Punto insuficiente del Madrid en San Mamés

La secuencia es la siguiente: Cristiano protesta una posible mano de Gurpegui en el área y el central le empuja, recriminándole por sus quejas. El luso, un tanto ingenuo, cae en la provocación y le toca con la mano en la cara. Lo que viene después es una simulación lamentable de un profesional de Primera División. Gurpegui cae fulminado al suelo teatralizando la acción de Ronaldo y dando a entender una agresión inexistente. Aquello enciende más los ánimos e Iturraspe se fue a por Cristiano como un miura para provocarle todavía más. Ayza, que no se enteró de nada, completó su lamentable arbitraje expulsando a Cristiano y amonestando a Iturraspe. De Gurpegui solo se sabe que a estas horas sigue vivo. Por su algunos viendo las imágenes le dieron por muerto. Faltaban diez minutos para el final del partido y lo que hace dos minutos era blanco para el Madrid pasó en sólo 120 segundos a negro. Pero vayamos por orden

El partido comenzó raro en San Mamés. La típica e intimidatoria tromba inicial del Athletic Club se vistió de blanco. Ronaldo y Di María, en los dos primeros minutos de juego, ya habían rozado el gol. Después, dos buenas subidas de Carvajal y otra internada de Jesé, todas desde el flanco derecho, no encontraron el pase final adecuado para que Benzema y Cristiano abrieran la lata. El gran inicio de partido del Madrid tenía a 40.011 enfurecidos leones domados. Pero sería por poco tiempo. En concreto hasta el minuto 17, cuando Aduriz tuvo la más clara del primer acto. Hizo lo más difícil y falló lo más fácil. Una bella combinación de los de Valverde acabó en un pase interior al ariete rojiblanco, que se deshizo de Marcelo con un fantástico quiebro, pero perdonó en el mano a mano con Diego López. La quiso ajustar tanto al palo derecho del cancerbero gallego que la acabó echando fuera.

La súper ocasión de los locales dio paso a una película completamente distinta. El Athletic tocaba corneta con un cuarto de hora de retraso y comenzó a emular el partido copero ante el Atlético de Madrid: intensos, con mucha raza, mordiendo cada balón, dándole un buen trato y obligando a la defensa del Madrid a defender en la frontal de su área. Pero había una pequeña diferencia. Los de Ancelotti estaban sabiendo sufrir sin el balón. El Athletic llegaba con cierta soltura a tres cuartos de campo pero ahí se le bajaba la persiana. Y las pocas veces que consiguieron ver un resquicio de luz no supieron como subirla. Los vizcaínos no pararon de intentarlo, pero no daban con la tecla adecuada a la hora de último pase. De hecho, ni los rojiblancos (ni el Madrid) firmaron ni un sólo disparo entre palos. Y eso fue más por mérito de los blancos que por demérito de ellos. El tramado defensivo merengue estaba sosteniendo al Madrid más espeso de 2014. Algo perdido, sin ideas, superado físicamente por los de Valverde, la mejor noticia para los de Ancelotti fue irse al descanso con empate a cero y soñando con un Athletic fundido

Y así fue. Tras el refrigerio, el Madrid se hizo dueño del partido y comenzó a intimidar a Gorka. Las botas pesaban demasiado en los de Valverde que poco a poco iban cayendo como fruta madura. Producto de esa falta de fuelle, llegó el tanto del Madrid. Cumplidos los dos tercios de partidos, en el minuto 65, el Athletic iba a cometer su primer gran error del partido. Iturraspe perdió un balón en el centro del campo, y Di María (el «ladrón») junto con Benzema (el pre asistente) montaron una contra fulminante que acabó en una asistencia de Ronaldo a Jesé, que con los tacos y desde el área pequeña empujaba el balón a la red de Gorka. El Madrid ya tenía a su contendiente donde siempre quiso: tirado en la lona a punto del K.O.

Entonces llegó el tanto de Ibai, la injusta expulsión a Cristiano y diez minutos finales donde el punto era ya lo más valioso que podía rescatar el Madrid de San Mamés. Del mal, el menos. Un empate que iguala a los blancos con el Barça en la tabla (54 puntos) pero que deja el liderato algo más lejos, a tres puntos, hasta los 57 del nuevo y flamante líder, el Atlético de Madrid. La Liga bipolar ha muerto.