Liga de campeones
El Madrid roza la gloria en un choque heroico
Los blancos se dejaron la piel en un partido que dominaron por completo y en el que estuvieron a punto de lograr la remontada
El Madrid roza la gloria en un choque heroico
En el túnel de vestuarios al Real Madrid le salían llamaradas de los ojos, excitadas sus huestes al mil por cien, los músculos ansiosos por tensarse, los dientes mordiendo esquinas y las consignas claras. En los primeros cinco minutos los blancos habían creado cuatro ... ocasiones de gol y habían forzado cuatro córners. Todos metidos en la faena, peleando cada metro de hierba a muerte y llevando a rajatabla las leyes de una remontada: el primer balón dividido, blanco (Modric), la primera tarascada, blanca (Ramos a Lewandowski, al que dio hasta en el pasaporte), el primer córner, blanco (Coentrao) y el primer tiro, blanco (Di María). [Así narramos el Real Madrid-Dortmund, minuto a minuto]
No obstante, el guión se torció en el primer doblez de la fortuna: tres ocasiones claras como el blanco de las gradas, teñidas de camisetas madridistas, tres ocasiones al limbo (Higuaín, Cristiano y Ozil). Ahí estaba la eliminatoria. Con una que se hubiera aprovechado el partido habría estado encarrilado.
Pero el Madrid falló en lo que es su fuerte, probablemente porque Cristiano salió lesionado, y se le notó, menos fresco, con escasa chispa, sin el arranque explosivo que le da ventaja. [Las mejores imágenes de la noche]
En el Madrid todo funcionaba, fundamentalmente porque Mourinho metió a Modric junto a Alonso y en la conexión del croata con Alonso y Ozil el Madrid mandó el partido a su parcela, con un dominio total. El acierto de Mourinho en esta decisión dejó al descubierto sus clamorosos errores de estrategia en el partido de ida. Primero porque era de primer curso de entrenador que Ramos tenía que jugar en el centro aunque eso hubiera supuesto meter a Nacho en la derecha. Segundo, porque no hace falta llamarse Khedira para robar y tapar. Modric tapó, robó más que él y jugó cien veces más y mejor el balón. Con el desahogo de Modric, el Madrid tuvo salida de balón, Ozil tuvo socio y el Real dispuso de munición suficiente para asetear a Wendenfeller. Con Cristiano a tope, aquello habría tenido otro color, pero entre el abductor maltrecho del portugués y la falta de acierto en el remate final, al Madrid se le fue yendo el fuelle y parte de la eliminatoria.
Un rival temible
A la media hora los de Mou estaban con la lengua fuera, sobre todo Alonso, que lleva una reencarnación terrible, con millones de kilómetros recorridos y poco o nulo descanso en sus piernas. Modric siguió dando gasolina al equipo, pero ya no fue lo mismo.
Y luego el Borussia, que nunca se descompuso. Un equipo excelente, coordinado, compacto, con Hummel imperial, Gundogan excelente pelotero y el peligro latente de Lewandowski al que, sin embargo, Ramos ató por las buenas, por las medianas y por las malas.
Pero a pesar de la heroicidad, del esfuerzo inmenso, del derroche físico, el Borussia seguía en pie, con la ventaja incólume y cada vez menos tiempo para que el Madrid levantara la pesada piedra que se había echado en Dortmund por su falta de todo, incluso de visión desde el banquillo.
La segunda parte vio al Madrid en el alambre, tirando arriba con todo y arriesgando una barbaridad. El Borussia tuvo ya muchas ocasiones porque el Real no tenía más remedio que descubrirse hasta el alma intentando encauzar aquello que se le iba de las manos como los granos de arena.
Mourinho, y eso le honra, tiró de todo el arsenal que tenía en el banquillo buscando aunque fuera ganar el partido. Se volcó con todo lo que tenía, dejándose hasta la última gota de sudor en el campo. En el tramo final el Madrid rozó la gloria, Ozil levantó el campo al irse por la derecha y ponérsela a Benzema, que marcó. Aún creía el Bernabéu, con los blancos volcados, pero ya apenas quedaba tiempo. Marcó Ramos y el Madrid rozaba el milagro, pero ya no tuvo tiempo.
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