Rozalén da el abrazo más cálido de Icónica Santalucía Sevilla Fest
La cantante albaceteña ofrece un concierto con dos partes: la pena y la alegría, la vida misma
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Sevilla
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Iniciar sesiónA María, 'Lo tengo claro', hay que amarla. Pocas artistas cuentan y cantan de la manera que lo hace María de los Ángeles, nombre premonitorio de un timbre de voz versátil y una expresión cálida. Cuando habla Rozalén invita a dibujar una ... puerta y escabullirse, a 'Sacar la pena', a poner a bailar al corazón. A María hay que quererla. ¿Quién sin su ternura podría escribir a un ex 'Te cuidaré de lejos'? A Rozalén hay que abrazarla. Arrebujarse en sus melodías, dejarse arrullar por unas letras cada vez más profundas y auténticas. La vida y la muerte, el amor y el desamor. El aquí y el allá. Las claves de su último trabajo con el que la artista albaceteña se presentó anoche en Icónica Santalucía Sevilla Fest.
Invitó a las más de 3.500 almas que acudieron a la Plaza de España para arroparla en su segunda cita en el festival en dos años a vivir una «noche inolvidable en un sitio como este», en referencia al monumento diseñado por Aníbal González, que como su sexto y último trabajo discográfico, es una oda a ese gesto que proporciona dopamina y rebaja el estrés. Ni los fallos técnicos del principio ni los mosquitos arruinaron el ánimo de la cantante, que cerró el primer bloque de su concierto con 'Y busqué', canción perteneciente a dos álbumes anteriores, 'El árbol y el bosque'.
Precedió la actuación de la albaceteña el grupo Las Migas, que dejaron una pincelada de su arte en una pequeña sesión dentro del acuerdo de colaboración de Rozalén con Spotify para patrocinar a artistas emergentes. Pero decir eso de estas chicas, que llevan más de una década de carrera musical y cuentan con el reconocimiento de la Academia Latina de Grabación, la que otorga los Grammy Latinos, se antoja osado. 'Ojitos verdes' o 'El buen rollo' ayudaron a calentar el ambiente del auditorio en una velada de verano aún por despuntar. Las Migas, con la aljarafeña Marta Robles a la cabeza, invitó a Sevilla, quién sabe si en este mismo espacio, a descubrir las canciones de su disco 'Rumberas' en un próximo concierto.
«Sois un porrón de gente, con la cantidad de artistas y festivales, pensé que se iban a olvidar de nosotros», espantó los demonios del vacío la autora en su primera conversación con el público. «Sevilla es importante porque tenemos dos sevillanos en la banda, Álvaro e Ismael Guijarro. Siempre recordaré mis primeras veces en cada lugar, por eso sólo puedo decir gracias. Soy así de cansina», aclaró la cantautora a la par que su inseparable intérprete en lenguas de signos, Beatriz Romero.
Rozalén se puso moña con 'La cara amable del mundo', dedicada a su sobrino de 10 años. Eso también hay que agradecérselo a María, sus deseos de infancias felices, sus evocaciones de sueños alcanzables, de viajes en un cohete de cariño, sus mensajes de volver a levantarse, «de que a pesar de los errores, siempre se puede empezar de cero».
Volvió a su repertorio melódico más conocido en el primer medley de la noche. 'Vuelves', Rozalén, porque en Sevilla siguen 'Comiéndote a besos'. 'Este tren' no se lo pierde nadie, aunque nos prometa un «sofocón». Con el que esta «psicóloga» vacía su sentimiento de pérdida. «Amo mucho más la vida al ser consciente de que se puede dar un último abrazo a alguien», dijo. Dentro de este grupo de tristezas están 'Ceniza', dedicada a su abuela fallecida en la pandemia del coronavirus; 'Entonces' y 'Todo lo que amaste'.
A María de los Ángeles Rozalén Ortuño hay que admirarla. Porque 'Es de Albacete' pero nace donde le sale de los reaños del alma y se atreve, otra vez, con las sevillanas 'La historia de una amapola' de Pareja Obregón, o con la jota 'Te quiero porque te quiero'. Esta arqueóloga del folclore de las dos orillas se ha hecho merecedora con sólo seis discos del Premio Nacional de las Músicas Actuales.
A Rozalén hay que disfrutarla. Después de cantar 'Mis infiernos' y presentar a su banda, la cantante ofreció una segunda parte del concierto mucho más alegre. El de las risas, había prometido. El de temas que invitan a 'Vivir', a gozar con los ritmos tropicales de 'Tres días en Cartagena' o girar con sus emblemáticos girasoles. Y cómo no, a traspasar su icónica 'Puerta violeta'. En la penúltima de la noche, con este tema que es un himno contra la violencia machista, la manchega se metió literalmente al público en el bolsillo, al bajar del escenario y, pañuelo en mano, recorrer las gradas. No pararon de gritarle guapa y de corear la letra, devolviendo a la artista todo el esfuerzo por dejar los ánimos en alto.
Con Rozalén hay que aprender, y atreverse, a volar.
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