Aníbal Gómez: «En general, si te alejas del pop rock de Coldplay es que lo estás haciendo bien»

¿Qué sabemos, entonces, de Ojete Calor? Que hacen subnopop, aunque no lo inventaron (según las pocas entrevistas que han concedido hay varios precedentes, como Mecano, «aunque no eran conscientes»). Sabemos, también, que detrás de esos pseudónimos están Carlos Areces y Aníbal Gómez. Que hace poco llenaron el WiZink Center. Que tienen dos discos, 'Delayed!' (2013) y Pataky (2017). Que pasarán por Sevilla con su gira 'Vota UPyD Summer Edition' el próximo 16 de marzo en laSala Pandora Y que aparte de chanantes, extravagantes, absurdos y otra ristra de adjetivos vagamente aproximados, son ante todo un grupo peligrosamente pegadizo: «Cuando haces subnopop, ya no hay stop»

Tiene dos libros, un podcast, es actor, presentador de televisión, también DJ, tiene un proyecto musical propio además de estar de gira con Ojete Calor. ¿Qué tal, cómo lleva tantos proyectos adelante?

A veces me veo haciendo dos cosas al mismo tiempo, como un pulpo con sus tentáculos. Pero intento administrarme el tiempo para dedicarle a cada cosa su hueco. Soy como un hombre del renacimiento, que se dedicaba a muchas cosas y que todas las hacía bien, pero en mi caso quizá todas las haga regular.

En la música, aunque tenga proyectos tan dispares, todos tienen en común la base musical, la electrónica, la estética y las referencias. ¿Cuál es su fuente de inspiración?

La electrónica tiene un abanico más amplio de registros e instrumentos a la hora de producir, incluso en mi caso, a la hora de poder componer. En realidad, todo lo que hago es música pop. Es mi género de referencia. Los grupos de mi vida son bandas que hacen melodías increíbles, tanto si usan guitarras como si usan sintetizadores: Depeche Mode, Pet Shop Boys, Mecano, Nirvana, The Cure, The Klf…

El humor es una parte intrínseca a casi toda su carrera artística y profesional. ¿Qué le hace gracia o le divierte? ¿Quiénes son sus referentes?

Al final todas las disciplinas que hago tienen que ver con la comedia porque así es mi personalidad. Me gusta mucho el humor negro y el humor absurdo, pero al final, lo que más gracia me hace del mundo es cuando alguien se cae al suelo.

¿Cuál es para usted la fórmula de una canción pegadiza? ¿Qué es importante en una buena canción?

Yo soy muy tradicional a la hora de abordar la composición. Me gusta que haya una buena melodía en todas las partes de la canción (a veces te sale una chula a la primera y otras veces se tardan días). Y la estructura básica del pop que no falte: estrofas, puente y estribillos. Me gusta que sea pegadiza «para bien». Que no sea el típico chicle que se te pega y estás deseando deshacerte de él. Tiene que ser un chicle que sepa superbien.

Hay gente que recurre a sus programas o su música cuando está de bajona (no solamente, claro). ¿A qué referentes, de cualquier tipo, recurre usted en esos momentos?

Yo casi nunca escucho mi música. Cuando estoy de bajona escucho a los mismos grupos que cuando estoy alegre.

De un tiempo a esta parte no son pocos los debates y quejas no sólo de cómicos, sino de escritores, músicos y otros artistas sobre los límites de la libertad de expresión. ¿Cree que hay más falta de libertad o de creatividad para que el humor no sea de arriba a abajo?

Pues sería muy hipócrita por mi parte quejarme de que hay censura cuando llevo años haciendo lo que me da la gana y nadie me ha prohibido nada. Lo que creo es que ahora hay más plataformas o lugares desde los que puedes decir una broma o dar un discurso. Simplemente tienes que saber cuáles son apropiados y cuáles no. Pero esto lleva ocurriendo desde que el mundo es mundo. Tú en los ochenta contabas un chiste en el bar inadecuado y te salía cara la broma. Por lo general, cuando tienes un público fiel, sea gente que viene a tus conciertos o sea tu grupo de amigos, siempre entienden el contexto y aceptan el código o la ironía sin ningún problema.

En el plano artístico y de entretenimiento, propuestas como Ojete Calor aportan un aire fresco, originalidad y personalidad esperanzadoras. ¿Está atrofiada la imaginación? ¿Se está perdiendo de algún modo la originalidad, ese punto provocativo y con personalidad en las propuestas artísticas o de entretenimiento?

Yo como humilde representante de Ojete Calor, solo puedo bendecir que haya grupos con la imaginación atrofiada, ya que sin saberlo, consiguen unos ripios subnopop de lo más divertidos. Está todo muy bien como está, no le pidamos a todo el mundo que sea más original porque se perdería la pureza.

Sobre Ojete Calor, cuentan Areces y usted en una de las pocas entrevistas que han dado de forma conjunta como grupo, que «es una broma que ha ido demasiado lejos». Aunque sea una broma, cuidáis muchísimo cada detalle, incluso el número de conciertos y entrevistas que dais. ¿Dónde ponéis la línea para tomaros en serio, pero no demasiado?

Es que todo empezó como una broma para nuestros amigos. Todo lo que superó aquello, ya era ir demasiado lejos. Ojete Calor son dos personajes reservados que te dan las cosas con cuentagotas para que no te canses y los aborrezcas. Ahora es impensable que un grupo o un artista haga música y ya está. Ahora, además de hacer música, tiene que enseñarte su casa, que veas sus fotos o vídeos cuando está de vacaciones, su hora preferida para depositar en el baño, una foto en el estudio haciendo como que hace música y sobre todo, opinar sobre un montón de cosas. A nosotros nos gustan los grupos con misterio.

Con Ojete Calor pasáis este mes de marzo por Sevilla con la gira 'Vota UPyD Summer Edition'. ¿Cómo planteáis vuestros conciertos? ¿Tenéis un guion o vais incorporando y quitando cosas según el ánimo y las ganas?

A Ojete Calor les gusta bastante Sevilla, por mucho que digan en sus conciertos que no. Ellos son muy fans de los chistes basados en tópicos y Andalucía está repleta. Esta vez el concierto de Sevilla es en la Sala Pandora, que no hay que confundir con el Pandora de Avatar, esa película que no tiene límites en su fealdad.

Hay muchas sorpresas en vuestras canciones. En vuestro último disco, por ejemplo, aparece una intro locutada por Lucía Etxebarría en la que lee una de sus frases para terminar diciendo que «el subnopop le parece una mierda». ¿Cómo y por qué empezar un disco así? ¿Qué dice de Ojete Calor esta declaración de intenciones?

A Ojete Calor les pareció oportuno arrancar el disco con alguien diciendo que lo que están a punto de escuchar es una mierda. Ellos verán.

Algo que llama la atención de vuestra propuesta no es solo la forma y la puesta en escena, sino el contenido. ¿Qué tienen en común las canciones y temáticas del 'Universo Ojete Calor'?

Con la puesta en escena y las temáticas sucede como con su look. En ocasiones les gusta combinar lo que no procede. Se rigen por sus propias normas y a veces puedes pensar «qué feos» pero si los miras bien verás que son muy guapos. Las temáticas de Ojete Calor son todas aquellas a las que los grupos indie o mainstream no prestan atención. Y la puesta en escena ha de ser siempre espectacular. Siempre con Liberace como referencia.

La música electrónica es uno de vuestros referentes obvios por tu trayectoria y por el sonido del grupo. Hay una mezcla parte escénica, parte estética, cultura pop, oralidad, humor… ¿Cómo nacen vuestra canciones? ¿Cómo es el proceso compositivo?

Si Moroder hubiera producido sus canciones con guitarra sería un bajón. La música electrónica te da la vida. Cuanto más artificial sea un sonido mucho mejor. En general, si te alejas del pop rock de Coldplay, es que lo estás haciendo bien. De la manera de componer del grupo poco te puedo contar. Ojete Calor son muy reservados. Se encierran en su mundo y cuando salen al exterior ya te traen la canción.

¿Cómo definirías la experiencia de ver Ojete Calor en directo a alguien que le quiere explicar a sus padres o a sus abuelos que va a un concierto vuestro?

Es una experiencia inmersiva y siempre fastuosa. A los abuelos se lo explicaría de manera que les diese miedo. Les enseñaría una foto de Marilyn Manson y les diría «sus conciertos son así», para reforzar la idea de que la juventud está perdida.