Quién es Wilbur, el gimnasta del 'Grand Prix': su nombre real y su anterior profesión

Víctor no lleva mallas deportivas ni se mueve a trompicones como Wilbur, pero sí le ha prestado al personaje sus dotes como gimnasta. Porque entre caída y caída, mientras explica cómo se hace cada prueba del concurso, Wilbur es capaz de marcarse un mortal. Es la herencia de su pasado como gimnasta de alta competición, una vocación que le surgió incluso más tarde que la de la comedia: «Me apuntaron a la gimnasia artística a los 6 años porque era un niño muy inquieto al que se le daban muy bien los deportes. A los 8 años empecé a competir y no lo dejé hasta los 23 años. He sido campeón de España más de una vez, porque como hay tantos aparatos al final casi todos los años rascaba alguna medalla. Ser deportista de élite me libró también de la mili, que a mí por edad me tocaba hacerla», confiesa.

Cuando llegó el momento de retirarse, la mayoría de sus compañeros decidieron probar suerte como entrenadores. Pero él se decidió por la comedia. Empezó a trabajar como acróbata en el Circo del sol, pero pronto vio que le atraía más hacer reír y montó una compañía para empezar a actuar en teatros.

«Yo quería ser payaso antes que gimnasta, con 4 o 5 años ya era muy tonto», bromea. Aunque el término payaso se use a veces como arma arrojadiza, Ortiz reconoce que es el que más le gusta, porque «engloba todo», incluida la comedia física, su especialidad. No en vano, entre sus humoristas favoritos están Jim Carrey –«Me quedaba pegado a las películas de Ace Ventura. Cuando las vi dije: 'Yo quiero hacer esto, encajo ahí'», señala–, Jango Edwards, Pepe Viyuela, Pedro Reyes, Ernesto Sevilla, Pablo Chiapella...«.

Así fue dando forma a Wilbur, un personaje para toda la familia, capaz de crear una cancioncilla viral para animar a los niños a comer pescado y de sacudir el escenario a golpe de salto en el espectáculo 'Piensa en Wilbur'. El nombre de este «deportista, sanote, buenazo, tierno, macarrita y excéntrico« surgió de casualidad, cuando su primer socio tomó prestado el nombre de una empresa de sonido de la feria en la que debutaron para bautizarle. »En gimnasia tienes varios jueces evaluándote, pero aquí cada persona del público es un juez, y dependiendo de sus sensaciones voy puliendo el show«, asume.

Hoy, Víctor Ortiz sigue entrenando, pero a nivel aficionado. «El secreto es no haber parado, así me mantengo en forma. Aun así, las acrobacias que hago ahora no son tan complicadas. A nivel interpretativo, cuanto más actúas más fresco estás. Intento nutrirme de cómicos a pie de escenario, ir al teatro para ver lo que se lleva, ver series, monólogos... A veces tienes sobredosis artística, pero está bien mantenerse ahí«, sostiene.

¿Confunde la gente al cómico con el personaje? ¿Les imaginan igual cuando se bajan del escenario? «Pasa a veces. Yo tengo un personaje muy excéntrico, soy así pero dosificando. Siempre digo que Wilbur es Víctor sin censura y a revoluciones muy altas. Lo que pasa es que la risa crea cercanía muy rápido, se forma un vínculo casi instantáneo. A los cantantes o los actores igual les tomas más en serio. Reírte con alguien es el camino más rápido para conocerlo, se quitan muchas tontadas«.