Lourdes Cabrera repasa su trayectoria como artista del esmalte en una exposición en la Academia de Bellas Artes de Sevilla

En total son 37 composiciones de diferentes tamaños, algunas de varias piezas y otras independientes y de una dimensión más pequeña. «Siento una gran ilusión porque gracias a los esmaltes soy académica numeraria de Bellas Artes. Yo entré de hecho en la sección de artes suntuarias en el año 2000. Que yo sepa es la única académica de España que tiene a una persona que hace esmaltes».

Como la artista centró su discurso de ingreso sobre el tema de los esmaltes modernistas, entregó a la Academia de Santa Isabel de Hungría una composición de esmaltes sobre el ballet 'El pájaro de fuego' de Stravinsky. «Esa es la primera pieza de la exposición porque está antes de entrar en la sala Villegas, que es donde se encuentran las demás obras. Yo digo que el mago Kaschéi —un personaje del ballet— es el fuego».

Para esta artista nacida en Almería y que vive en Sevilla desde los 15 años hubo un momento a partir del cual sintió «un flechazo» por los esmaltes. «Estaba estudiando en la Facultad de Bellas Artes y el profesor Maireles nos llevó de excursión a un taller de esmaltes que estaba cerca de la Catedral Vieja de Salamanca. Para mí —prosigue— fue como retroceder casi a la Edad Media. Me cautivaron aquellos colores brillantes, los azules y los turquesas. Entonces en Sevilla no se hacían esmaltes como ahora, pero en ciudades como Barcelona sí había maravillas».

La artista y académica aprovechó que había un profesor americano de la base de San Pablo que había aprendido la técnica de los esmaltes en Alemania. «Asistí a sus clases y comencé a hacer algunas piezas. Luego pedí una beca a la Fundación de Arte Castellblanch, y eso me permitió estudiar esmalte en la Escuela Massana de Barcelona. Hice la tesina de licenciatura sobre la historia de los esmaltes. En la Basílica de San Marcos en Venecia vi la 'Pala d'Oro', un vistoso altar hecho con esmaltes bizantinos, y también viajé a Limoges. A mí me impactó la 'Pala d'Oro'. Yo creo que a Gustav Klimt le pudo encantar cuando viajó a Venecia. Mi hipótesis es que antes de pintar 'La dama de oro' o 'El beso' tuvo que ver la 'Pala d'Oro'. Klimt me entusiasma. Estudié su obra y vi en él mucha influencia de los mosaicos bizantinos y de los esmaltes. La tesis doctoral que defendí en el año 1992 se titula de hecho 'Influencia de los esmaltes bizantinos y georgianos en la «época de oro» del pintor Gustav Klimt'».

Desde esa época, Lourdes Cabrera ha ido compatibilizando obras en pintura y esmaltes dependiendo del tema. Soy afortunada por tener un marido maravilloso —el también artista Juan Antonio Huguet Pretel— que siempre me ha animado y me ha empujado. Siempre nos hemos ayudado. Juan Antonio ha sido el motor de mi vida artística», reconoce.

La primera obra de la muestra es 'El pájaro de fuego', que es la más grande porque es la composición de varias piezas. Esa fue la que Cabrera donó a la Academia de Bellas Artes cuando ingresó como numeraria. «En la exposición hay muchos temas orientales. Me ha encantado siempre todo lo relacionado con los indios, los aztecas, los mayas. Los primeros esmaltes de la exposición son un homenaje a Klimt», subraya».

Comenta también la artista que este tipo de obras requiere una técnica muy especial, ya que «hasta que no se obtienen los 750 grados los esmaltes no se cuecen. Hay una listas de pigmentos según la cocción. Lo más maravilloso es ver cómo sale la pieza incandescente. Sale como si fuera rojo y luego va adquiriendo sus colores. El proceso es muy apasionante».

Confiesa igualmente Lourdes Cabrera que de pequeña quería ser actriz dramática, «pero mi padre me dijo que estudiara primero Bellas Artes. Durante la carrera colaboré cos dos compañías de teatro no profesional, Teatro Español Universitario (TEU) y Gorca Pequeño Teatro», concluye.