CRÍTICA DE MÚSICA
Herreweghe: la mirada certera de Beethoven a la vista de un gantés
Las visitas anteriores del maestro Herreweghe se han relacionado con Bach; sin embargo, su relación con las sinfonías de Beethoven indican un estudio profundo del compositor alemán
CARLOS TARÍN
Sevilla
Las dos sinfonías que ocupan el programa de hoy son más hermanas entre sí que las otras, siquiera por haber sido estrenadas el mismo día; pero también presentan espíritus distintos, corazones diferentes, contornos y rellenos desiguales, que más que distanciarlas las complementan.
La ' ... Sexta' personifica la naturaleza germana que tanto subyugó a Beethoven, con sus bosques, pájaros o arroyos, esos que día a día sosegaban el alma vehemente del compositor. Y a pesar de que quiso alejarse de escribir una obra programática, finalmente decidió orientar el oído del espectador hacia los elementos de la tierra, incluso relacionando directamente estos con instrumentos, que convertirían en pájaros o sus cantos, tormentas o carreras y posterior agradecimiento de los campesinos hacia el agua benefactora.
Esto traducido, a la música tal como nos planteaba el director gantés, nos llevaba a otra dimensión, a la que se acerca al Beethoven más genuino, empezando por el cambio de color de su orquesta, al contar con instrumentos de época, afinados como entonces, con la manera de interpretarlos como tales. Así que este primer choque fue contra la máscara, la artificiosidad, el del tránsito sereno a una música verde, serena, de gorjeos y correr de arroyuelos que el de Bonn supo convertir en música. Pero también el asombro de cómo lo conseguía Herreweghe: siendo la música un lenguaje universal, para seguir al maestro hay que conocerlo y haber tocado antes con él, porque sus manos, tal vez acostumbradas a seguir la versificación de los textos corales, no siempre resulta predecible, sino -a la vista- más bien como una taquigrafía sonora.
Sin embargo, la orquesta lo entendía y sabía que la 'Pastoral' se apasiona ante el color de la madera (flautas, oboes, clarinetes o fagotes), con movimientos suaves movidos por el aire, relajados, como la música sosegada que se oía entre las hojas de unas manos de coreografía incierta. Al final del segundo movimiento los sonidos ya no eran una alusión, sino más bien onomatopeyas de los animales del bosque.
En el tercer movimiento la gente interviene de forma festiva, y las texturas herbajean mientras los campesinos se divierten. En la orquesta también sus cuerdas adquieren tersura, brillo, aunque terminen alborotándose en carreras ante la lluvia que precede a la tormenta. Y tras ella vuelve la calma: imaginen la gama de colores, de ritmos, de maleabilidades que permite pedirle a una orquesta tan versátil.
La 'Quinta' en cambio es el impulso, el potencial de un pequeño motivo que se expande con una fuerza centrífuga, el retrato musical del corazón creativo y apasionado que ha terminado sobrecogiendo a los oyentes de todas las épocas posteriores. Pero ahora es al contrario: son sólo cuatro notas (tal vez tres más una) son las que mueven su mundo, donde los contrastes son más cortos y exaltados, más abiertos y fluidos, como si hubiera menos tiempo. En la orquesta cada cual conoce su papel y se adaptaron raudos a esas explosiones seguidas de silencios inquietantes, mientras el maestro seguía manoteando un esperanto diríase que indescifrable. Además de la extraordinaria entrada de las trompas, la explosión fugada desde la cuerda grave hasta el agudo fue sorprendente, a una velocidad acaso endiablada, pero muy bien resuelta, mientras el último tiempo visualizó todos los instrumentos de la orquesta -incluyendo los elocuentes metales- de una forma que sobrecogía sin necesidad de estrépitos.
Tal vez el mejor resumen que se nos ocurre del concierto sea que pocas veces se puede oír la música de Beethoven con tal claridad, y que retrate de igual forma el talante complejo, divergente y complementario del compositor; y, aceptada esta premisa, sentimos que cualquier parte oída, la más sencilla que pueda parecernos, nunca podremos considerarla 'de relleno', sino más bien de nexos internos que ni aún por su carácter meramente funcional pierden una belleza extraordinaria.
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