Patricio Cabrera: «En mi época la Academia era quedarse en el camino»

El pintor sevillano expone sus últimos lienzos en la sala Atín Aya con el título 'Naufragar m'e dolce in questo mare'

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Partricio Cabrera junto a la delegada de Cultura, Angie Moreno, ante uno de los grandes lienzos de su exposición ABC

Patricio Cabrera (Gines, 1958) pertenece a una de las generaciones más interesantes de la reciente historia del arte sevillano aunque él, sin renegar de sus orígenes de los que confiesa sentirse muy orgulloso, dice que su realidad en este momento es otra.

Acaba de ... volver a la escena expositiva con una interesantísima y prolífica muestra que lleva por título un verso de Giacomo Leopardi titulado 'Infinito' y que culmina así: 'Así, en esta inmensidad se anega el pensar mío: Y me es dulce naufragar en este mar'. Pero Cabrera ha escogido el verso en italiano y por eso su exposición, inaugurada en la sala municipal 'Atín Aya', se titula 'Naufragar m'e dolce in questo mare'.

Su primera exposición individual se presentó en 1984 en la galería Melchor, precursora de la actual Galería Rafael Ortiz, codirigida por Rosalía Benítez, precisamente comisaria de esta muestra que ahora se inaugura junto a Luis Francisco Pérez.

Su nueva muestra en la sala Atín Aya puede recordar algunas realizadas en la época de los 80, cuando aquellos años dieron paso a una generación gloriosa de pintores sevillanos que luego triunfaron de forma apabullante. «Sí, puede ser verdad porque yo recojo mucho de lo que he hecho», cuenta.

La exposición en un principio iba a tratar sobre la importancia del agua, «pero al final decidimos cambiar porque el comisario me sugirió este texto de Leopardi y escogí el último verso que me pareció bellísimo. Es como rendirse ante el mar, decir que sí sin más, como una rendición. Además, curiosamente hay una edición de Leopardi editado en Sevilla por Renacimiento que está diseñado por Manolo Ortiz y él me lo regaló».

Consta de treinta cuadros de los cuales, excepto cuatro, los ha realizado durante los años 2023 y 2024. «Hay cuatro grandes que son de la exposición del CAC de Málaga y los he querido incorporar porque aquí lucen mucho mejor. En estas salas se disfruta mucho más la obra, porque yo soy muy pintor y me gusta esa capacidad de disfrutar un cuadro».

Dice haber pintado tranquilo, comenzando por dibujos, pero luego se «puso a tope». «La exposición es toda nueva y la gente joven me ha dicho que creían que era una retrospectiva... Yo les he dicho que no me gustaban esas cosas, que yo no me paro, voy hacia adelante. Una de las cosas que me gusta del texto que me han escrito es que no citan a la Generación de los 80. Su autor me dijo que estaba harto de hablar de la generación de los 80 y de la Máquina Española, que el quería hablar de mi pintura hoy, de mi obra, y a mí me pareció muy bien».

Los comisarios de la muestra, Luis Francisco Pérez y Rosalía Benítez rodeando al pintor Patricio Cabrera abc

Patricio Cabrera está muy orgulloso de pertenecer a la Generación de los 80, de su época en la Máquina Española, «pero eso ocurrió hace 40 años y yo he evolucionado, y hoy mi realidad es otra. Fue una generación gloriosa de la pintura, pero luego ha habido otras, y otras... Quien quiera conocer más de aquella época que lo busque en la historia de la pintura de Sevilla».

A pesar de todo, volviendo la vista atrás, el pintor dice que su obra ha evolucionado muchísimo. «Porque hay cosas cuando empezaba que se intuían y ahora están hechas con la confianza del oficio de tantos años y eso antes sólo se veía. Yo veo que mi obra tiene un gran recorrido. Sigo pintando con mucha intuición, porque al final todo se ve muy fresco, pero más que nada ahora tengo más seguridad y además sale sola. La práctica de la pintura me ha dado una especie de maestría, como el carpintero que de tanto cortar una cosa te lo hace en un momento».

Hay obras que las hace rápidas, sin embargo, hay cuadros como el de la entrada de la exposición que comenta le han dado «mucha lata». «He cambiado los colores muchas veces, hay dos cascadas, una en grises y otra en colores más fuertes que también los he tenido escondido. Los sacaba y los metía hasta que al final los saqué hacia adelante. Cuando tengo la idea muy clara, la técnica me ayuda a sacar los cuadros, pero yo pienso mucho lo que voy a hacer».

La crisis de la pintura, esa constante que siempre asola al arte, es algo que Patricio Cabrera ha sabido esquivar. «Yo siempre me he buscado la vida por donde sea. He estado de profesor y he procurado no depender de nada ajeno que me impidiera hacer lo que yo quería hacer con la pintura, mi carrera de pintor ha sido lo que a mí me ha dado la gana. En realidad no me puedo quejar, porque me ha ido bien, y he tenido el apoyo de la enseñanza, porque además me ha gustado mucho ejercerla y me ha dado muchas alegrías. El otro día en la exposición me encontré con dos alumnas mías del Politécnico, que además luego han estudiado Bellas Artes, y me recuerdan como un profesor que las incentivó mucho en sus estudios. Eso es maravilloso para mí. Tengo doble orgullo, el de la pintura y el de la docencia. Yo he estado además dando saltos, unos años de enseñanza y otros de pintor solamente. Ahora hay muchos pintores que se dedican a la enseñanza».

Dice ser pintor figurativo, «aunque uso mucho el abstracto porque me gustan muchos los temas decorativo dentro de la pintura. Te metes a ver códices medievales y lo que rodea al dibujo principal es tan importante como el resto. Me gusta esa parte de la abstracción que vas por donde quieras, te libras la mano y ya está. En el concepto sí puedo ser muy abstracto».

Confiesa que haber vivido en Almería influyó mucho su manera de pintar, «fue el primer contacto con la docencia. Estuve en un pueblo del norte casi desierto, que se parece a cuadros de esta exposición. Tanto me influyó esa parte de mi vida en mi obra, como el conocimiento de la historia de la pintura, porque voy cogiendo de un lado y de otro. En Sevilla no hay paisaje, pero en Almería sí me impactó».

Abandonó «muy pronto». «Ahora también se enseña en la Academia, pero de arte moderno, porque enseñan a hacer instalaciones, y eso es también es Academia. En ese aspecto soy un autodidacta, pero a fuerza de ver pintura y de viajar, me he ido haciendo. La Academia es ponerte en una cosa y no salir de ella, y tener miedo de salir y quedarte en ese camino. La Academia para mí es enseñar una cosa sin alma». En su época como alumno de la Facultad de Bellas Artes sólo tuvo un año como profesores a Carmen Laffón y a José Luis Mauri, «pero ellos no daban pintura sino dibujo. Además, la facultad se acababa casi de crear y las técnicas en cuanto a pintura que enseñaban entonces no me servían, y claro, todos nos metimos en grabado. Nos formaron con la teoría del arte pero los que daban pintura era algo muy relamido».

Pero sí fue un encuentro personal apasionante, «los que estábamos interesados por el arte, la pintura, llegaron Fede Guzmán, Pedro G. Romero, la revista Figura..., y estar entre aquella gente era estupendo. Obviábamos el tema de que muchos profesores no tenían preparación. Ahora ya todo ha cambiado, la facultad no tiene nada que ver. Llegaba gente de otras carreras y se encontraba con personal con poca formación», asegura.

Exposición: Patricio Cabrera. 'Naufragar m'e dolce in questo mare'

  • Dónde: sala Atín Aya. Calle Arguijo, 4

  • Cuándo: hasta el 30 de diciembre

  • Horario: De martes a sábado de 11 a 14 y de 18 a 21 horas. Domingos y festivos de 11 a 14 h. Lunes cerrado

  • Entrada: libre

Sus próximos proyectos le llevarán a Oporto junto a Curro González, en una exposición de ambos, y luego hay otros proyectos que no quiere desvelar «porque no sea que no vayan a realizarse». Está trabajando y haciendo otras cosas: «Lo último que tengo en la exposición de Atín Aya, hay unos floreros con agua salpicada, y por ahí voy, de ahí estoy sacando otros temas, pero con tranquilidad. Además, ahora me voy una temporada a Brasil y antes de irme quiero dejar algo terminado, aunque lo mismo en Brasil cambio el chip», imagina el pintor.

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