crítica de danza
La danza de Noruega hierve en Itálica
La compañía 'Carte blanche' puso en escena la obra 'Sovaco de cobra' del coreógrafo portugues, Lander Patrick
Cómo ir al concierto de Lola Índigo en Sevilla: alternativas en coche, autobús y tren

Crítica de Danza
'Sovaco de cobra'
- Coreografía: Lander Patrick
- Dramaturgia: Jonas Lopes
- Dirección musical y vestuario: Lander Patrick
- Iluminación: Rui Daniel
- Composición y diseño sonoro: Mestre André
- Directora artística: Annabelle Bonnéry
- Bailarines: Adrian Bartczak. Brecht Bovijn. Caroline Eckly, Dawid Lorenc, Gaspard Schmitt, Ihsaan de Banya, Mai Lisa Guinoo, Nadege Kubwayo, Noam Eidelman Shatil
- Festival de Danza de Itálica Día: 20 de junio de 2025
Vaya por delante poner en situación al espectador sobre lo que iba a ocurrir en escena. El Festival Internacional de Danza de Itálica presentó anoche la compañía 'Carte Blanche' una compañía noruega de danza contemporánea con sede en la bella ciudad costera de Bergen. Pues bien, en ésa villa a la que llegan todos los cruceros por los fiordos, las temperaturas que tienen en este mes de junio rondan en una máxima de 17 grados y mínimas de 10. Huelga decir que la llegada del elenco noruego a Sevilla debe haber necesitado más de una sesión de yoga, sobre todo cuando quisieron ensayar a las seis de la tarde en el teatro romano, y alguien con mucha sensatez preguntó que si estaban locos. No se lo creían, pero sí, a esa hora superábamos los 40 grados.
Así las cosas, y aclimatados como pudieron, este elenco multicultural de Noruega presentó en el teatro romano de Santiponce la obra 'Sovaco de cobra', que como su nombre indica en español sería, 'sobaco de cobra', pero con b, obra del rebelde y siempre batallador coreógrafo portugués Lander Patrick.
'Carte Blanche' fundada en 1989, está compuesta por 14 bailarines internacionales, con cuerpos distintos y nada homogéneos, que se abren a un amplio abanico de interpretaciones y estéticas, algo necesario para este elenco que dirige Annabelle Bonnéry desde 2018, quien se ha impuesto la necesidad de mantener la diversidad del repertorio y además, contratar a coreógrafos comprometidos con cuestiones sociales.
Esta obra presenta el gran juego mundial de las reglas sociales respaldadas por un juego injusto que produce resultados arbitrarios y brutales, y describe la despiadada explotación del Sur, y cómo el colonialismo generó perdedores y persistentes desgracias para grandes poblaciones de algunas de las zonas más ricas en recursos del planeta con la explotación de las materias primas.
La obra está a caballo entre la performance y la danza. Sobre un tablero en blanco y negro, con una cebra y un tigre blanco de gran tamaño en el fondo del escenario, los bailarines se mueven por entre este tablero, mientras en una esquina un busto parlante se mueve, busto que terminará ahorcado por la muchedumbre.
La creación de Lander Patrick está rozando el surrealismo en su concepción, y el relato en ocasiones se nos pierde, entre otras cosas porque el coreógrafo en lugar de dar rienda suelta al movimiento de los bailarines, los contrae, les hace realizar constantes y pequeños movimientos y gestos, que parecen congelar los músculos, no permitiendo grandes momentos corales, tan sólo algunos grupales que además no son de amplios gestos, sino todo muy constreñido.
Mientras al principio un joven con aspecto y joyas de rapero está cantando y bailando, los demás se mueven muy suscintamente a su alrededor en una milimétrica coreografía que de contenida, casi es imperceptible. No nos lo pone fácil Patrick ni a los bailarines ni al público. A los primeros, porque se les palpa en la piel la necesidad de bailar más; a los segundos porque en ocasiones hay tantísimos mensajes mezclados que se pierden.
De repente un bailarín empieza a nombrar personalidades de todo tipo: Nijinsky, Ai Wei Wei, Tchaikovsky, Andy Warhol..., no importa el siglo ni el género, todos son creadores. Los bailarines cantan, recitan textos, gritan, hacen sonidos onomatopéyicos para continuar bailando, y un pingüino, a modo de especie de resistencia, también sale al escenario.
Cosa curiosa son los sprays de agua que llevan en las manos la mayoría de los bailarines, y que como si fueran manguerazos contra los barcos de Green Peace, se van echando unos a otros. (No sé si tuvo una premonión Patrick de que vendrían a Sevilla y esas pulverizaciones les llegarían a aliviar del calor).
El diseño sonoro de Mestre André recorre desde la música disco a la electrónica pasando por el clásico, con la dirección musical de Lander Patrick.
Este collage de imágenes que nos presenta 'Carte Blanche' en 'Sovaco de cobra' incluso se permite la denuncia al final cuando sacan peces de varias especies de las esquilmadas en los mares, o imágenes de algunos líderes mundiales, entre ellos Putin. Nada se le ha pasado por lo alto a este portugués rebelde del mundo de la coreografía.
La compañía cumple con rigurosidad las exigencias del autor, y es al final cuando de repente el momento dancístico estalla y podemos ver a los nueve intérpretes bailar en toda su plenitud cumpliendo con lo que presentíamos: que son unos increíbles bailarines y habían estado sometidos a la 'tiranía' del autor.
'Sovaco de cobra' no es una pieza fácil para el espectador, de hecho hubo algunas deserciones entre el público del teatro romano, si bien al terminar, buena parte de respetable jaleó a los bailarines, pero es sin duda una muy interesante muestra de por dónde va la creación europea actual de las generaciones que utilizan la Danza como una forma de denuncia social.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete