Eduard Fernández confiesa por qué 'montó un pollo' en el rodaje de su nueva serie: «O es muy buena o se te queda cara de pederasta»

Eduard Fernández y Chino Darín fueron los encargados de presentar 'Mano de Hierro' en 'El Hormiguero', donde acudieron invitados este martes 5 de marzo.

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El ganador de tres premios Goya interpreta a Joaquín Manchado, un personaje basado en una persona que existió. Es el propietario de la principal terminal del puerto de Barcelona, un lugar en el que al actor le ha encantado rodar, porque normalmente no se puede acceder. «Es bestial. Se ve desde todas partes, pero es un sitio al que nunca entras. Es una ciudad entera, ha sido brutal rodar ahí», comentó.

«Es un personaje un poco malvado, torturo a alguno que se porta mal. En el puerto entra de todo, hay por ahí un alijo que tiene que llegar. Y yo además tengo una hija un hijo, pero el chaval me ha salido regular. Solo confío en mi hija. Es una historia muy familiar y muy fuertecito a ratos», adelantó el actor en 'El Hormiguero'.

En cuanto al personaje de Chino Darín forma parte de la manga de estibadores. Pero según avanzó, «con el devenir de los capítulos vamos a descubrir que él tiene otros motivos».

O más bien, todos en 'Mano de Hierro' ocultan algo y la serie les dedica un capítulo a cada cual para desvelar su 'background'.

El hijo de Ricardo Darín cómo fue interpretar él mismo las muchas escenas de rodaje que le tocaron en la ficción, hasta el punto de que acabó con una lesión. Si antes tenía ganas de un proyecto de acción, ahora quiere hacer una comedia romántica.

Eduard Fernández, por su parte, aceptó llevar un garfio, aunque era incómodo. Pero no pasó por aro cuando le dijeron que igual tendría que lucir una peluca. «Estaba calvo porque venía de rodar '30 monedas'. Y el director decía que la pinta era demasiado fuerte. Me negué a llevar peluca… Yo no se por qué, pero a un hombre le pones una peluca y o es muy buena o se te queda cara de pederasta», afirmó el actor catalán.

Aceptó probársela porque se lo pidieron desde peluquería. «Cerré los ojos, y al abrirlos y ver la pinta que tenía, la cogí y la tiré. Creo que se la habían robado a Fofito», bromeó. Ni corto ni perezoso, «monté un pequeño pollo para dejar claro que yo no rodaba con la peluca; de hecho, tuve claro que si tenía que rodar así, no lo hacía».