CRÍTICA DE MÚSICA
Monteverdi: el combate amoroso
Claudio Monteverdi, maestro de capilla de San Marcos de Venecia, revolucionó la música profana, además de la religiosa. El programa nos traía una de sus piezas más rommpedoras y 14 madrigales más.
CARLOS TARÍN
Sevilla
FESTIVAL DE ÓPERA DE SEVILLA
COMBATTIMENTO - Madrigales de Claudio Monteverdi.
- Programa: Amor y luchas en los madrigales de Monteverdi
- Intérpretes: Rocío Martínez (soprano), Anna Alàs i Jove (mezzosoprano), Francisco Fernández Rueda (tenor) y Víctor Sordo (tenor). Orquesta Barroca de Sevilla.
- Dirección musical: Fausto Nardi.
- Dirección de escena y dramaturgia: Joan Anton Rechi.
- Escenografía: Juan Ruesga.
- Diseño de iluminación: Alberto Rodríguez.
- Producción: Festival de Peralada.
- Lugar: Patio de Carlos III de la Real Fábrica de Artillería.
- Fecha: 01/10/2025
A finales de Cinquecento se produce la madurez del madrigal italiano, una forma que había arraigado en la península, y con el que habían logrado fama Marenzio, d'India o Gesualdo, si bien ninguno alcanzó el desarrollo de la forma de Monteverdi ... . Aparte de su genio, el hecho de componerlos durante su larga vida con un afán de evolución seguro que tuvo mucho que ver. La idea se concentra principalmente en la supremacía de la palabra y la subordinación de la música a esta, lo que quería decir en la práctica, que el nuevo arte abandonaría mayormente la retorcida polifonía para descubrir el protagonismo de la palabra al que la música acompañaría.
Además, esto le permitía escribir pequeñas escenas, dramas musicales que desembocarían en la ópera, coincidiendo con el pensamiento al que habían llegado en Florencia los miembros de la camerata Bardi. Pero añadamos que este 'Combattimento' ya lleva la eficacia de las notas rítmicamente acelaradas para evocar desde el trote de los caballos a la tensión de ciertos momentos, que desembocará en los 'trémolos', 'pizzicati' e incluso el cuarteto de cuerdas. De igual forma, se amplió el estilo 'concertato' mediante el 'stile concitato' (agitado), que expresa ira, rabia, furia o venganza y que no se había dado anteriormente ni siquiera en el propio Monteverdi.
Actualizar el campo de batalla de las cruzadas en un ring de boxeo en principio podría entrar dentro de la normalidad; lo que parece que tiene más mérito es, una vez que termina 'Il combattimento' propiamente dicho, mantener el mismo escenario para los trece madrigales que había seleccionado el director musical Fausto Nardi y que convergen en los distintos tipos de luchas que se pueden dar en una pareja, ricamente ataviadas con batas como las de los boxeadores (de categoría, porque las telas y hechuras se veían buenas) y máscaras mejicanas, que podrían confundirse con las de los comics actuales, máscaras que dejan nariz y boca libres para cantar.
Hemos comentado algunos de los hallazgos que podemos encontrar en los casi 20 minutos del 'combate', y que el tenor Víctor Sordo en el papel de narrador (Testo), tenía que explicitar, ya que su protagonismo musical es superior al de los contendientes. Al tenor pacense lo conocemos bien por sus colaboraciones con la OBS y otros conjuntos, y su pertenencia al grupo 'Vandalia'. Su voz es lírica, su canto relajado, aunque aquí tenía que alternar con todas las novedades que tenía preparadas Monteverdi, estilo que se conoce como 'seconda pratica' o estilo moderno.
A su lado estuvo el tenor estepeño Francisco Fernández Rueda que, sinceramente, tuvo un titubeo nada más arrancar pero, tras unos segundos, nos volvió a dejar impactados por un registro limpio, poderoso, claro y directo, que además se adecuaba estupendamente a la fiereza requerida al combatiente. Ambos tenores destacaron en 'Zefiro torna', una canción donde demostraron su dominio de la coloratura, en la que puso gran interés Fernandez-Rueda. La 'combatiente' era la soprano Rocío Martínez, también lírica-ligera, volátil, como demostró en el 'Lamento della Ninfa' que venía a continuación, uno de los momentos clave del recital; pero todavía mejor a dúo con la mezzo Anna Alàs en «Chiome d'oro». Por cierto, nuevamente destacamos las intervenciones de Miguel Rincón, tanto en este dúo como en el 'Lamento'.
También cruzaron las voces para formar nuevos dúos, como el de Martínez/Sordo en 'Damigella tutta bella' en donde la soprano estuvo estupenda, pero todavía puede pulir más su agudo. En el otro cruce de voces se ayuntaron muy bien Alàs y Rueda en 'Lydia', y en este caso apoyados por la percusión que aportaba Raquel Batalloso, viola, que ocasionalmente recurrió a un sonido como de bombo y luego las castañuelas; en el primero nos resultó que sobresalía demasiado.
'Lasciatemi morire' es otra de las perlas monteverdianas, y Alàs la cantó muy bien, y y eso que puede presentar su sonido algo más redondo, si bien dio de sí todo, con momentos espléndidos. Fernández-Rueda tuvo su momento con 'Et è pur dunque vero', cuando su voz clara, llena de fuerza y expresión, lo situó en el cénit de la intensidad expresiva, con firmeza, transparencia vocal y con garra.
Excelente como siempre la Orquesta Barroca de Sevilla llevó su trabajo a lo más alto, si bien no siempre pudimos oírla completamente, al estar situada en un lado de la escena. El trabajo de Nardi al frente de la misma estuvo muy a la altura, marcando cada detalle.
Se agradecen los títulos de traducción, pero siempre que se coloquen donde los pueda ver una mayoría, que no era otro sitio que al fondo, como en todos los teatros: ponerlos a la altura del público sirve de poco.
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