Rozalén: «El año pasado tuve mi mayor crisis creativa, sentí el abismo de la hoja en blanco»

-¿Sabía que la forma de la Plaza de España en forma semielíptica simboliza un abrazo a Iberoamérica y que esta edición de Icónica está dedicada a Colombia? Son estas dos de la claves del disco que va a presentar hoy en Sevilla...

-Me acaba de dar la entrada al concierto, no lo sabía. Va a ser muy simbólico entonces. Soy bastante mística, creo que las casualidades tienen mucho que ver. Yo hice un viaje a Colombia el año pasado, he viajado a lugares que me han hecho aprender mucho. Fuimos a conocer proyectos relacionados con la paz, estuvimos en el Cauca, en la costa pacífica, y también en Cartagena de Indias. Sobre todo la parte del Pacífico me impactó muchísimo y de ahí viene que use tanto la palabra paz y la canción 'Llévame'. Cuando conocí Cartagena me pareció una ciudad preciosa y yo quería hacer una canción tropical. Quién me iba a decir que el rey del vallenato le iba a dar el toque a la melodía y el ritmo para que así sonase. La parte que más me divierte es la jota castellana que hemos metido ahí, era algo impensable. Es el abrazo entre culturas, muchos guiños a Colombia y a Latinoamérica.

-Su anterior disco, 'Matriz', hacía un homenaje a España y a sus lenguas, ¿este podría ser una continuación?

-Bueno, el folclore siempre ha estado presente en todo lo que he hecho porque es lo que hago desde los 7 años. Es verdad que cada vez incorporo más folclore latinoamericano, pero como somos la misma cosa... 'Matriz' sigue siendo uno de mis discos favoritos, me lo gocé tanto... Nunca me habría atrevido a cantar unas sevillanas (versión de 'La historia de una amapola') y lo que descubrí con Pareja Obregón fue impresionante. La primera vez que la canté fue en la Plaza de España. Es como la manera de decir gracias y te quiero a los rinconcicos de mi país donde me han hecho sentir como en casa. La música de raíz para mí es súper importante.

-'El abrazo' es un disco ecléctico pero, ¿cómo lo definiría usted en pocas palabras?

-Es que es una locura. Hay de todo, hay folclore, hay electrónica, hay latineo, baladas, hay rap, que tampoco me había atrevido a escribir con rítmica rapera. Ha sido una de las canciones que más me ha costado porque ha sido la meta de renovarme o morir. He tenido la suerte de colaborar con gente tan diferente, en este caso con KASE. 0, que me llevaba diciendo desde hace tiempo: «Tienes que rapear, hermana». Creo que se nota que nos gusta evolucionar, seguir sorprendiendo, que no tenemos prejuicios con la música. Es un disco súper emocional y ecléctico. Para los amantes de la música pueden ver ahí mucho sabor.

-¿Y en cuanto a las letras, considera que también ha experimentado una evolución?

-Mucha gente me está diciendo que parece que he vuelto al primer disco. Cada vez le dedico mucho más tiempo a las letras, es exagerado. Pero he vuelto a meter mucha cantidad de letra y tengo la frescura del primer disco, o esa libertad. Hago lo que me da la gana y siento. Sí, es el disco más emocional, lo reivindicativo ha estado más presente en otros discos. 'Cuando el río suena' eran historias de mi familia, era muy fuerte. Este tiene mucho que ver con procesos vitales, es el que más fácil te puedes sentir identificado. 'La cara amable del mundo', a los niños que vendrán, todas mis amigas que son madres me dicen que se ponen a llorar. O quién no ha perdido o va a perder a un ser querido. La canción de 'Ceniza' que narro en cómo perdí a mi abuela o la que le dedico a mi padre con más de 80 músicos llorando a alguien que se me fue de golpe. Son cosas que rozan mucho lo vital, el día a día, con sus alegrías y con sus tristezas.

-Y esas canciones le han salido de forma natural.

-Pero me ha costado bastante, hay canciones que llevo cinco años escribiendo. La del viaje a una infancia empecé hace muchísimo y me costaba mucho terminarla porque tenía tantas libretas anotadas con recuerdos de mi infancia que no lograba encajarla. El año pasado tuve mi mayor crisis creativa, sentí el abismo de la hoja en blanco, el miedo a pensar que la gente se fuese a cansar de mí, no voy a tener qué contar. Una vez que puse el músculo a calentar he vuelto a una naturalidad y frescura que me recuerda a mi primera etapa.

-No está mal la primera crisis en una carrera de 12 o 13 años.

-Bueno, es la primera gorda, estoy en crisis continua, soy bastante intensa. Ha sido un año y medio en que hemos parado de subirnos al escenario, la primera vez que bajábamos durante tanto tiempo. Evidentemente, después de tanta dopamina luego tienes ese puntito depre. En vez de irme de vacaciones, de descansar, lo que hice fue encerrarme hasta que salió todo.

-Jugando con el título del disco, ¿usted cree que nos abrazamos poco?

-Creo que nos abrazamos poco, si hubiese más amor, más abrazos, más diálogo, el mundo no iría como va. No sé si es porque ya tengo muchas imágenes y mucha información, pero es complicado tener esperanza viendo cómo van ciertas cosas. Cuando me puse a indagar lo que provocan los abrazos, es verdad que física y emocionalmente mejora tu vida. Te baja los niveles de cortisol, de estrés, de ansiedad. Te aumenta las hormonas de la felicidad. A veces estamos más pendientes de ver lo que nos diferencia que de mirarnos a los ojos y ver la parte humana.

-Lo verdaderamente revolucionario es la ternura.

-Claro, estaba rallada por eso, porque sé que mucha gente espera de mí el punto crítico social, aunque hay algo en este disco, nunca voy a dejar de escribir de esa manera porque es algo muy natural mío. Pero una amiga me dijo: «No habrá ahora algo más revolucionario que reivindicar el abrazo». Es verdad que cuando una habla se da cuenta de que lo verdaderamente importante son signos tan pequeños, a lo mejor uno se relaja y no se enfada tanto con la vida.

-En cualquier caso, siempre alza la voz, Rozalén lleva ya varios himnos en su repertorio...

-No está reñido una cosa con la otra. Yo hablo de emociones. Hay canciones que he cantado y contado que tienen mucho que ver con los derechos humanos, la justicia social. Al fin y al cabo canto lo que vivo, lo que siento y lo que observo.

-¿Se siente un ejemplo para sus seguidores? El público se emociona con sus cosas, Rozalén parece una chica normal y es muy abierta en la relación con sus fans...

-Entiendo que digan que soy un ejemplo o un referente, pero yo no lo siento para nada. De hecho, a mí, a veces cuando me sacan la alfombra digo, por favor, trátame normal. Me quito importancia todo el rato no porque no crea que no tengo talento o algo de eso, aunque a veces cuesta, yo creo que tengo talento y, sobre todo, soy muy trabajadora. Me ha tocado un trabajo que se aplaude pero, ¿por qué no se va a aplaudir al panadero o al camarero que me sirve con alegría? Me cuesta que el aplauso sea largo, me abruma un montón.

-¿Tiene nuevo proyecto a la vista?

-Ya es oficial que voy a encarnar a Chavela Vargas en teatro. En otoño ya me pongo a ensayar. Se llama 'Chavela la última chamana', una obra de teatro sobre su vida y en la que entramos en juego varias Chavelas y yo voy a hacer el mito. Es súper emocionante, es algo que no me han dejado decir que no. Va a ser una locura porque lo voy a combinar con la gira, pero sé que va a enseñarme algo muy fuerte. Empezar en el teatro de esta manera, con un personaje tan potente como éste. Yo siempre he hecho alguna cosa como hobby, hice un cameo para una serie, me han perseguido a tope. Va a ser duro pero voy a aprender mucho.