champions league | semifinales
Pep Guardiola, control freak
Mientras que Mourinho se mantuvo en el inglés, Guardiola contestó además en alemán, en catalán, en castellano y se tradujo solícito a sí mismo
Pep Guardiola, control freak
Algo de coreografía tuvo la mise-en-scène de Pep en Madrid. Entre la rueda de prensa de Lahm y Javi Martínez, que fue, como siempre, una entrevista a pie de campo pero con doble traducción, un prodigio de obviedades que siempre sobreviven al cambio ... de idioma (la obviedad, lo de perogrullo, es lo que nunca se pierde en la traducción), y la llegada de Pep hubo un aldabonazo, y fue el estornudo absolutamente wagneriano de un periodista alemán. Atchúuuus. Las cabezas se giraron y apareció, delgadísimo, Pep Guardiola , con su caminar inconfundible de futbolista, que parece Maquiavelo en playeras.
Las luces iban y venían y los cámaras pedían, como Goethe, «licht, mehr licht». Pero la penumbra tampoco quedaba mal al susurro de Pep, esa musitación inconfundible. Habla siempre como necesitando un vaso de agua.
En el Intercontinental, bajo unas arañas de duma putinesca, estaba toda la prensa posible y algún pope del balón, reunidos alrededor de la palabra del profeta. Mientras que Mourinho se mantuvo en el inglés , Guardiola contestó además en alemán («fussball, fussball, fussball…»), en catalán, en castellano y se tradujo solícito a sí mismo. No sustituyó del todo a la traductora por cortesía, pero estaba comiéndose la figura del traductor, camino inverso al de Mou. Para el Madrid, buenas palabras, porque ya le va bien. No le molesta reconocer la grandeza si piensa en ser mejor. «Siempre tienen algo especial. No sé cómo lo hacen, pero siempre firman jugadores que corren mucho». Reconoció una cierta evolución en el comportamiento táctico del equipo de Ancelotti y pronunció un número inusual de veces las palabras estilo e ideas. En la exterioridad de Guardiola no se advierte nada de su enfermiza pasión por el fútbol. No hay agresividad, ni fuerza expresiva. Se recoge, modoso, como tras haber ingerido la Sagrada Forma. Una humildad impostada y una cierta timidez que sí parece natural. Guardiola deserotiza el fútbol entre partido y partido, le da al entorno una tranquilidad de liga alemana. Pero es que, como en Barcelona, controla la situación dentro del campo y fuera. En cierto modo, es la perfección: fútbol a lo Barcelona (el balón, para mí) y un entorno formalito estilo Bundesliga . De su control solo escapa un posible estallido del big bang florentiniano. Que los cracks aprezcan como héroes de la Marvel en medio de un paisaje de pintor holandés. Los cracks de Floren, su energía a chorro, son la nueva casta.
Se equivocan, creo, quienes personalizan en Pep el duelo Barça-Madrid . Eso es chau chau de tertulieta nocturna. También quienes creen que su competitividad responde a un misticismo catalanoide. A Guardiola, este reparto de papeles al que ha llegado con cierto madridismo ya le va bien: en Chamartín, la casta, los arrebatos, la verticalidad y una imprecisa leyenda corajuda; en sus equipos, una organización maniática y perfecta. Como para arriesgar el cotarro en las ruedas de prensa…
Ver comentarios