El Madrid afila las garras (3-1)

Acaba agosto, empieza septiembre y los equipos ajustan cambios , aprietan tuercas y tiran de llave inglesa para engranar todas las piezas. Es por eso que cualquier juicio es apresurado, mucho más si se cambian peones fundamentales. En el Madrid sucedió. Ancelotti quitó a Ozil y metió a Khedira , que se parecen como un huevo a una castaña. Fue un trueque que tuvo su incidencia en el juego durante muchos minutos: menos asociación, peor salida de balón, dificultad para la circulación del esférico y problemas para encontrar a los de arriba. En suma, un fútbol intermitente, a trompicones, con muchas toses.

Aparece Isco

El Athletic, que tuvo mucho juego en el medio campo y fortaleza en su toque de balón, se fue desmembrando por errores de concentración en defensa, también por desajustes en la salida al fuera de juego y por el escaso juego que dieron las alas de arriba.

Así que en el comienzo de todo ninguno de los dos ofreció más que trazos grises, mucho juego en el centro del campo, pero neblina en la cabeza para imaginar algo que diera gozo a la grada. Valverde puso a Beñat encima de Modric para intentar colocar una venda en la creación del juego blanco. Por eso el fútbol blanco se hizo obtuso y tosco pues no había la suficiente fluidez. O funcionaba el croata o a Khedira no le daba el fútbol para desatascar aquello.

Hasta que apareció Isco . Entonces todo cambió. El malagueño dio dos pasos atrás y ese sutil movimiento lo cambió todo. Enlazó con Modric, encontró a Di María y en esa triple combinación el Athletic empezó a perder la batalla. Con el argentino escorado al centro y metiendo balones a la espalda de la dubitativa defensa rival, los leones se quedaron sin melena, sin garra y sin colmillos.

Primero Isco encontró carne blanda en una buena asistencia de Benzema (destacado ayer solo en este aspecto). Luego, al borde del descanso, otro error indisimulado dejó a Cristiano Ronaldo solo para cabecear el dos a cero. De ambos equipos, el que más rápido ajustó su maquinaria se subió encima del otro, machacando al otro por su evidente ineficacia.

Calma en el frente

El resultado calmó las neuronas blancas. Tocó con más tranquilidad en todas las líneas y, además, vio complacido que el Athletic, obligado, se le echaba encima. Miel sobre hojuelas porque cada dos por tres el Madrid robaba y luego salía en desbandada para intentar fusilar a Herrerín con cien rifles. En ese escenario de brega en la oscuridad, Modric, que cada vez se siente más importante, creció hasta hacerse el amo del choque y del Bernabéu. El estadio le acogió como un héroe, pues el madridismo gusta de estos jugadores que aúna fútbol y entrega por igual.

El Athletic, bonachón y blandito, se fue abajo con prontitud . Lo suficiente como para que el Madrid lo matara con una facilidad pasmosa. Marcó Isco de nuevo y el partido se quedó para ver que Jesé le ha comido la tostada a Morata y amenaza con derribar a un Benzema que ha perdido la confianza del graderío a pesar de que dos goles naciesen de sus botas.

En suma, cómoda victoria de un Madrid que fue a más ante un rival que decepcionó a todos. Los blancos van cogiendo velocidad de crucero y la competitividad que hay en la plantilla redunda en beneficio de todos.