crítica de teatro
Tiempo de revivir
Pablo Messiez convoca a Kaj Munk a través de Dreyer en 'La voluntad de creer' para componer un alegato divertido, emocionante sobre lo específico de la impureza teatral
Lo que cuesta la risa
Alfonso Crespo
Sevilla
Arrinconada en un extremo de la escena, como una suerte de metrónomo que midiera el tiempo de la experiencia teatral, una pequeña tele con el 'Ordet' de Dreyer: qué de luz sale de ahí; la industria del cine preocupada por restaurar copias digitalmente y ... esta película se podría proyectar sin sonido en el tapacubos de la rueda de un coche y seguir conmocionando. Arqueología de lo perdido.
Messiez convoca a Kaj Munk a través de Dreyer en 'La voluntad de creer' para componer un alegato divertido, emocionante —algo redicho a veces— sobre lo específico de la impureza teatral, esa ceremonia laica —en esto el argentino es más bergmaniano que otra cosa— que, como la liturgia religiosa, va menguando en adeptos, un público que, en muchas ocasiones, acude más por inercia cultural, cuando no por afinidad pseudo-política, que por fe verdadera.
El primer y principal malentendido que el diálogo con Dreyer le permite aclarar a Messiez es uno muy extendido: donde tienen que pasar cosas no es en el cine —arte de a propuesta de mundos— sino en el teatro —arte de la presencia—, justo lo que reclama insistente Juan, trasunto del loco Johannes, e, igual que este, demiurgo en la sombra, gestor de milagros, figura excéntrica y ridícula pero todopoderosa, dramaturgo a fin de cuentas, siempre entre el 'off' y el 'in', reflexionando en voz alta sobre la crisis de fe en la vida (y, por ende, en sus representaciones).
Venía a decir el otro día Messiez que en 'La voluntad de creer' empezaron por la constricción protestante y terminaron bajo el influjo del mediterráneo berlanguiano, y es cierto que atraviesa la obra cierta apariencia de desahogo y un espíritu bromista desde los que se señalan, como de pasada, cosas serias una vez que el público, al que se le provoca desde antes de comenzar la función, ha caído en la red, en el juego, lejos del habitual —mal endémico de nuestro teatro— cierre de filas alrededor de la disciplina ideológica.
FICHA
La voluntad de creer ****
- Pablo Messiez / Buxman Producciones / Teatro Español. Texto: Pablo Messiez a partir de 'La palabra', de Kaj Mundo. Dirección: Pablo Messiez. Escenografía: Max Glaenzel. Iluminación: Carlos Marqueríe. Intérpretes: Marina Fantini, Rebeca Hernando, María Jáimez, José Juan Rodríguez, Íñigo Rodríguez-Claro, Mikele Urroz: Fecha: Viernes 19 de febrero. Lugar: Teatro Central
En la resurrección dreyeriana y su consecuencia física —el beso-bocado desesperado que indica que en la breve vacación de la muerte no ha cesado la angustia— Messiez ha encontrado cifrado ese temblor de la carne, esa revitalización del movimiento y de la apertura en los que lleva tiempo profundizando y que deparan estas obras con las costuras a la vista, donde 'desembarazados del dos' se buscan las viejas-nuevas síntesis que permiten que sigan pasando cosas encima del escenario —y que nosotros nos las creamos—.
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