CRÍTICA DE ÓPERA HABLADA

Ceguera de pretensiones operísticas

Volvemos a usar torticeramente el término 'ópera' para algo que no lo es, embutiendo elementos disparejos como las sensaciones de las personas invidentes redireccionándolas hacia un supuesto 'thiller'

Público con antifaz, colocado en sus asientos por el personal de sala aleJANDRO VERDUGO

CARLOS TARÍN

Sevilla

Festival de Ópera de Sevilla

ES LO CONTRARIO

  • Programa: Ópera de César Camarero y libreto del mismo a partir de 'Los ciegos de Maurice Meternick' y '88 sueños de Juan Eduardo Cirlot'
  • Intérpretes: Antonio Pereña, Fernando Fernández, Juan Carlos León, Carlos Canalejas, Silvia Micó, Soledad Molano, Carlos Galindos y Julio Cuder (todos los personajes están interpretados por actores ciegos). Zahir Ensemble.
  • Técnico de sonido Cristóbal Romero.
  • Director: Emilio Pomarico.
  • Producción: Teatro de la Maestranza de Sevilla.

La 'ópera hablada' es como referirse a un tipo al que ahorcaron en la silla eléctrica. Y volvemos a insistir en el señuelo del término 'ópera' para que público o medios se acerquen necesariamente. Es en realidad teatro musicado, 'performance' o, en todo ... caso, inquietante y reiterante banda sonora, que en realidad ya la oímos (literalmente, porque el espectáculo nos mantiene sin poder ver a lo largo de la hora y pico que dura) en mayo de 2021 en la sala Manuel García del Maestranza.

Altavoces repartidos por la sala reproducen las voces de los narradores ciegos, mientras trece músicos presentes en diversos lugares de la sala rectangular contribuyen a emitir sus sonidos de forma que los espectadores tendrán que ubicarlos espacialmente. También se emitían con frecuencia sonidos grabados para contribuir a la ubicación. Los músicos de sala estaban amplificados, de manera que no había forma de distinguirlos de los que estuvieran grabados: entonces ¿por qué no recurrir a todos grabados?

Hasta aquí podía constituir una experiencia sensorial, como decimos, parecida a la que a veces se hacen desde la ONCE para concienciarnos de las dificultades con que se encuentran las personas invidentes. Sin embargo, la música parecía querer incidir en la situación dramática, trágica incluso. Se usan instrumentos graves, como el clarinete bajo o el chelo, sobre notas largas, disonantes, tan solo rotas por los acordes percusivos del piano. El problema está en el carácter iterativo de esa música. Esas notas largas se incardinan en acordes que van apuntillando cada frase, pero siempre igual. Puede que cambien las notas, pero el carácter es el mismo. Hasta la ópera más humilde, incluso la sonata o sonatina más básica tienen partes contrastantes: esto no dejaba de ser un boomerang que volvía al principio cada vez. Por oro lado la amplificación utilizada impedía distinguir con claridad los instrumentos, único atractivo del ramillete de notas que conformaba el disonante acorde.

El director musical, Emilio Pomarico ALEJANDRO VERDUGO

El libreto se relaciona con la obra ´Los ciegos´ (1890) del dramaturgo belga Maurice Maeterlinck, obra clave del simbolismo teatral, que evalúa las reacciones de un complejo grupo de invidente sometidos a una situación extrema, ya que el guía que los conducía ha desaparecido, y ellos se encuentran en una isla, sin saber dónde están ni lo que hacen allí, lo que les crea una sensación claustrofóbica, incluso diríamos que de terror al final, sin saber qué les acecha. Todo para simbolizar la situación de pérdida del norte y de crisis espiritual, amparándose en última instancia en la fragilidad y desamparo de la tragedia griega, con la ceguera como metáfora de la incapacidad social, espiritual y ética de la sociedad, buscada mediante este planteamiento extremo y truculento.

Desde la entrada nos tuvimos que colocar un anfifaz y las azafatas nos llevaban a nuestro sitio. La única esperanza era disfrutar de aquellos maravillosos antifaces del 21, frente a estos de usar y tirar, pero no.

Por último, los músicos citados pertenecen al grupo contemporáneo sevillano Zahir Ensemble, dirigido esta vez por Emilio Pomarico, especializado en la música contemporánea, muy exigente para una interpretación compacta, aunque su labor estuvo empequeñecida por la amplificación unificadora. El libreto también dejaba que desear: lo interesante, que serían las sensaciones de las personas ciegas, finalmente sólo se quedaron en un estiramiento del argumento con aspiraciones de thilller, que se alargó a veces zafiamente hasta causar el agotamiento. En esta segunda audición (2025) nos resultó aún más pretenciosa que en la primera.

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