David Bisbal, icónico y patrimonio de Sevilla

Sin embargo, David Bisbal cuenta con la llave del éxito desde hace casi un cuarto de siglo, con los mismos dientes: las canciones endiabladamente rítmicas, las baladas que, ya sean una u otra, tocan el corazón y, sobre todo, una puesta en escena arrolladora. Con el almeriense, la palabra espectáculo cobra sentido. Desde su aparición y sus primeras interpretaciones, tan impolutas como su atuendo. A Bisbal, para culminar su gesta (tiene más de 80 galardones nacionales e internacionales, entre otros tres Grammys Latinos), le faltaba mirar frente a frente al monumento de Aníbal González y en la cuarta edición de Icónica Santalucía Sevilla Fest por fin se logró. «Gracias por tus lágrimas, por tu corazón, por la blanquiverde», daba la bienvenida el artista a las más de las 10.000 personas que se congregaron en el emblemático monumento para celebrar el ecuador del festival.

El show comenzó cinco minutos más tarde de la hora prevista con dos canciones nuevas, 'Tengo roto el corazón' y 'Podría estar peor', en las que ya dio cuenta del sonido ochentero del último trabajo discográfico. Tras el primero gritó «te quiero Sevilla». Como si hiciera falta. Ya fuera por el viernes noche, por la temperatura perfecta, por el enclave o el aroma que dejan los días importantes, al cantante no le falló la legión de seguidores desde el inicio. La muleta de la que se valió para corear su primer medley de baladas: 'Quiero perderme en tu cuerpo', 'Tu ausencia' y 'Culpable'. «Sevilla, Sevilla, Sevilla....», susurró para acabarlo.

Pero antes de eso, o entre medias, el de Almería había alternado con hits de antaño, para lo que incorporó a su panoplia de caballero nuevas armas: la bandera de Andalucía y bufandas de España y del equipo de fútbol de su ciudad. Con ellas subió a la 'Torre de Babel', 'Lloraré las penas' y se preguntó eso de 'Quién me iba a decir'. Todas ellas, como el 'Dígale' completo que prosiguió al mix romántico constataron que la suya es la banda sonora de al menos dos generaciones.

«Me he hinchado de hacer colaboraciones con un montón de artistas», dijo para introducirlas, a las que le sirven de escuderos Danna Paola, 'Vuelve, vuelve'; Aitana, 'Si ella te quiere'; '2 veces' con Luis Fonsi; 'A contracorriente', en compañía de Álvaro Soler, o 'Pedirte perdón' con Gracey o 'A partir de hoy', de Salvador Yatra. Y en ese momento una chica del público le entregó un ramo de flores y comprobando a través de las pantallas de la plaza la edad de la fan, rebajamos el target de las bisbaleras.

En todo lo alto, el almeriense se cambió de ropa, negro absoluto, para dar respiro al auditorio con otro combo de baladas, esta vez pertenecientes al 'Me siento vivo', menos conocidas y más propicias para que el público cogiera resuello. «¿Dónde están las princesas de Sevilla?», preguntó el caballero, que no dejaba de hacer referencias a esta tierra.

Las 'Diez mil maneras' que tuvo el artista andaluz para no hacer decaer el vibrante ambiente de la Plaza de España durante casi dos horas le dio alas para volver a su actual disco y entonar su particular 'Volaré'. No es Domenico Modugno, pero también suena a memorable. Como lo fue su colofón. ¿Recuerdan lo que hablábamos al principio del significado de espectáculo? Pues ahí estuvieron sus hits más icónicos, el que estuvo a punto de representar a España en Eurovisión, ese que suena a oración, y sin un silencio de por medio, entonó esa bulería que todos se saben, bailan y patean.

«Que viva Sevilla, Almería, Andalucía y España entera, os quiero», gritó para, falsamente, anunciar una retirada. Porque quedaba su jugada maestra del último disco, 'Ajedrez', para hacernos 'Esclavos de sus besos'. Repetimos: ¡Qué espéctaculo!