CRÍTICA DE MÚSICA

'Música de cámara en Turina': su obra menos conocida

Vuelven los jóvenes como protagonistas, aunque esta vez para reivindicar, a pico y pala, la música menos conocida de Turina y que, investigando e interpretándola, la han sacado del olvido.

Cuarteto Isbilya LUIS OLLERO

Carlos Tarín

Sevilla

«Juventud, metamorfosis, madurez»

  • Programa: Obras de Joaquín Turina
  • Intérpretes: Cuarteto Isbilya: Miguel García (violín), Daniel Ortiz (viola), Leonel Contreras (violonchelo) y José María Perejón(piano).
  • Lugar: Teatro Turina.
  • Fecha: 26/11/2024.

Es una nueva alegría encontrar una continuidad en grupos de jóvenes que recuperan nuestra música, tanto desde una labor de investigación, edición crítica y finalmente interpretación; en este caso la figura de Joaquín Turina los hacía converger en un misno proyecto en el 75 ... aniversario de su muerte. Nos referimos al hecho de que la primera parte del programa, correspondiente a la juventud del compositor (desde los 18 años), se nos presentaban unas obras que nos daban la oportunidad de conocer esa música temprana ('reestreno', es decir, partituras olvidadas). Parece claro que era el pianista José María Perejón quien asumía estas labores de 'excavaciones' musicológicas, así que se agradeció que fuese explicando todo el proceso.

Las tres primeras obras pertenecían a esa etapa de juventud, que las tocaba con 'La Orquestina' (violín, viola, chelo y piano), empezando por 'Scènes d'enfants', suite de cuarteto Op.29, que ya anticipan una estructura que de una manera muy amplia diríamos que estará en el fondo de la formas presentadas: con frecuencia unísonos de amplio rango dinámico, seguidos de partes lentas, con el trenzado de estrechas y hermosas texturas de los instrumentos de cuerda, de los que debemos decir que nos sorprendió el equilibrio sonoro, tanto entre sí como con el piano.

En la siguiente obra, 'Capricho para cuarteto' Op.4 adquiere importancia el violonchelo de Leonel Contreras, de sonido hondo, profundo y expresivo, liderando otro precioso momento que no hubiera parecido de juventud si no supiésemos que estábamos en torno a 1900, por lo que Perejón clasificó las piezas de 'posrománticas'. También el violonchelo abre el 'Cuarteto nº 2' Op.7 en La bemol mayor exponiendo otra inspirada melodía, dulce y delicada, hasta que toma el relevo el violín. A Miguel García lo recordamos de su trabajo en la JOBS, y es dueño de un precioso sonido y una afinación y musicalidad extraordinarias, que mantuvo durante todo el concierto. La contramelodía del chelo demostró la fértil imaginación del compositor y el gusto del chelista para hacerse oír en segundo plano. Y como para darle la razón a Perejón, la obra terminaba con un vals de salón, sólo roto por un pasaje de prominencia colectiva.

Miguel García (violín) y José María Perejón (piano) LUIS LLERO

Se enmarcó el 'Jueves Santo a medianoche' en la etapa de 'metamorfosis', al evidenciarse en su música las enseñanzas parisinas, si bien es verdad que dentro de un cambio más melódico y armónico que formal, ya que Turina siempre conservó las estructuras ya conocidas, herencia de las enseñanzas -entre otros- de D' Indy. Perejón recordó que la obra era un arreglo para chelo y piano debido a la mano del propio Turina. Aunque pensada para piano, la verdad es que la 'oscuridad' de un instrumento como el chelo, reforzada por las notas graves del piano crean una atmósfera propicia para la recreación, y así lo hizo Contreras, y sólo el eco de la marcha de la procesión que se acercaba y luego se alejaba, buscado a través de muy difíciles armónicos, puso al joven chelista en un aprieto.

Cerraba el concierto el 'Cuarteto con piano nº 2' en La menor op. 67 como muestra de su época de madurez. Tiene una tendencia a la sencillez, los temas melódicos andaluces no sobresalen como antaño y a veces parece permear en sus pentagramas alguna nota bluey sus armonías siempre guardaron una semejanza con el jazz (tal vez por el juego modal/tonal de ambos mundos y enmuchos casos de haber compartido parecidas enseñanzas). Si el primer movimiento es serio, reflexivo, el segundo es muy interesante, más rítmico, menos folclórico. En el tercero destacó desde el principio, a solas, el violín de Miguel García, brillante, lúcido, penetrante. Sobresaliente también el violaDaniel Ortiz, generalmente en segundo plano y que aquí tuvo una oportunidad de lucimiento. Y aunque los chavales dieron muestras interpretativas de gran madurez, de implicación, por momentos el cansancio pudo sobre una afinación impoluta hasta el final, donde había una cierta desavenencia muy ligera, que no empañó el gran trabajo de conjunto que desempeñaron. Ellos nos mostraron parte de la música de Joaquín Turina menos conocida.

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