crítica de teatro

Lo peor de mí

Luz Arcas presenta una adaptación de la obra 'Psicosis 4.48', de Sarah Kane

El Teatro Central le dedica una semana a la coreógrafa Luz Arcas

Qué hacer en Sevilla este fin de semana

Un momento de 'Psicosis 4.48' en versión de Luz Arcas ABC

Alfonso Crespo

Sevilla

'Psicosis 4.48'

  • Intérpretes: Teatro Español y La Phármaco.
  • Autora: Sarah Kane.
  • Adaptación y dirección: Luz Arcas.
  • Espacio escénico: Pablo Chaves.
  • Espacio sonoro: Pablo Contreras.
  • Intérprete: Natalia Huarte.
  • Lugar: Teatro Central.
  • Fecha: Miércoles 13 de diciembre.

Lo primero era aterrizar la obra de Kane, más una cuestión de voz o de voces que una situación dramática y escénica clara. Arcas la baja con sutileza, en un espacio deudor de aquel 'cuarto de Vanda' de Pedro Costa, donde se establecía ... una parecida y densa noche, y el tiempo del cine era, como aquí el del teatro, de la estirpe del cronómetro.

En la noche de Kane, de Arcas y de la solitaria Huarte, se trata, entonces, de cómo encarnar ese monólogo interior —escindido y multiplicado por la psicosis— en un cuerpo. ¡Denme un cuerpo!, como decía Deleuze que reclamaban los cineastas modernos tras la debacle de las acciones y los encauzamientos lógicos, podría ser el lema que aquí se sigue. Hacia el desvelamiento del cuerpo se va precipitando lenta y frágilmente la obra, guiada por los sonidos: del susurro inaudible al quejido, luego al recuerdo, a la conversación, incluso al diálogo, hasta llegar a una poesía última —una música de postrimería— donde todo el dolor se nombra como por primera vez.

Y son esos momentos, los que llevan del vislumbre de la intérprete a las pequeñas coreografías de su desesperación, los que más parece haber disfrutado Arcas y más convencen de 'Psicosis 4.48', ahí donde la verbalización del exceso de dolor —encabalgamiento de lo personal con lo histórico, asunción de una pena existencial íntima y universal— da paso a su traducción física en pequeños momentos de autarquía como arrebatados a la pena. Y es que, como advirtiera otra ilustre paciente de psiquiátricos, Unica Zürn, el problema de fondo, la terrible revelación, tiene que ver con que todos los locos terminan pareciéndose; que en la locura que se siente exclusiva e incompartible también acecha el cliché. El cerebro performativo de Arcas y la espasmódica ligereza de Huarte logran abrir verticales en ese espacio-tiempo en blanco más allá de las palabras que, como posibilidad, dejó Kane para los esfuerzos postreros.

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