Crítica de danza
El universo reivindicativo de Morau y Morricone
La compañía Aterballetto puso en escena 'Notte Morricone', en una única función
Sevilla
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'Notte Morricone'
- Dirección y coreografía: Marcos Morau
- Música: Ennio Morricone
- Dirección musical y arreglos: Maurizio Billi
- Diseño de sonido: Alex Röser Vatiché, Ben Meerwein
- Escenografía e iluminación: Marc Salicrú
- Textos: Carmina S. Belda
- Teatro Maestranza Día: 27 de abril de 2025
Es difícil en ocasiones sacar las cosas de su contexto, y si no, que se lo digan a Marcel Duchamp que desafió la concepción tradicional del arte. Marcos Morau ha realizado su propio desafío. Con las músicas de las películas que sus padres tanto ... amaban y fueron su imaginario infantil, ha creado un espectáculo que en nada nos recuerda a las películas donde tanto brillaron las composiciones de Ennio Morricone.
Porque la cosa es difícil. La música de Morricone está irremediablemente ligada a una imagen: la catarata de 'La Misión'; el ruido del proyector de cine antiguo de 'Cinema Paradiso'; la cetrina cara con el cigarrillo medio caído de Clint Eastwood en 'El bueno, el feo y el malo'..., cuando Marcos Morau decidió utilizar la música de Morricone quiso también crear otro universo que, lejos de identificar la música con sus imágenes originales, creara nuevas sensaciones a veces duras y a veces, inacabadas, para no caer en sentimentalismos ñoños.
El universo Morau está siempre lleno de muchos elementos, en este caso hay una enorme pared de colores grises, llena de bocetos, dibujos y puertas y ventanas. Y la escena se va transformando desde la mesa donde el músico compone, a un estudio de grabación, al cine o a un estudio con orquesta. Los objetos de Morau nunca están estáticos, y aquí cobran vida todos, desde las partituras que vuelan por el aire, hasta el piano que sirve también de improvisado ataúd, además de la grabadora, los auriculares, sillas con ruedas que recorren el escenario, ramos de claveles rojos, metrónomos, atriles con luz, una bicicleta, el tablero de ajedrez, las marionetas que recuerdan a Morricone...
La 'Notte Morricone' comienza en el patio de butacas cuando un bailarín entra con una gran lámpara que pasea sobre la cabeza de los especatadores. Los magníficos bailarines de Aterballetto están ataviados con pantalones, a modo adrógino ellas, y con gafas todos, en colores grises, blancos o negros. No hay color, salvo el de las flores rojas.
Ahí está Morricone y su alter-ego (dos estupendos intérpretes), y se van produciendo los encuentros que van recordando las músicas de esta banda sonora que nos ofrece temas que conocemos y tarareamos, pero también arreglos de otras canciones hechos por Morricone y de los que apenas sabíamos. Escuchamos y vemos bailar 'Cinema Paradiso', 'Érase una vez en América', 'La Misión', 'El bueno, el feo y el malo'..., y también 'Se telefonondo' escrito para la añorada Mina.
No es casual el final de la obra, para nada, Morau no sólo reivindica la música de Morricone, sino también el espíritu del maestro, ése que decía que 'me gusta el ajedrez porque se gana sin violencia', o mas rotundamente insiste: «hice todo o que pude para componer una música que diera sentido a aquello que nos falta, a lo que no se ve con claridad, a las cosas que no se dicen». Y por eso la obra termina en la resistencia frente a los fascismos que acechan y lo hace a través del mítico tema de Sacco e Vanzetti... y así los bailarines tararean en escena... «Here's to you, Nicola and Bart. Rest forever here in our hearts...», que en España conocimos cantada por Joan Báez.
Morau nos ofrece cientos de imágenes para que cada espectador elija la propia. Y a lo largo del recorrido de la pieza ésta se va entrelazando con el diseño electrónico de Alex Roser Vatiché y Ben Meerwein y la voz del propio Morricone que habla del amor por María, su mujer, su pasión por el ajedrez, o de cuándo ganó el Oscar honorífico.
Van sucediéndose las escenas, Morricone y su alter-ego juegan al ajedrez; los ramos de flores de la entrega de los Oscar; un piano del que sale una bailarina y gira en el escenario en movimientos íntimos, corales, intensos, con una coreografía exigente con movimientos que en ocasiones recuerdan a la danza urbana y en otros al contact. Sigue sonando la música, pero en ocasiones la creación contemporánea ocupa el espacio de la banda sonora. Es como si Morau cumpliera el deseo de Morricone: «quería saber cómo sonaba el tiempo».
Marcos Morau, artista asociado de la Trienal de Milán para 2025-2027, hace de esta obra una constante fantasía. Los bailarines son a veces músicos, a veces vaqueros de la películas del oeste, o se convierten en simples espectadores para crear incluso momentos independientes de coreografías corales donde intervienen los quince intérpretes en geométricos movimientos.
El público, si ha dejado en otro lado de su corazón la nostalgia por la música de aquellas películas, consigue ver más allá, porque Morau nos ha sugerido múltiples imágenes para conformar un nuevo universo, de la mano de quince intérpretes que cantan, bailan, recitan textos y mueven las marionetas-Morricone que van sucediéndose en el escenario, como recordando las cientas de nominaciones que tuvo en los Oscar.
La Fondazione Nazionale della Danza/Aterballetto, único centro coreográfico de Italia sito en Reggio Emilia, se ha dejado seducir por la estética de Marcos Morau, porque en su Adn, como en el de cientos de personas, estaba ya el recuerdo popular de la música de Morricone. Es esta obra un homenaje biográfico a través de la Danza en la que Morau no quiere darle al espectador el placer de la música que ama y conoce, por eso en ocasiones sólo la sugiere o incluso la corta a lo largo de la narrativa.
Este viaje genial a través del mundo musical y poético de Morricone con la estética de Morau, es una espiral de creación en la que si te sumerges, puedes aspirar a comprender otros universos, y si no, siempre está la solución de quedarse fuera y seguir viviendo como siempre. Es lo más fácil.
Y la voz de Ennio nos recuerda sus sueños, «He sido Noodles, Totò, Olmo, Stravinsky. He intentado componer música de perdedores y ganadores. He buscado el sonido incluso para las cosas más terribles. Para la alegría y la desesperación. Y finalmente quise ver el sonido de un hombre cuando nadie lo ve». Nosotros en el Maestranza lo vimos y lo sentimos.
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