Mercedes Milá sentencia a Rubiales con tan solo dos palabras

La Federación no tardó en responder con unas imágenes para contradecir la versión de Hermoso, acusándola de mentir y cambiar sus declaraciones sobre lo ocurrido «desde que ha sido abducida por el Sindicato FutPro». Finalmente, este sábado la FIFA acababa por mediar en el conflicto anunciando la suspensión provisional de Luis Rubiales durante 90 días, dejando a Pedro Rocha como presidente interino mientras dure la sanción.

Las reacciones ante el polémico caso no han dejado de llegar y cada vez son más las personalidades que se atreven a dar su punto de vista sobre lo sucedido. Mercedes Milá ha sido una de las últimas en pronunciarse sobre el escandaloso beso del presidente de la RFEF y lo ha hecho con su carácter habitual; es decir, sin pelos en la lengua.

La presentadora de televisión ha hecho de su cuenta de Instagram el refugio perfecto para dar su opinión de la actualidad sin ningún tapujo y no ha querido callarse frente a los actos de Rubiales después de que este se negara a dimitir. En un texto al que ha titulado «El beso 'Hermoso'», ha sido muy clara sobre las acciones del directivo español tras la final del Mundial y aún más sobre sus declaraciones tras anunciar que no dimitiría de su cargo al frente de la Federación española.

«Hay seres humanos que flotan como un cagarro en el agua, no hay manera de hundirlos», comenzaba diciendo Milá a través de esta publicación sobre Rubiales. «Un exfutbolista que llegó a lo más alto de este deporte en los despachos, y, estos días, por un desliz que le define, vamos conociendo cuáles fueron los peldaños de su escalera», continuaba escribiendo la mítica presentadora de 'Gran Hermano'.

La periodista ha recordado que, aunque «hay gente que confía en que el karma devolverá» al presidente de la RFEF «todo el mal que hizo», la cosa cambia en esta situación: «Me temo que cuando se trata del fútbol esa regla suele dejar de funcionar», ha confesado la catalana, recordando que «el fútbol es más poderoso que el Poder y la mafia que lo rodea más aún».

Mercedes Milá ha lamentado que haya posibilidad de que las acciones de Rubiales queden impunes: «Por mucho que quedasen demostradas todas las fechorías que ha cometido este pájaro, no sería destituido que es lo que tiene que pasar. No lo sería porque ha acumulado muchas imágenes grabadas comprometidas, entre otras muchas cosas porque cuando te cobija la mafia, sueles librarte de todo mal», ha señalado la presentadora de 72 años, reiterando el poder del fútbol.

También ha recordado que este acto de violencia sexual no es el único escándalo que ha protagonizado el máximo dirigente del fútbol español: «Mis compañeros de la prensa deportiva así lo han denunciado que en su día grabó a Ministros y Secretarios de Estado con el móvil». La presentadora enumeraba, entre otras cosas, denuncias interpuestas ante el Consejo Superior de Deportes por temas de Arabia Saudí, viajes personales con dinero de la Federación o dinero para su casa particular: «Pero no hay abierto ningún procedimiento, todavía…».

Así, no tardaba en dar el motivo de la no dimisión de Rubiales en la Asamblea General Extraordinaria de la Federación de este viernes: «El mundo entero está pidiendo su dimisión pero él, como ha dicho 3 veces, frente a los que, incomprensiblemente le aplaudían, no va a dimitir. Cobra casi 1 millón al año y fuera hace mucho frío».

Clara y contundente, Milá volvía a esclarecer su posición en el conflicto, sentenciando a Rubiales con tan solo dos palabras: «Un cagarro, lo dicho». «Y como piensa mucha gente, el baile no ha hecho más que empezar. Ojalá se cumpla la ley del karma», ha acabado diciendo en su texto.

Como conclusión, la de Espluges de Llobregat recordaba que «no podemos llamar beso a ese gesto de poder a una jugadora excelsa como todas las demás de este equipo de mujeres mágico»: «Esa 'gracia' incontrolada está tapando la hazaña de España sin dejar que nuestras futbolistas disfruten a manos llenas del producto de sus sacrificios y sus eternas horas de entrenamientos. Por ahí ni debemos dejar que pasen».