entrevista
Pedro Ruiz: «La televisión de ahora se ha convertido en un negocio de mangantes para paletos»
El polifacético artista llega los días 4 y 5 de octubre al Teatro Los Remedios para presentar su espectáculo 'Mi vida es una anécdota'
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Fernando Rodríguez Murube
Sevilla
Pedro Ruiz (Barcelona, 1947) tiene un móvil de 30 euros (sin Whatsapp), siempre lleva encima un bloc y rotuladores, escribe poesía todos los días – ya sea en el hall de un hotel o en el asiento trasero de un taxi– y se pasa la ... vida «dándole vueltas al coco». No lo hace con ánimo de publicar esas creaciones, lo hace para estar entrenado, para manejar la voluntad.
A sus 77 años, confiesa que uno de los secretos para gozar de la buena salud que posee es tener más planes que años. El polifacético artista siente que está en los albores de todo: «El que no está empezando, está muerto». Es un verso suelto al que gusta conversar, arte en peligro de extinción (según Truman Capote) domina como pocos.
Acaba de llegar del Festival de San Sebastián, al que ha asistido para estar presente en el estreno de la película dedicada a su gran amigo Gila, '¿Es el enemigo?'. Su plan más inmediato, entre los muchos que tiene, es presentar en Sevilla 'Mi vida es una anécdota', el espectáculo de tintes autobiográficos con el que está girando por todo el país. Será los días 4 y 5 de octubre en el Teatro Los Remedios.
Durante los 75 minutos de conversación, Pedro Ruiz exhibe una agilidad y habilidad mental admirable. La cascada de reflexiones, que enriquece con el uso constante de acertadas metáforas, deja multitud de titulares. Las anécdotas se las guarda para el espectáculo, pero las que cuenta off de record dan para un libro. O dos. Por ejemplo, su actuación de 1974 en la gala del Club Siglo XXI, donde, según contaban las crónicas de la época, fue «uno de los primeros en 'desvirgar' al país», que estaba virgen de libertades.
- El espectáculo que presenta en Sevilla es el más cercano y personal de cuantos ha traído a la ciudad. ¿Qué puede adelantar?
- Sin duda. Ahora cumplo 50 años haciendo espectáculos y sí, el que traigo ahora a Los Remedios es el más sencillo y cercano. Gracias a una gran pantalla convierto el escenario en el salón de mi casa, y desde el salón de mi casa voy contando a la gente muchísimas anécdotas profesionales vividas, ninguna privada, con un sinfín de personajes por todos conocidos (off the record adelanta alguna con el Rey emérito, Jesús Quintero o Camilo José Cela).
- Hay humor y hay reflexiones profundas…
- Así es. Pero quiero dejar claro que no es una conferencia ni una charla, es un espectáculo muy dinámico con parodias, con canciones y en el que interviene el público. No trato de decirle a la gente: «Miren ustedes qué vida más interesante tengo». Más bien todo lo contrario. Intento explicarle a la gente a través de estas anécdotas que lo mismo que le pasa al espectador, le ocurre al rey, al divo, al cantante, al futbolista, al que manda, al que no manda, etc. Es un ejercicio de igualación. Y lo hago sin hablar mal de nadie, porque creo que en este momento lo más revolucionario que hay en la vida es respetar. Y si respetas y encima diviertes y la gente se ríe, fantástico.
- Ahora que en cierto modo repasa sobre el escenario su vida, ¿se arrepiente de algo?
- Con este espectáculo no apelo a la nostalgia, apelo al aprendizaje. Y, por supuesto, en ese proceso me incluyo yo mismo. Mira, las anécdotas que he elegido, que son muchas, forman una especie de paleta de colores en la que se aprende un poco de historia a través, evidentemente, de mi forma de haberla vivido, pero también procuro que se aprendan cosas atendiendo a los errores que yo mismo he cometido. Y respondiendo a tu pregunta de manera más concreta, he de decirte que, con el tiempo, pese a mi extrema juventud, he aprendido que discutir vale para muy poco, porque no convences a nadie y gastas energía inútilmente.
- Hace unos días ha publicado un vídeo en redes sociales en el que anunciaba que todo aquel que asista a su espectáculo en Sevilla y no le guste, usted mismo le devolverá el dinero de la entrada. ¿Tan seguro está de que va a gustar?
- Por supuesto que lo estoy. Lo he dicho como marketing, pero estoy dispuesto a cumplirlo. Es decir, si alguien me dice que se ha aburrido, tome usted, el dinero de su entrada. Lo digo en serio. El único sitio en el que lo voy a hacer es Sevilla, quería dirigirme a esta ciudad de una manera peculiar.
- ¿Cómo se define a nivel profesional? Actor, cómico, cantante, periodista, showman…
- Soy un artista, punto. Ese es el mejor concepto que resume cómo me siento. ¿Sabes qué pasa? Si te tomas la vida demasiado en serio, te coartas a ti mismo. Y yo tengo una sensación desde hace muchos años de que estamos aquí tan de paso que lo de darse importancia no vale la pena, porque cuanta más importancia te das, menos libre eres. Por tanto, a los que no les gusta una faceta mía u otra, los entiendo y los respeto profundamente. Pero es que no hay otra ocasión para intentar hacer las cosas que te gustan. Soy partidario de arriesgar, siempre.
- Para su oficio, ¿cree más importante la sensibilidad que el talento?
- Creo que la voluntad es más importante que ambas. Sin voluntad, la sensibilidad y el talento no valen para nada. Hay que estar siempre picando piedra. Y luego, a veces, de la piedra salen chispas, pero si no picas es imposible que haya chispa. Camilo José Cela, de quien también hablo en el espectáculo, preguntaba en una entrevista que hacía en Interviú cuál de las tres potencias del alma (la memoria, la inteligencia y la voluntad) era la más importante. Yo siempre hubiese respondido la voluntad.
- Practica natación a diario. Tiene muy en cuenta la famosa cita de la Antigua Roma: «Mens sana in corpore sano».
- ¡Sin duda! Eso lo dijo Juvenal. Mi madre, que era de Almería, decía cosas muy cortas pero profundísimas. Desde crío me decía: «Todo lo que tú abandonas, te abandona a ti». En este sentido, tengo que decir que la magnífica salud de la que gozo a mis 77 años procede de muchas cosas, pero entre las más importantes se encuentra el hecho de tener más planes que años.
- Suma 20.000 seguidores al mes en Instagram. Eso le convierte en un influencer… ¿Cree que tiene razón en todo lo que opina o dice?
- Solo tengo mi razón, que mañana puede cambiar, porque cuanta más información tienes más cuenta te das de lo parapetado que estás en según qué cosas. Hago unas reflexiones sin ánimo de convencer a nadie. Durante este tiempo he llegado a la conclusión de que ya no quiero tener razón, quiero tener derecho a no tener razón. El papel más necesario en este momentito de la eternidad en el que estamos es el de la conciliación, el de la concordia. No se puede seguir con este tirón de unos y otros del mismo mantel porque lo van a romper, y en el centro del mantel estamos todos.
- ¿Siente desprecio, compasión o indiferencia por los que no piensan como usted?
- Siento lejanía. Pero una lejanía que probablemente podamos acortar si entramos en otros terrenos. Todos estamos equivocados, como decía Chaplin: «La vida no da más que para ser amateur».
- Carlos Latre me comentó en una entrevista hace unos meses que ahora es mucho más complicado hacer humor que hace unos años porque se ofende todo el mundo. ¿Está de acuerdo?
- Latre lleva toda la razón. En cambio, durante la transición todo el mundo asumía cosas mucho más divertidas, nadie se ofendía por nada, salvo los fachas que estaban saliendo del poder. Te pongo un ejemplo: en 'Como Pedro por su casa' (1985) conseguí, vestido con un personaje andaluz que se llamaba el Séneca, que se sentaran conmigo a jugar al dominó Fraga, Carrillo, Txiki Venegas y Rodriguez Sahagún. Si ahora le dices a Pedro Sánchez, a Núñez Feijoo, a Yolanda Díaz y a Abascal que vengan a un programa de televisión a fingir una partida de dominó o a comerse unos boquerones para ejemplificar que se llevan medianamente bien, ¡no vienen! Síntoma inequívoco de que no hemos avanzado; más bien todo lo contrario, esto ha ido para atrás.
- ¿Por qué no existen programas como La noche abierta o El loco de la colina?
- La televisión de ahora se ha convertido, en demasiados casos, en un negocio de mangantes para paletos. Esa televisión que habla de la vida de los demás, que la exagera, que la emponzoña; los reality shows completamente trucados… A mí todo eso me parece profundamente malévolo. Y yo no participo de esas fórmulas. Y por ello no soy un perfil conveniente para la televisión más comercial. Dicho esto, con el diluvio de mierda que va cayendo no se puede esperar que nazcan buenas lechugas.
«Ahora sería impensable imaginar a Pedro Sánchez, Núñez Feijoo, Yolanda Díaz y Abascal sentados en un plató simulando una partida de dominó. Síntoma inequívoco de que hemos ido para atrás»
Pedro Ruiz
Artista
- Pero, ¿por qué hace 15 o 20 sí había espacio para ese tipo de programas y ahora no? Qué ha cambiado en la sociedad.
- Esa es una pregunta que tienes que hacerle a los que mandan en las televisiones públicas. Yo estoy dispuesto a volver en cualquier momento, tengo infinidad de ideas. De hecho, presento proyectos a la televisión pública todos los años, pero no me escuchan porque yo no formo parte de los 'convenientes'. Las televisiones públicas de todo el planeta se rigen por tres componentes que no fallan nunca: Goebels, Kafka y Al Capone. O lo que es lo mismo, doctrina, confusión y negocio. Si no estás en uno de estos tres grupos, eres un sospechoso.
- ¿Se imagina haciendo ahora 'El libro gordo de Pedrete'?
- Claro que podría hacer eso otra vez si me dejaran. Escribí esas diez piezas en una tarde. Solo hice siete programas, siete viernes del 85 de 'Como Pedro por su casa'. Sin embargo, muchísima gente lo recuerda todavía.
- Si se hiciese ese programa, convendrá conmigo en que habría que cambiar algunas cosas, so riesgo de ser políticamente incorrecto. Lo primero, el saludo inicial: Qué buena estás, Carolina.
- Sí, ahora habría que decir qué lista eres, Carolina. Atendiendo seriamente a los compromisos sociales y a los avances sociales que tiene que haber por la mejora de nuestra mentalidad, esto que quede bien claro, tenemos todos una enorme inflamación de ombligo. Hay que amainarlo un poquito. Ahora el discurso es el de todas, todos, todes, tudos, tidos. Reivindicar, sí, pero exagerar tanto no.
Espectáculo de Pedro Ruiz en Sevilla
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Dónde: Teatro Los Remedios.
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Dirección: calle Juan Ramón Jiménez, 22.
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Cuándo: viernes 4 y sábado 5.
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Horario: 20.30 horas.
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Precio: 30 euros.
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Entradas: giglon.com
- ¿Qué opinión le merece las medidas que ha tomado el gobierno para acabar con la supuestas fake news, su 'Plan de acción para la democracia'?
- Contra las fakes, más fakes. Estamos en un mundo fake desde hace mucho tiempo. Cuando un político dice que son las dos de la tarde, pongo el reloj a las cuatro de la madrugada por si acierto.
- En este caso, como decía Maquiavelo, ¿el fin justifica los medios?
- No, el fin justifica los fines. Pero los fines no justifican nunca los principios.
- Está planeando sobre la entrevista cierto aroma a nostalgia, a aquello de 'todo tiempo pasado fue mejor'. Hagamos el ejercicio inverso, ¿qué está mejor ahora respecto a hace unas décadas?
- Hasta hace poco ha habido menos prejuicios sobre el otro, ahora, lamentablemente, están resucitando. Desde luego hay mucha más justicia social, un mayor intento de que nadie esté por encima de nadie, en eso hemos mejorado. Nos hemos olvidado de que las libertades no vienen con las peladillas del bautismo. Hay que trabajarlas, respetarlas y se respetan con el respeto. En la vida siempre digo que hay tres fases en cada asunto: hambre, atracón y diarrea. El hambre es la dictadura, el atracón es la democracia y la diarrea es la descomposición hasta que llega una nueva revolución. Y ahora estamos entrando en diarrea.
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