salida, aquella pelota acabó en el fondo de la portería. Tras su brillante partido en Múnich, el Madrid se tomó demasiado en serio el largo puente en la capital de España.
Di María por Illarra
De aquel medio desastre de primera parte, de trote cansino y escaso de ambición e intensidad de los locales, salió señalado Illarramendi. El de Mutriku es la primera opción de Ancelotti para suplir la baja de Xabi en la final de Lisboa . Sus pobres 45 minutos ante el Valencia (varias pérdidas de balón impropias de la élite) le marcan con un interrogante mayúsculo. Di María le dejaría en la ducha para el segundo acto.
La maldición de los ex: Parejo puede quitarle la Liga al MadridLa entrada del argentino agitó bastante a los suyos. Tanto que una falta botada por el interior acabó en el tanto del empate de los blancos, a falta de media hora para el final del partido. El centro de Di María lo cabeceó Cristiano en el segundo palo y Sergio Ramos lo remachó a la red. Tras una hora de pelea contra un muro llamado Alves, al fin conseguían derrumbarlo los blancos. Sería batalla ganada pero guerra perdida. Seis minutos después, otro fallo defensivo del Madrid permitió a Parejo rematar desde la medialuna del área sin oposición alguna. Su disparo con la izquierda ponía de nuevo en ventaja a los valencianos y dejaba muy tocado a los locales. Otra vez la maldición de los ex de La Fábrica. Aún faltaban 25 minutos, pero las piernas de los madridistas pedían a gritos socorro.
Ancelotti, ante el cansancio de los suyos, metería oxígeno con Casemiro y Morata y se encomendaba a la tan habitual épica del Madrid. Pero no era la noche de los blancos. Alves coleccionaba paradas y los blancos lamentos. Solo Cristiano, con un golazo de espuela en el minuto 92, puso en alerta a todos los cardiólogos de los servicios de Urgencia. De Madrid y de Barcelona. Con ese tanto, el luso privaba al equipo de la Ciudad Condal de depender de sí mismo. Suena a broma, pero con la momentánea derrota del Madrid, más la del Atlético, fue así hasta el tanto de Ronaldo. Nunca antes un aficionado colchonero se alegró tanto del un gol del Madrid. Más aún cuando Morata falló un remate a bocajarro en el 95 que hubiera culminado la remontada blanca. Ahí estaban muchas de las opciones del Triplete. Pero eso ya es fútbol ficción. La Liga tiene, más que nunca, color rojiblanco.
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