Suso Silva, director del Circo de los Horrores en Sevilla: «Nadie me pide que me baje del escenario; lo decido yo»

Eran los primeros pasos de una receta arriesgada que resultaría ser maestra, y que hoy, casi 20 años después, continúa siendo el sello de identidad de una compañía que llena gradas y que representa hasta el 3 de marzo en Sevilla 'Réquiem. Sinfonía Final' en medio de una gira que pasa por otras grandes ciudades. El alma mater del Circo de los Horrores se despide de las tablas con este show, que marca un cierre de ciclo y supone un repaso a toda su trayectoria escénica como maestro de ceremonias.

«Nadie me pide que me baje del escenario. Lo decido yo. Hay muchas muertes anunciadas de directores y actores porque su luz se apaga. Yo la tengo más encendida que nunca». Así es como explica este cómico formado en el Instituto del Teatro de Barcelona que haya decidido armar su propio «suicidio escénico» en el que será su último espectáculo entre bambalinas. «Yo mismo preparo y decido mi muerte en el escenario», añade convencido de que «Horrores necesita a alguien más joven, más actual, que viva lo que pasa en la calle hoy en día» en un mensaje que cree extrapolable al resto de sectores. El peso de la edad, la incomodidad de la vida nómada y la garantía de dejar el testigo en su hija Sara como maestra de ceremonias de su proyecto más visceral, terminan por consumar la decisión de Suso de decir adiós al directo. Y subraya el hecho de que sea una mujer quien lleve esa bocanada de aire fresco a la compañía.

Sin embargo, no está en los planes de este clown desvincularse del Circo de los Horrores una vez concluyan las funciones de 'Réquiem'. Su futuro se adentrará en caminos que ya ha transitado durante estos años, pero en los que ahora quiere detenerse con el sosiego de no tener que recorrer cientos de kilómetros para encontrarse con el público. Por eso, pretende inmiscuirse en el lado más oscuro de los shows, volcándose en la escritura, dirección y montaje de los nuevos proyectos que a partir de entonces otros conducirán ante el patio de butacas. Porque, aunque piensa que ha dado lo mejor de sí sobre las tablas y ha conseguido enganchar a un público inapetente de circo, también cree que su obra culmen está aún por llegar.

A medio camino entre las risas y el terror, 'Réquiem. Sinfonía Final' trata de ser un viaje, una introspección por los cinco trabajos anteriores - 'El Origen', 'Manicomio', 'Cabaret Maldito', 'Apocalipsis' y 'Bacanal'-, donde el Suso escritor aparece sentado frente a su vieja máquina de teclas, pluma que ha visto nacer a todos los personajes etéreos que han dado vida al Circo de los Horrores durante estas dos décadas de andadura. Hasta olvidarse de su propia identidad, estas criaturas harán delirar a un Suso del que escindirán sus diferentes alter ego: desde el maquiavélico Suso Clown hasta un Nosferatu representante de todos los miedos del ser humano, no sin pasar por el Rey del Manicomio y por Lucifer, el diablo que comercia con las almas de los mortales.

Con un guion sólido, este espectáculo circense, fuerte e intenso, aúna la esencia más pura de lo que hasta ahora ha sido Horrores, pretendiendo mostrar al público sus orígenes. La fórmula para hacerlo es la de siempre: «la fusión de teatro para contar una historia con el circo más actual y cañero y gotas de cabaret salvaje», en palabras de su autor. Tal vez porque los inicios de Suso están enraizados en el arte de hacer reír, sus shows no renuncian al humor, que conjuga sutilmente con el terror. «He ido descubriendo lo que pueden llegar a dar de sí los personajes tanto a nivel dramático como cómico», comenta acerca de una mezcla explosiva que desemboca en que «el espectador utilice la risa nerviosa e histérica y la carcajada loca y desenfrenada como medio de escape cuando está muy acongojado». «Como cómico que soy, no concibo un show que sea frío y dramático y que no transmita nada más», aclara.

Más de una treintena de artistas conforman el elenco de una puesta en escena que contiene dos actos circenses y monólogos perspicaces, cocinada a fuego lento durante un año y medio de ensayos y concebida durante la pandemia.

El recorrido por todos los 'Susos' que fue desde principios de siglo hasta ahora guían un espectáculo en el que el artista acaba poniendo fin a su paso por los escenarios «lleno por dentro y desnudo por fuera», sin maquillajes ni vestuarios. Sólo siendo él en el que probablemente sea el momento más difícil de su carrera. Sin interpretaciones.