Nacho Vegas: «El 15 M está enterrado bajo tierra y se lo han comido los gusanos»

El asturiano saborea sus propias desgracias y desengaños con una especie de voluptuosidad morbosa. Gran parte del atractivo de sus canciones se deriva de eso. Nacho Vegas no tolera que nadie sea más desdichado que él. Sus desgarros vitales musicados llevan casi un cuarto de siglo emocionando a indies y rockeros. Siempre ha sido así y así debe ser. Un talento descomunal al servicio de los perdedores.

Sin pelos en la lengua y elocuente como siempre, Nacho Vegas atiente a ABC para tratar de música y, por supuesto, de política, dos conceptos muy unidos durante la última década en la carrera artística del gijonés.

¿En qué momento considera que se encuentra la canción de autor o el cantautor? Puede haber quien piense que ahora mismo es un género residual dentro de la gran industria que es la música, pero luego va Jorge Drexler y gana siete premios Grammy Latino.

No solo gana los Grammy, si no que luego lo ves colaborando con artistas como C Tangana. Eso es una maravilla. La canción de autor sigue muy viva desde un sentido moderno. Por ejemplo, en el mundo anglosajón es un songwritter y se le dice tanto a Bob Dylan como a Billie Eilish. Sin embargo, en España ha estado muy asociada al cantautor tardofranquista. Tenemos el concepto de que un cantautor es alguien con una guitarra cantando cosas muy solemnes, y no debe ser así. Debemos quitarnos esa losa llena de connotaciones viejunas, como de algo demasiado solemne que parece que contradice a la diversión y al baile. ¿Por qué a Ismael Serrano se le dice que es cantautor y a Rosalía no?

Otra posible lectura del éxito de Drexler es que, a pesar de todo, se sigue valorando la letra de las canciones.

Recuerdo que antes de saber si alguien me iba a sacar un disco y que iban a interesar mis canciones me fui a maquetar algunas de ellas a un estudio de Madrid, y el productor me decía que tenía unas letras muy largas. «Debes tener en cuenta que a la gente no le interesan las letras, cortaría este par de estrofas y dejaría la canción en tres minutos», me aconsejó. Al final menos mal que no le hice caso, porque creo que no tenía razón. Por supuesto que la letra es importante. Pero fíjate que la generación de la que yo vengo, la indie, precisamente porque igual le tenían demasiado miedo a decir cosas en las letras, utilizó el inglés de una manera excesiva para no mojarse, sobre todo cantado en un inglés inventado como ocurría aquí en muchos casos.

Cambiar de idioma para no decir nada…

Exacto. Yo defiendo que hay que cantar canciones en tu lengua, ya sea castellano, inglés o chino mandarín, porque es la mejor manera de transmitir emociones. Tampoco es necesario ser poético especialmente, solo hay que decir algo de verdad. La letra es importante en tanto en cuanto está interpretada. Yo creo que cuando está sobre el papel es algo como muerto, igual que una partitura sobre el papel. Pero cuando ambas se juntan y alguien las interpreta la canción se convierte en algo vivo, y una letra, por sencilla que sea, de repente te puede decir un mundo e, incluso, te puede cambiar la vida.

Menos mal que no le hizo caso a ese productor, porque nos habríamos perdido una de las joyas de su primer disco, 'El Ángel Simón', una escalofriante canción de más de siete minutos que no tiene estribillo. Por cierto, la ha rescatado para sus conciertos después de un buen tiempo en barbecho.

Sí, de hecho, la he vuelto a grabar en directo con la banda nueva en el estudio de Paco Loco, en el Puerto de Santa María. Hay canciones que tocas mucho durante unos años y de repente te das cuenta de que la estás tocando de una manera demasiado mecánica, que son muy especiales para ti y no puedes permitirte el lujo de tocarlas como si estuvieras recitando el Padre Nuestro. Por eso es mejor dejarlas descansar un poco, por eso he estado casi una década sin tocarla.

Aún no se ha publicado esta versión, ¿no?

No. Está grabada y tenemos una premezcla, pero estoy pendiente de si hay alguna colaboración.

En la nota de prensa que me ha llegado de su oficina se habla de que Nacho Vegas es un artista de referencia para un público mayoritario y transversal. No me encaja mucho esa definición. ¿Y a usted?

A mí también me chirría un poco. No sé si más lo de mayoritario o lo de transversal. Bueno, lo de mayoritario es obvio que no es así. Aunque tengo la suerte de contar con un público que ha ido creciendo año a año a base de picar piedra, lo de mayoritario es obvio que no es así. No obstante, poder hacer giras y que vayan a verte unos cientos de personas en cada ciudad para mí es algo maravilloso. En cuanto a lo de trasversal, pienso que es una palabra que se ha puesto de moda en la última década. Toda la música popular está atravesada por una perspectiva de clase. En ese sentido, quiero pensar que la gente que aprecia mi música al menos eso lo tiene claro; lo cual no quiere decir que tenga que pertenecer a una clase determinada, pero sí que deben tener cierta conciencia para apreciar algunas de mis canciones.

¿Entiende que su música, a pesar de estar muy definida políticamente, le guste también a la gente que no es de izquierda?

Sí, hay muchos así. Cuando eres joven y militas en la izquierda es frecuente cometer el error de creer que tienes la razón absoluta y pensar que la gente de derechas eran unos desgraciados. Al final te das cuenta de que tenemos que convivir todos con todos. Obviamente, hay líneas rojas que a uno no le gusta cruzar: gente fascista, de Vox. Pero dentro de mis amigos hay gente que no es de mi cuerda con la que puedo hablar, discutir y llegar a entendimientos de manera muy razonable sobre lo que queremos que sea el mundo; a lo mejor desde perspectivas diferentes, pero al final tenemos que convivir. De hecho, a veces, las discusiones más hirientes las tienes con la gente de izquierdas más que con la de derechas.

Escuchándole, uno puede pensar que las diferencias son mucho menores de lo que nos hacen ver.

Desde la revolución francesa se pueden establecer dos maneras de ver el mundo, y sobre todo con el liberalismo todos estamos de acuerdo en varias cosas. No conozco a nadie que esté en contra de la libertad, por ejemplo, ni nadie que esté en contra de la justicia. Lo que hay que tener en cuenta es qué es la justicia y qué es la libertad, según la perspectiva de cada uno. La gente de izquierdas entendemos que tiene que haber una justicia social necesaria para luego ser libres individualmente, y tal vez la gente de derechas piense que primero tiene que haber una libertad individual para que luego emane una justicia social que se va engendrando poco a poco. Son dos visiones diferentes que en ciertos conceptos están de acuerdo una y otra.

Su último concierto en Sevilla fue en la Sala Malandar apenas dos meses antes del inicio de la pandemia. ¿En qué ha cambiado el ser humano como individuo y la sociedad en general? Decir que la pandemia nos ha hecho mejores es ser demasiado optimistas, ¿no?

Eso lo pensábamos todos al principio, pero nada más lejos de la realidad. Estamos peor de lo que estábamos: las consecuencias sanitarias, luego las consecuencias sociales, pero lo que no supimos ver venir fueron las hostias emocionales que nos cayeron a cada uno en mayor o menor medida. De esto último es de lo que se nutre principalmente mi último disco.

¿En qué sector de edad nota más cambios?

En los preadolescentes. Para los de nuestra generación, ser rebelde y políticamente incorrecto significaba salirte un poco de las normas. Parece que ahora, entre los chavales está todo un poco encauzado hacia un discurso del odio y del mirar mal al feminismo, al multiculturalismo. A veces ves a chavales diciendo auténticas barbaridades casi fascistoides. Ahora lo macarra es ser antifeminista, racista, un matón machirulo. Me parece que hay algo muy abyecto y preocupante en el ambiente en general. Tendríamos que hacer algo para que las cosas se calmaran un poco. No lo digo como militante de izquierdas, sino en general.

Eso puede explicar que ahora aparezca Yolanda Díaz ofreciendo 20.000 euros a todo el que cumpla 18 años…

Estas cosas no solo son una victoria de la ultraderecha, la izquierda también ha cometido muchos fallos con mensajes a nivel institucional. En este que me comentas en concreto, no creo que sea beneficioso darle 20.000 euros a todos los que cumplen 18 años. Desde luego, la izquierda está demostrando que no tiene respuestas, la ultraderecha está dando respuestas a la gente que no tiene ninguna interlocución. Es decir, si los chavales están con ese discurso fascistoide es porque nadie les ha hablado antes y de repente encuentran a alguien que les habla. Y ellos lo agradecen. En cambio, la izquierda se ha dedicado a hablarle solo a las clases medias, a intentar paliar solamente los problemas de la juventud con parches como este de Yolanda de los 20.000 euros.

Como militante de izquierdas, le noto bastante desmotivado.

Sí, estoy desencantado con la política institucional. No tenemos a nadie a quien acercarnos y en quien confiar plenamente. Todo es un circo del que todavía ni siquiera sabemos muy bien cómo salir, creo que se inventan cosas en función de lo que van diciendo las encuestas, de por dónde van los tiros según los datos que manejan.

¿Está decepcionado con lo que ha resultado del 15 M?

El 15 M está enterrado bajo tierra y se lo han comido los gusanos. Es una pena, pero es así.

¿Qué concepto tiene ahora mismo de Pablo Iglesias?

Todo lo que está pasando ahora con Pablo Iglesias y Yolanda Díaz, con Podemos y Sumar, con todas esas luchas de poder y las puñaladas por la espalda que se dan unos a otros me recuerda bastante a la serie Succesion. Mira, tanto en la izquierda como en la derecha ha habido siempre muchas broncas internas, en ambos casos lo sé de muy buena tinta. La diferencia es que en la derecha lavan la ropa sucia en casa, y en la izquierda parece que lo quieren hacer todo con luz y taquígrafos. Y eso al final da una imagen bochornosa, que es justo lo que está pasando ahora. Con estas historias que estamos viendo se hace muy difícil explicar y convencer a la gente que simplemente quiere votar una opción de izquierdas de que no son gente que está buscando un puesto y que por eso pelean unos con otros.