La promesa de Antoñito Molina en Icónica Santalucía Sevilla Fest
El gaditano ofreció anoche un concierto que congregó a más de trece mil personas que disfrutaron de su salitre flamenco
La Plaza de España, imponente como siempre, se convirtió anoche en el epicentro de la emoción, la música y las promesas cumplidas. Más de 13.000 personas abarrotaban el recinto de Icónica Santalucía Sevilla Fest, bajo un cielo que aún no encontraba consuelo del calor. Pero ni el sol ni los grados importaban: lo único que se sentía era el pulso de un público entregado, abanico en mano, pancarta en alto y garganta dispuesta a corear cada sílaba.
Un público mayoritariamente femenino, aunque con edades que dibujaban generaciones enteras, esperaba a Antoñito Molina con el corazón acelerado. Y entre todas esas voces, destacaban especialmente las más pequeñas, las de las niñas que lo miraban con la devoción de quien ya ha elegido su primer ídolo. Antes de aparecer en escena, una voz en off resonó entre los arcos de la plaza: «Puedes viajar por el mundo, pero como Sevilla no hay cualquiera. Yo me prometo esta noche ser de Sevilla para siempre», anunciaba el gaditano, haciendo que el primer aplauso estallara incluso antes de que los focos lo iluminaran.
Y entonces comenzó la aventura, literalmente. 'La aventura' fue la canción encargada de abrir la noche, y con ella no solo se elevó el ánimo del público, sino también el del propio Antoñito, que bailó, sonrió, lanzó besos al aire y empezó a vivir lo que sería una noche inolvidable. El aplauso que siguió fue ensordecedor.La energía se tornó emoción con 'Supongo', un tema que no necesitó presentación porque lo cantó el público de principio a fin. Fue entonces cuando el artista se dirigió a los suyos: «Buenas noches, esto es demasiado bonito para ser verdad. Sevilla, que sepáis que he venido todos los días. No tiene todo el mundo la gran suerte de cantar en la Plaza de España y ojalá cuando salgáis de este concierto tengáis ganas de vivir de verdad la vida en primera fila».
«Buenas noches, esto es demasiado bonito para ser verdad. Sevilla, que sepáis que he venido todos los días. No tiene todo el mundo la gran suerte de cantar en la Plaza de España y ojalá cuando salgáis de este concierto tengáis ganas de vivir de verdad la vida en primera fila», reconoció el gaditano.
Con 'Hubo un tiempo', Antoñito volvió a mostrarse cercano, alegre, divertido, sin renunciar nunca a su particular quejío. La canción terminó con miles de voces coreándola mientras él respondía con movimientos llenos de sal y arte. El repertorio siguió con 'Te comería por dentro', un tema que, aunque quizá no fue el más cantado, se convirtió en uno de los más bailados. La complicidad con sus guitarristas en escena convirtió cada acorde en una pequeña fiesta. Pero pronto llegó un giro. «Por la vida hay que pasar por la decepción, cuando uno de verdad piensa que eso no te va a tocar y ni siquiera lo entiendes… pero sí que duele, como esta canción que voy a tocar», confesó con la voz quebrada antes de interpretar, en acústico, 'No le digas nada a nadie', una de las más íntimas y dolorosas de su repertorio.
Y entonces llegó el momento más conmovedor de la noche. «Sin duda es la canción más importante de mi vida», dijo, refiriéndose a su homenaje a las madres. En las pantallas comenzaron a aparecer decenas de imágenes enviadas por los asistentes con sus madres, un proyecto que el artista había lanzado en redes unos días antes. «Estoy feliz y contento, la gente viene a mis conciertos y este aplauso te lo mandan para ti», cantó, con la voz emocionada. El clímax llegó cuando, entre las fotografías, apareció Pastora Soler con su madre y, finalmente, Antoñito Molina con la suya.
El concierto continuó con 'De qué vale', seguido del estreno de su nuevo tema junto a Abel Pintos, 'Me subo por las paredes'. «Esta noche está para estrenar una canción nueva», anunció entre risas. Aunque apenas tenía horas de vida, los asistentes la acogieron con la misma entrega que al resto.
Con 'Mi escondite', la energía subió una vez más antes de un pequeño interludio de batería que permitió un cambio de vestuario. Al regresar, Antoñito se sentó sobre un banco, evocando el que solía ocupar en su adolescencia gaditana, donde soñaba con llevar su chirigota al Falla. Hoy, sentado en él, está cumpliendo otro sueño: cantar en este festival patrocinado por este medio. En ese mismo banco, llegaron 'El club de los soñadores', 'Patatín patatán', 'Vivir conmigo' y 'Me estoy volviendo loco'.
Y cuando parecía que la noche no podía ser más sevillana, se sentó solo al piano para presentar una canción que compuso a la ciudad. «Hace unos meses me preguntaron qué siento por Sevilla. Sevilla fue mi primera oportunidad y siempre ha estado conmigo. Le hice esta canción», confesó. Mientras sonaban los primeros acordes, en pantalla se sucedían imágenes de la ciudad: el Gran Poder, las Esperanzas, los callejones en sombra y los monumentos más emblemáticos.
Tras 'Yo soy para ti', que cantaron a capela las 13.000 almas congregadas, llegó otro instante para guardar: la firma del piano que lo acompaña en gira. Fue la pequeña Carolina quien subió al escenario para dejar grabado 'Sevilla' en el instrumento blanco.
El concierto encaraba su fin, pero no sin antes rendir homenaje a su padre con 'El hombre de la carpeta'. Porque Antoñito Molina no solo canta para entretener: canta para recordar, para agradecer, para vivir. Tras varios desmayos de los asistentes que obligó a parar el concierto el gaditano repartió agua desde el escenario y cuando ya la situación estaba bajo control el concierto continuó con 'Y te voy a querer', 'Yo no me muero por nadie', 'Me prometo', 'Laberinto' y el broche final 'Por si mañana'.
Y anoche, en el Icónica Santalucía Sevilla Fest, Antoñito Molina no solo un sueño, también hizo una promesa de admiración eterna a la capital andaluza y a su público. Durante algo más de dos horas el gaditano, demostró por qué está conquistando cada ciudad que pisa y dejó claro que su éxito no es pura casualidad.
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